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Marta, ¿tú qué opinas del anuncio de Apple?

Gramers

Por Marta González-Moro, CEO de 21gramos, impulsora de Marcas con Valores y editora de Igluu

La pieza de comunicación sobre los avances en el Plan 2030 de Apple ha generado debate en los mentideros de la sostenibilidad. ¿Un greenwashing muy bien hecho o una manera revolucionaria de contar bien el desempeño de la compañía?

Hace escasamente un mes, vio la luz una pieza de comunicación –una magnífica producción audiovisual– que ha tenido bastante repercusión en los mentideros de la sostenibilidad. Si todavía no lo has visto, te lo dejo aquí debajo. Hazlo antes de seguir leyendo. O mejor, no lo veas y hazlo después si te han entrado ganas. 

Para ser honesta, me ha sorprendido la cantidad de vosotros –de lectores, seguidores y clientes de 21gramos, Marcas con Valores o Igluu– que personalmente me habéis preguntado: «Oye, Marta, ¿y a ti qué te parece…?». Puedo decir, como si fuera una influencer de Instagram, eso de que me estáis preguntando mucho. Además, he notado que lo hacíais con curiosidad real, con verdadero interés.

La cuestión me resuena, más que por lo que realmente piense yo del vídeo, por el hecho en sí de que mis clientes o colegas de profesión quieran saber mi opinión. Esto último me ha hecho reflexionar si realmente me hacen la pregunta a mí –deduzco que suponen que tengo criterio suficiente como para dar un veredicto: no sé si esperan de mí un juicio moral o una opinión de índole creativa, pero agradezco el halago– o se la hacían a ellos mismos. Porque creo que, llegados a este punto, todos quienes estamos involucrados en esta conversación sabemos contestar a la pregunta, aunque lo hagamos con distintos criterios. 

¿Me preguntaban o se preguntaban indirectamente si hacer una pieza de comunicación sobre la sostenibilidad de una compañía marca o producto de manera bella, currada, magníficamente guionizada, producida con esmero (y con mucha pasta) es greenwashing? O, enfocado de otra manera, ¿quizá su duda era cómo elegir los datos y métricas honestas para transmitir credibilidad y trazabilidad de desempeño sostenible sin generar desconfianza?

Pero, fuera lo que fuere lo que querían saber, aquí va lo que pienso: me flipa que Tim Cook coprotagonice el vídeo. Y entonces me imagino a quienes dirigen las compañías de los que me habéis preguntado. Os invito a la reflexión inversa: ¿cómo sería la pieza si apareciera vuestro jefe? 

También me viene a la cabeza rápidamente el perverso pensamiento económico. Pienso en el presupuesto del que disponéis para las piezas de comunicación vinculadas a los informes o memorias anuales, el reporting de impacto o de temas específicos de sostenibilidad. Os imagino dándole al play y preguntándoos con cierta frustración si con vuestro presupuesto podríais hacer una pieza tan wow.  También oigo vuestro pensamiento contestando automáticamente en un nanosegundo (en el metaverso): «Claro que no. Qué tontería. Nosotros no somos Apple». 

No, para lo bueno y para lo malo, no somos Apple. Pero eso no significa que no podamos aspirar a hacer la mejor comunicación posible con las herramientas de las que disponemos o pelear con determinación un aumento de recursos. Aunque contar nuestro desempeño de manera clara, coherente e inspiradora, sexy, divertida no depende tanto del presupuesto como de la creatividad y la innovación con la que seamos capaces de hacerlo. 

De los cinco minutos que dura el vídeo, yo me quedo con Tim. Tras su frase de bienvenida a la Madre Naturaleza –espectacular Octavia Spencer–, su siguiente intervención de guion, ya acercándose al final de la pieza, es para decir con perfecto acento californiano: there is a lot of work to do. Una frase que, no es por nada, pero parece la traducción literal de #MuchoPorHacer, el hashtag que acompaña a 21gramos desde long time ago. 

Para dejar atrás los anglicismos e intentar resumir el asunto de manera coloquial, en vez de citar a un clásico filósofo o una pensadora influyente, cierro al estilo de ese bienconocido presidente gallego: «cuanto más haga, mejor para todos y, cuanto mejor lo cuente, más».

Creatividad Nico Ordozgoiti

Allí donde se encuentran creatividad y consciencia

Gramers

Por Nico Ordozgoiti

¿Para qué sirve la creatividad?

La creatividad –entendida como herramienta comunicativa– sirve para muchas cosas. Sirve para dar que hablar. Para hacer reír. Para hacer llorar. Para crear marcas, hacerlas memorables, únicas y deseables.

También puede servir para vendernos como sostenible una marca que no lo es. Para presentar como saludable un producto que es todo lo contrario. O para perpetuar mitos e inercias (siempre que den beneficios).

La creatividad –cuando se hace bien– mueve la aguja y hace que al menos una parte de la gente que dudaba entre la opción A y la opción B se termine inclinando por la que más nos interesa.

Lo fascinante de esta ecuación es que las opciones A y B pueden ser dos detergentes, dos zapatillas o dos seguros del hogar; pero también pueden ser actuar o no actuar frente a la crisis climática. Avanzar o retroceder en los derechos de un colectivo. Promover un mundo más desigual o más justo.

La creatividad es un arma muy potente. Y esto lo sé porque, después de 14 años trabajando en publicidad, he podido ver y aprender de gente que la usa mejor que nadie. De formas muy distintas, pero con el mismo resultado: inclinar la balanza.

En las agencias por las que he tenido la suerte de pasar he aprendido que la creatividad puede ser un guión sorprendente, una estrategia transformadora, una acción viral o un post compartido por miles de personas. Pero, sea cual sea su forma, el resultado es el mismo: la creatividad tiene impacto. Y yo quiero que ese impacto sea positivo.

Por eso me incorporo a 21gramos.

Porque creo que no hay mejor sitio para ser creativo y tener impacto que una agencia que nació para promover la comunicación consciente. Que tiene a sus espaldas 17 años de aprendizaje y  solidez estratégica. Que no se apunta a la moda de lo sostenible, sino que lidera el cambio positivo.

Y con quienes tuve la suerte de colaborar en el lanzamiento de Igluu, la primera revista de lifestyle consciente. Un proyecto que me demostró que la creatividad también puede hacer la sostenibilidad atractiva, deseable o incluso divertido.

La creatividad sirve. Y mucho.

Y no se me ocurre un mejor sitio para ponerla en práctica.

Nico Ordozgoiti

Director Creativo Ejecutivo de 21gramos

Lgtbi

Ser o no ser (visible): el dilema de las personas LGTBI en el ámbito laboral

Gramers

«Ser activista por la visibilidad LGTBI en el trabajo sirve para ayudar a comprender otras realidades a las personas que están alrededor y, lo más importante, ayuda a brindar una sensación de seguridad a aquellas personas de nuestro entorno laboral que –tal vez– dudan sobre si lo son o si pueden contarlo».

Por Alonso Hidalgo, consultor de sostenibilidad en 21gramos.

Una entrevista de trabajo o los primeros días en una nueva empresa son momentos que a todas las personas nos generan diversas preguntas y expectativas. ¿Lo habré hecho bien? ¿Qué debería responder en esta situación? ¿Serán simpáticos mis nuevos compañeros? ¿Me valorará mi jefa? Sin embargo, hay personas a las que se añaden cuestiones extra. ¿Habrán visto algo diferente en mi tono de voz o en mi forma de moverme? ¿Y si intento caminar para que no lo noten? ¿Me aceptarán mis compañeros como realmente soy?

Estas últimas preguntas han cruzado la mente de toda persona LGTBI durante los primeros días en un nuevo ambiente laboral, en una entrevista de trabajo o incluso preparándose para una. Incluso entre miembros del colectivo se experimentan realidades diferentes: un hombre gay no verá las mismas situaciones de riesgo que una mujer lesbiana, una persona bisexual, trans o no binaria. También será determinante el sector para el que se esté postulando, porque no es lo mismo trabajar en la administración pública que en el sector privado, en una agencia de marketing que en el sector industrial o cultural.

Hay muchos factores a considerar al analizar la situación de cada colectivo e individuo que forma parte de la comunidad. Sin embargo, todas las personas que formamos parte de ella, sin excepción, nos hacemos una pregunta común al comenzar en un nuevo puesto de trabajo: «¿ser o no ser yo mismx?». Esta realidad se ve reflejada en La diversidad LGBT en el contexto laboral en España, un informe elaborado por la consultora Mpátika en el que se recoge que solo el 38% de las personas del colectivo están completamente fuera del armario en sus trabajos. Dicho de otra forma, existe un 62% de personas que tienen la necesidad de ocultar total o parcialmente su identidad de género u orientación sexual en su entorno laboral.

Esta situación de no expresión por la que transitamos las personas LGTBI durante nuestra vida laboral genera, en muchas ocasiones, un estado de estrés constante al querer pasar desapercibidos e integrarnos en el entorno heterosexual predominante. No obstante, a menudo la expresión de la orientación sexual e identidad de género se va dando a medida que se construyen espacios seguros en el trabajo. En la mayoría de los casos la confianza se produce gracias a la cotidianeidad que se vive con los compañeros y compañeras y con los jefes y jefas, o por la implementación de políticas de diversidad por parte de la empresa.

Esta realidad puede que llame la atención de muchas personas que no pertenezcan al colectivo, sobre todo considerando que España es reconocido internacionalmente como uno de los países más avanzados en cuanto a legislación y protección de derechos de las personas LGBTI en el entorno laboral. Por ejemplo, en 2020 se publicó el Real Decreto 901/2020, de 13 de octubre, por el que se establece que las empresas con más de cincuenta personas en plantilla están obligadas a contar con un Plan de Igualdad. Asimismo, este año se publicó la Ley 4/2023, de 28 de febrero, para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI.

La igualdad más allá de las leyes

No obstante, si bien en los últimos años se ha estructurado una legislación que garantiza cada vez más los derechos de la comunidad, no hay que olvidar que existe una realidad sociocultural que, a veces, camina más despacio que las leyes. En la sociedad española existen estereotipos, actitudes, emociones, lenguaje poco inclusivo y sesgos inconscientes anclados en nuestro imaginario que afectan a las personas que pertenecen a este colectivo.

Estos prejuicios, en gran medida, son los responsables del ocultamiento de la orientación sexual e identidad de género de las personas diversas en el ámbito laboral. Un estudio realizado en 2020 por la Unión General de Trabajadores (UGT) reflejó que un 86% de las personas considera que es necesario ocultar la orientación sexual en una entrevista de trabajo; y que un 90% de las personas LGBTI encuestadas consideran serlo un inconveniente en el acceso al empleo.

Por estas razones resulta importante no solo que se establezca una legislación que garantice los derechos de todas las personas, sino que también se promuevan iniciativas –tanto a nivel cívico como profesional y empresarial– para repensar los sesgos existentes en el imaginario colectivo. Es un camino que estamos comenzando a transitar y sabemos que los resultados tomarán tiempo, pero no debemos minimizar los avances que nos han permitido seguir mejorando hacia la construcción de una sociedad cada vez más igualitaria.

Este nuevo enfoque más diverso ha ido calando dentro de las empresas españolas. En la Memoria Anual 2022 de la Asociación Red Empresarial por la Diversidad e Inclusión LGBTI (REDI) se visibiliza un aumento del 37% en el número de empresas asociadas, pasando de 144 a 197. Así, se constata un incremento en el número de empresas y organizaciones que buscan implementar una visión estratégica de la diversidad e inclusión, enmarcadas dentro del ámbito de la sostenibilidad y los recursos humanos.

Ser visible en el trabajo: mi experiencia en primera persona

Si bien la decisión de visibilizarse como persona LGTBI en el trabajo corresponde a cada persona, hacerlo depende también del clima de respeto y confianza que se encuentra en el entorno profesional concreto.

Como creo que es importante hablar de ello, me gustaría compartir mi visión como un hombre homosexual en el mundo laboral. Hoy me siento plenamente cómodo con quién soy y con ser visible en mi trabajo. Sin embargo, esto no siempre fue así. Estudié Derecho como grado y mis primeras prácticas fueron en un despacho de abogados. Según mi experiencia, el del Derecho es un sector predominantemente machista y heteronormativo, donde las identidades que no cuadran con los patrones de conducta esperados o, al menos, mantengan las apariencias, difícilmente tienen un espacio.

En esta primera experiencia laboral tuve la necesidad de fingir, de ocultarme y de mostrarme de cierta manera, tanto con mis compañeros, compañeras, superiores y clientes. Si bien nuestra identidad no tiene por qué afectar a nuestra profesionalidad y desempeño, en muchos casos los estereotipos y sesgos de terceros pueden llegar a imponerse. Sin embargo, mientras fui adquiriendo experiencia y conociendo otros ámbitos laborales (como la administración pública y el sector empresarial), comencé a ganar más confianza en mí mismo y a saber qué busco en el lugar donde quiero trabajar.

Gracias a este proceso de autoconocimiento y también a los privilegios con los que conté en el camino –como tener una educación universitaria, una posición económica estable y ser hombre, homosexual, pero hombre, al fin y al cabo–, pude comenzar a valorar lo que cada ambiente laboral tenía para ofrecerme a nivel profesional y personal. Y así llegué a la conclusión de que, si quería encontrar el trabajo adecuado, tenía que dejar de ocultarme y ser visible en todo momento.

No ha sido un proceso sencillo. He tenido momentos tensos como, por ejemplo, cuando gerentes de otros departamentos no consideraron del todo fiable mi opinión profesional en un inicio por el simple hecho de ser un hombre gay. Sin embargo, conté con el respaldo de jefes y jefas líderes que me supieron guiar y celebrar mi forma de ser, así como con compañeros y compañeras que me brindaron el ambiente de confianza que necesitaba. Gracias a cada una de estas personas pude sentirme cómodo para decidir ser yo mismo en el trabajo. Con esa posición activista por la visibilidad LGTBI también se (re)educa a las personas que están alrededor y, lo más importante, se brinda una sensación de seguridad a aquellas personas que –tal vez– dudan sobre si lo son o si pueden contarlo.

En otras voces

Esta es mi experiencia, pero no es la única. Diego Pinto es un hombre bisexual, tiene 32 años y trabaja como comunicador para el desarrollo en Lima. Cuenta que ha pasado por diferentes situaciones de discriminación y violencia en distintos espacios laborales. «Desde querer sacarme del armario con preguntas muy invasivas hasta un hostigamiento verbal y físico por mi expresión de género», reconoce. Su situación es tristemente habitual en muchos países, incluidos Perú y España, donde persiste el prejuicio de que las personas LGTBI no somos profesionales, responsables, comprometidas, entre otras cosas.

Al inicio de su vida laboral, Diego recuerda que no estaba seguro de querer ser visible. «Constantemente vivía tratando de que no se me notase para poder mantenerme en mi lugar de prácticas. Sucede a menudo que ese miedo a ser descubiertos impacta negativamente en nuestro desempeño laboral, ya que estamos más enfocados en protegernos que en demostrar lo capaces que podemos llegar a ser», señala.

Hoy sí está convencido de que es necesario mostrarse visible. Abraza su orientación con orgullo, también en su empresa. Trabaja como Comunicador del Programa de Empoderamiento Económico de CARE Perú, una organización que respeta la diversidad y apuesta por la construcción de un espacio seguro. Nos cuenta que, junto con una amiga, han generado un espacio exclusivamente para personas del colectivo y están organizando por segundo año consecutivo actividades por el Mes del Orgullo. Además, como parte de su proceso de reivindicación, ha podido contratar personas trans como consultoras para algunos servicios.

De hecho, las personas trans son, dentro del colectivo, quienes más sufren la discriminación en el ámbito laboral, prejuicios que se multiplican cuando eres una persona migrante. Chebi Bouroncle es una mujer trans peruana de 33 años que vive en Barcelona, es psicóloga social y trabaja para la asociación ACATHI, que vela por los proyectos migratorios y derechos de las personas LGTBI migrantes y refugiadas. Ella cuenta que su camino hacia la inserción laboral ha sido más difícil que sus experiencias laborales en sí. «Está la dificultad de cómo revelar la identidad de género cuando tu documentación muestra nombres y géneros distintos. Además, el que te llamen por una identidad que no te representa es doloroso en cualquier ámbito», explica.

En su caso, Chebi indica que siempre coloca en su CV y en la carta de presentación una aclaración para evitar malentendidos: «Así me libro de las ‘sorpresas’ durante las entrevistas. Es una estrategia que seguí, pero considero que no debería de ser necesaria si viviésemos en una sociedad con menos prejuicios de género y menos centrado en la normatividad heterosexual». Desde su campo laboral, siempre ha estado interesada en reivindicar las identidades a las que pertenece de alguna u otra forma. «En mis dos experiencias laborales formales en Barcelona me facilitaron una oportunidad y ahora me dedico a trabajar en primera base con todo el colectivo al que pertenezco: el de personas LGTBI migrantes y refugiadas», cuenta satisfecha.

La experiencia de cada persona en el ámbito laboral es distinta, pero todas ellas tienen un momento común: decidir si ser o no visibles, si aclaramos una situación, si pasamos desapercibidos. La buena noticia es que cada vez son más los ambientes laborales donde podemos ser nosotros mismos y, con suerte, podemos ir iluminando el camino para las siguientes generaciones LGTBI que están por incorporarse ámbito laboral. Es un camino que apenas estamos comenzando a andar y que estará lleno de distintos retos, pero es fantástico saber que no estamos solos. Por eso, si no eres miembro del colectivo, tu apoyo en el entorno laboral puede significar mucho más de lo que crees. Si lo eres y te muestras visible en el trabajo, también te doy las gracias: te aseguro estás haciendo sentir menos solo a alguien de tu entorno.

One Health

Salud humana y ambiental: una cuestión de equilibrio

Gramers

De una u otra forma, todas las crisis que vivimos –y que viviremos– están atravesadas, de una u otra forma, por la degradación de los ecosistemas y los efectos derivados del cambio climático. Propiciar el bienestar desde una mirada global y una perspectiva «one health» puede ser la palanca de cambio que active la verdadera regeneración de la vida en el planeta.

Por Marta González-Moro, CEO de 21gramos.

Contemplar un atardecer. Sentir el viento en la cara. Escuchar las olas romper contra las rocas. El canto de los pájaros o el crepitar del fuego en una chimenea. La naturaleza cura. Cura el alma y cura el cuerpo. Lo decía Hipócrates allá por el siglo V a.C. y lo mantienen los más recientes estudios científicos.

Cuando experimentamos el contacto con la naturaleza disminuyen el estrés y la ansiedad, mejora nuestra función cognitiva –la capacidad de atención, la memoria o la orientación– y aumenta nuestra sensación de felicidad. Según algunas investigaciones, basta dedicar 20 minutos al día a pasear por el campo, un parque o cualquier lugar que nos brinde la sensación de estar en la naturaleza para reducir de manera eficiente los niveles de cortisol. Por ejemplo, las llamadas «píldoras de naturaleza», también conocidas como «baños de bosque» o Shinrin Yoku, concepto acuñado en los años ochenta por la Agencia Forestal de Japón con el doble objetivo de promover este hábito saludable en una población urbana elevadamente estresada y preservar los extensos bosques que cubren la superficie del país.

Una teoría (empírica) que ha empezado a asomar en Occidente. Conscientes de que vivir cerca de árboles y zonas verdes tiene correlación con una mejor salud mental y un menor consumo de medicamentos, cada vez más hospitales, escuelas o sedes empresariales acogen jardines o huertos; los bosques se transforman en centros de bienestar; nacen los entornos terapéuticos; se aboga por el diseño biofílico… y emerge toda una industria en torno al wellness o, un paso más allá, al wellbeing.

El silvicultor urbano Cecil Konijnendijk propuso la regla 3-30-300 para crear ciudades más saludables, esa que se cumple cuando desde nuestra ventana o balcón divisamos al menos tres árboles, vivimos en un barrio con un 30% de cubierta vegetal y nos encontramos a menos de 300 metros de un parque. Los investigadores del ISGlobal emplearon esta fórmula para tomar la temperatura, en sentido literal y figurado, a Barcelona, con una conclusión dramática: solo el 4,7% de la población cumplía con los tres preceptos. Unos resultados que, mucho me temo, no superarían buena parte de las ciudades que habitamos y que, no olvidemos, también nos habitan –aunque a veces ese olvido «todo lo destruya», que cantaría Carlos Gardel–.

El poder curativo de la naturaleza convive, en efecto, con su poder devastador o desestabilizador, en buena parte alimentado por las presiones humanas. Calentamiento global. Contaminación atmosférica. Incendios y deforestación. Sequías e inundaciones cada vez más frecuentes e intensas. Pérdida de biodiversidad. Propagación de enfermedades. Escasez de alimentos. Tensiones geopolíticas. Pobreza. Migraciones. Guerras.

Todas las grandes crisis que agitan actualmente el mundo están atravesadas, en mayor o menor medida, por la degradación de los ecosistemas naturales y los efectos derivados del cambio climático. Nada que no sepamos pero, por si fuera poco, el último aviso data de solo unos días: «la ventana para asegurar un futuro habitable se cierra», aseguran los expertos responsables del último informe del IPCC. Aún tenemos tiempo, pero este se agota. Y no podemos esperar a ver cómo cae el último grano de arena del reloj.

La sociedad homeostática

La salud humana y ecosistémica son una sola. Esa visión One Health coreada por Naciones Unidas es una certeza que, parece, asumimos desde la traumática vivencia de la pandemia, cuando las fronteras entre realidad y distopía se diluyeron y fuimos testigos de nuestra fragilidad y de los riesgos a los que nos expone una naturaleza maltrecha.

Desde la majestuosa y colorista Pandora del universo Avatar hasta la apocalíptica y devastada Norteamérica presentada en Last of us, los modernos relatos ficticios nos recuerdan que somos parte de un supraorganismo que lo conecta todo. Caen como sal en unas heridas aún sin cicatrizar del todo y nos invitan a seguir reflexionando sobre las grandes cuestiones de la humanidad, que no es más –ni menos– que la suma de todos nosotros aquí y ahora.

En este sentido, en nuestro IV Estudio Marcas con Valores nos adentrábamos en la sociedad homeostática, entendiendo esta como un ecosistema vivo que necesita estabilizar de nuevo sus desajustes sociales, económicos y medioambientales. «Emulando el proceso biológico por el que los seres vivos logran hacer frente a graves alteraciones, es el momento de que la sociedad despliegue y acelere los mecanismos que le permitan autorregularse ante los evidentes desequilibrios. Sabiendo que todos somos seres interdependientes que no podemos vivir sin los otros», decíamos entonces.

Redefinición y repriorización del bienestar

Algunos datos esgrimidos de este último Estudio consolidaban la tendencia creciente que se viene vislumbrando desde hace tiempo: la repriorización de la salud y del bienestar físico y emocional por parte de una ciudadanía cada vez más consciente y consecuente entre lo que piensa y lo que hace. El 63% de los ciudadanos afirma, por ejemplo, que viviría más lejos del trabajo para estar en un entorno menos contaminado. Y el 68%, que optaría por trabajar o cobrar menos a cambio de tener más tiempo libre. Otros análisis como el 2023 Edelman Trust Barometer coinciden: el 69% elige sus trabajos basándose en que las empresas estén alineadas con sus creencias y valores.

Sin duda, las reglas están cambiando en nuestra forma de relacionarnos con el trabajo y con la vida, sin obviar que lo primero ocupa gran parte de lo segundo en términos de tiempo material. Ello ha abierto paso a grandes debates y cuestionamientos en torno al mundo laboral que cada vez ocupan más espacio en la agenda y conversación pública, como la digitalización y teletrabajo, la jornada laboral de cuatro días o el derecho a la desconexión.

El papel de las organizaciones del siglo XXI es responder y facilitar estas transiciones desde la empatía y a través de una cultura y un liderazgo comprometidos. Anticipándose, transformándose y tomando partido ante estos retos desde el desempeño y desde una visión que sitúe la salud y el cuidado de las personas y de su entorno en el centro de nuestras decisiones.

Propiciar el bienestar desde una mirada holística, entendiendo la salud humana y la salud del planeta como un sistema, es crucial para crear impacto positivo en todas las esferas: la política (y geopolítica), la empresa, la industria, el consumo o la educación. Asumir y trasladar este enfoque a nuestras decisiones y realidades particulares redundará en el bienestar de las personas que nos rodean, de nuestro entorno más inmediato y en el nuestro propio.

Empresa Fluida

21gramos acaba de nacer o la empresa que fluye

Gramers

Mi empresa es fluida: cómo pasar de «poner en el centro a las personas» a esforzarse más por cuidarlas.   

Por Lucía Roncero Caballero, directora de comunicación y contenidos en 21gramos

Es mentira que 21gramos tenga 16 años. ¿La cifra del boilerplate de nuestras presentaciones? Falsa. ¿El 15 aniversario que celebramos durante todo el año pasado? Un paripé. 21gramos, en realidad, acaba de nacer.

Hace poco entró por la puerta el último fichaje de la agencia, Luis, que oficialmente se incorpora al equipo para ayudarnos a coordinar proyectos de narrativa y comunicación institucional. Pero os cuento un secreto: el verdadero cometido de Luis es hacer renacer a la organización. Y no es un caso especial, así ha sido desde el principio. Yo misma hice lo propio hace años y, un primer día tras otro, así seguirá sucediendo hasta el final.

Como con Luis, pasó con Brezo hace menos de un mes, con las Cristinas hace dos o con Pati hace seis. Aparte de líquida, la ameba que no para de moverse en la home de nuestra web quiere representar a una organización fluida, cuyas partículas no ocupan una posición fija y le permiten, más que adaptarse a los cambios, aprovecharlos para convertirse en una cosa distinta (y mejor) cada vez.

Es obligatorio, para referirse a este concepto, hablar de la sociedad líquida y citar a su precursor, el sociólogo polaco Zygmunt Bauman que, si bien nos ayuda a entender en mundo en que vivimos arraigado en la incertidumbre, la fragilidad de los lazos y la inseguridad existencial, también nos deja un espacio para la transformación colectiva, porque que, según sus palabras, «los procesos son productos de la decisión de la gente y no hay nada determinado e inevitable».

Dicho esto, parece obvio que trabajar en un entorno que fluye se contagia de los riesgos de esta modernidad líquida a la que se refiere Bauman, pero que, motivadas por el cambio como única vía oportuna, también abre oportunidades. Una importante es que, que nunca dejas de aprender del otro. El contexto es exigente – tecnología, globalización, velocidad– y requiere de una renovación incesante de los conocimientos académicos. Sin embargo, no es esta la verdadera ventaja. Cada compañero o compañera que llega significa una nueva oportunidad de ver con otros ojos las mismas cosas o ser parte de cosas distintas, cambiar de opinión o terminar descubriendo cualidades ajenas en las propias en un círculo virtuoso sin fin.

En una empresa en la que las estructuras se mueven con frecuencia y las tareas no son estáticas, no se trata tanto de ser resilientes para adaptarse y superar las adversidades como si nada pasara, sino de tener claro un compromiso común y construir liderazgos firmes con procesos estables, pero flexibles, que puedan revisarse continuamente.

Para mí, lo más relevante de esta organización fluida es que ya no solo «pone en el centro a las personas», sino que se esfuerza más por cuidarlas. No se deja llevar por la dinámica de la producción sin fin y no soporta la conciliación, sino que la asume como una responsabilidad propia. No cancela a quien ha cometido un error, sino que le ayuda a remendarlo; o, en definitiva, no impone su forma de ser, sino que escucha para mejorar el mundo aceptando su fragilidad.

Ser B: el círculo virtuoso del activismo corporativo

Gramers

Por Marta González-Moro, CEO y socia fundadora de 21gramos

En 2019 celebramos con orgullo que 21gramos se sumaba a la familia B Corp. Nuestro cumplimiento con los más altos estándares en términos de desempeño social y ambiental, transparencia y responsabilidad empresarial nos convertía en la primera consultora de comunicación en obtener la certificación en España.

Pero lo más motivador nunca fue haber coronado una cima, sino saber que el camino continuaba al otro lado de la montaña. Con fuerzas renovadas y extraordinarios compañeros de viaje.

Convertirnos en B Corp supuso sin duda un punto de inflexión para emprender un proceso de mejora continua que, en escasos cuatro años, nos ha llevado a incrementar nuestras métricas de impacto en un 50%, una inyección de energía para seguir persiguiendo el propósito de construir una sociedad mejor para todxs. Más justa, más humana y más sostenible.

La evaluación de impacto de 2022 muestra que estamos por encima de la media de la puntación global de las B Corp, y por encima también en cada una de las dimensiones analizadas con respecto a nuestro país o compañías del mismo sector o tamaño, despuntando especialmente en gobernanza y medio ambiente. Un círculo virtuoso que nos hace cada día mejores, y que nos ha validado como B Way Partners para guiar a otros en este proceso de certificación o acompañarlos en la búsqueda de la excelencia del desempeño en sostenibilidad. En ese papel de sherpas que una vez nos atribuyó uno de nuestros clientes, nos reconocemos.

«No ha sido fácil, aunque nos hemos dejado la piel», que diría Revolver en esa canción cuyo título, 21gramos, parece un ejercicio de antropología convergente. Pero esta evaluación tan exigente pone números a lo que somos y hacemos desde hace ya más de 15 años: el 100% de nuestros proyectos impacta positivamente en el entorno en, al menos, una de las cinco áreas B Corp. Igualmente cabe señalar que nuestras ambiciosas medidas de reducción y compensación de emisiones implementadas tanto en nuestra oficina como en nuestros desplazamientos y eventos nos han permitido ampliar nuestros objetivos de descarbonización, acortando además el horizonte temporal y pasando de Net Zero en 2030 a Net Positive en 2022.

Pero si algo diferencia a 21gramos es su talento comprometido. «Personas primero» no es solo una declaración de intenciones, sino una realidad desplegada en un marco de actuación trazable. Como socia fundadora de esta compañía puedo asegurar que, si algo me ha enseñado el camino recorrido todos estos años, es que cuando las mejores personas para el mundo te acompañan en la ardua travesía de hacer un negocio al mismo tiempo rentable y responsable, el viaje se convierte en una fuente infinita de recompensas tras el descarte constante de atajos cortoplacistas. Lealtad al propósito y compromiso al desempeño definen nuestra cultura compartida en un equipo diverso, plural y sí, por qué no decirlo, activista.

Es entonces cuando se produce la paradoja de la incredulidad: aquellos que, desde la barrera, cuestionan e incluso subestiman la capacidad de las organizaciones no ya para mejorar la realidad que las rodea, sino la suya propia. La falta de ética, de voluntad o de liderazgo suele alimentar esta querencia a juzgar al otro, sin caer en la cuenta de que el veredicto final suele estar en manos de aquellos que te acompañan en el día a día. De tu gente.

Formar parte de la comunidad B Corp es liderar con el ejemplo: hacer antes que decir. Es asumir como propio el activismo corporativo, es creer firmemente que se puede hacer empresa y mejorar esta sociedad sin encasillarse en ideologías y huyendo de prejuicios excluyentes. Porque nadie, ni personas, ni empresas ni gobiernos, somos 100% sostenibles. El valor reside precisamente ahí, en la profunda sencillez de que todo, siempre, se puede hacer mejor.

La comunicación, la innovación, la belleza… y una cabina telefónica

Gramers

Por Laura Zamarriego, directora de narrativas y relaciones institucionales de 21gramos

El semáforo se puso en verde, pero decidimos no cruzar. A nuestros pies, una grúa se esforzaba en arrancar de cuajo una cabina telefónica. Aquel artilugio emblemático, desconchado y forrado de carteles de anuncios, parecía resistirse a su final, haber echado raíces sobre el asfalto valenciano. ¿De cuántos secretos, llamadas urgentes, excusas, te-quieros, broncas, crónicas y silencios incómodos habría sido testigo aquella máquina del tiempo, símbolo del paisaje urbano durante casi cien años?

Lo evocador de la escena que presenciamos ayer –y el hecho de que sacáramos rápidamente el móvil para inmortalizarla– me hizo recordar aquella otra de La gran belleza. 

– ¿Qué tienes en contra de la nostalgia, eh?

– Es la única distracción posible para quien no cree en el futuro.

Aunque el personaje de la película de Sorrentino solo tiene razón a medias. Ciertos estímulos nostálgicos, siempre en bajas dosis, nos permiten tomar consciencia del paso del tiempo, y reflexionar –nunca será suficiente– sobre qué significa en realidad el progreso. Aquel estandarte desgajado de la acera es, sin duda, historia de la innovación en las comunicaciones.

cabina comunicación
Valencia, 19 enero de 2023.

De eso, precisamente, de innovación en la comunicación, íbamos a conversar minutos después en una reunión con un nuevo cliente. La escena de la cabina probablemente nos inspiró y ayudó a argumentar por qué creemos en la importancia de romper ciertos esquemas a la hora de crear narrativas transformadoras.

Con enfoques renovados, diferenciales. Con rigor. Con voces expertas e influyentes. A través de formatos atractivos de fácil consumo. Trascendiendo la comunicación interna y externa a una tercera dimensión, más fluida hacia las diferentes audiencias. Y sin olvidar que la ética y la estética van siempre de la mano (de nuevo, la gran belleza, esta vez en minúsculas).

Desde el «hacer, antes que parecer». Con humildad y valentía. Desde la imperfección que supone querer ser cada día mejores. Y desde la asunción de que los grandes desafíos que afrontamos son comunes: la lucha contra la emergencia climática, la transición energética y la descarbonización, la protección y regeneración de la biodiversidad, la lucha contra la despoblación, la igualdad de oportunidades, la digitalización y la conectividad, la economía circular, la movilidad sostenible… ¿Acaso podríamos abordar todo ello sin el empuje legislativo, sin el compromiso de las empresas, sin alianzas público-privadas, sin la ciudadanía y los consumidores?

Si algo he aprendido en los distintos entornos en los que he trabajado –medios de comunicación, institución gubernamental, consultoría– es que solo hay una manera de avanzar: desde el diálogo y la colaboración. Aunque muchas veces cueste romper inercias y tumbar muros.

Después de presenciar la escena de la cabina, leí en la prensa que se había iniciado la retirada de los 15.000 teléfonos públicos que quedan desplegados por todo el territorio español. Solo espero que dejen algunos de recuerdo… para saber quiénes fuimos, quiénes somos y, sobre todo, quiénes queremos ser.

Laura Zamarriego

Laura Zamarriego se reincorpora a la dirección editorial de 21gramos

Gramers

Tras dos años en el Gabinete de Comunicación del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, la periodista vuelve a la consultora de la que formó parte hasta 2020.

21gramos, primera agencia especializada en sostenibilidad en certificarse como B Corp en España, refuerza así el equipo de comunicación y nuevas narrativas, uno de sus pilares estratégicos.

Madrid, enero 2023. La consultora de comunicación especializada en sostenibilidad 21gramos ha anunciado el fichaje de Laura Zamarriego en su área de contenidos estratégicos. La periodista, con sólida trayectoria en el campo de la sostenibilidad y ponente en congresos y conferencias como el Congreso Nacional del Medio Ambiente (CONAMA), no es una desconocida para 21gramos: formó parte de la agencia hasta el año 2020 cuando recibió la llamada del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico para incorporarse como asesora en el Gabinete de Comunicación.

Allí ha permanecido desde entonces, asumiendo labores de relación con periodistas y medios de comunicación especializados; redacción de intervenciones, tribunas y argumentarios, coordinación editorial de campañas de publicidad institucional o moderación y organización de eventos.

Hoy la periodista se reincorpora como directora de Narrativas y de Relaciones Institucionales para coordinar la estrategia editorial  de la agencia, desde la consultoría especializada a los proyectos de comunicación e inteligencia social que realizan con sus clientes. Además, también estará involucrada en Igluu magazine –revista pionera del lifestyle consciente lanzada por 21gramos en febrero del año pasado– y en el próximo estudio de Marcas con Valores, investigación de referencia en el ámbito de la consumocracia que ya prepara su quinta edición.

«Estoy muy agradecida tanto a la vicepresidenta Teresa Ribera como a todo el equipo del Ministerio por estos dos intensos años de trabajo, en los que se han alcanzado importantísimos avances en materia energética y ambiental, y de los que me llevo aprendizajes de un valor incalculable. Volver a 21gramos es para mí un gran reto, pero lo encaro con ilusión: sé que vuelvo a casa y que voy a trabajar con un equipo con una enorme calidad profesional y humana», explica Zamarriego.

Por su parte, en la consultora también están muy satisfechos con la reincorporación de la periodista, que abre nuevos horizontes en su estrategia de comunicación editorial y refuerza sus relaciones institucionales. «Además de la satisfacción personal por contar de nuevo con ella, su vuelta es una excelente noticia profesional tanto para 21gramos como para todos nuestros clientes. Tras quince años, seguimos apostando, y más fuerte que nunca, por los contenidos editoriales, transformadores y de calidad que ayuden a conseguir nuestro propósito: construir juntos una sociedad más justa, humana y sostenible», afirma Marta González-Moro, CEO de 21gramos, impulsora de Marcas con Valores y editora de Igluu.

Sobre 21gramos

21gramos, fundada en 2007, es un referente en consultoría de marca y transformación ética empresarial. Desde hace quince años, es una compañía líder en investigación sobre las tendencias y la evolución de las marcas en España, siendo la primera consultoría de comunicación y sostenibilidad en obtener el certificado B Corp.

Además, la agencia es la impulsora de Marcas con Valores®, un movimiento colaborativo cuyo fin es generar espacios de conocimiento compartido y foros de co-inspiración sobre las marcas que conectan y conversan desde los valores. Entre sus proyectos de inteligencia social, destaca su estudio bianual que, desde 2015, se sitúa como un referente en materia de consumocracia.

En 21gramos también editan la revista Igluu, un proyecto editorial pionero en el lifestyle consciente lanzado en 2021 con la firme intención de inspirar a quienes aspiran a disfrutar de un nuevo estilo de vida consciente, saludable, optimista, colaborativo y plural, capaz de redefinir y asentar las nuevas bases del siglo XXI.

Suerte Lotería 21gramos

Una cuestión de suerte

suerte lotería 21gramos

Gramers

Por Marta González-Moro, CEO de 21gramos, impulsora de Marcas con Valores y editora de Igluu.

Queridxs co-inspiradores,

Increíble. Teníamos un pálpito. Probablemente mucha gente lo tiene. Pero en 21gramos sabíamos que esta vez sí. Que este era el año de la suerte. Y nuestro deseo se ha cumplido.

Hace unas semanas, en el programa de Joaquín (el del Betis), Mercedes Milá le recordaba que ella, como el 99% de los españoles, hacía pipí en la ducha. Traer a colación su célebre anécdota escatológica puede considerarse inoportuno, pero es que solo hay algo que supere ese abrumador dato científico arrojado por Milá: el 100% de las personas que viven en este país ha soñado alguna vez con que le tocase la lotería.

Hasta aquí un ejercicio práctico de clicbait: un titular de rabiosa actualidad –nos ha tocado la lotería–, un tema soez –hacer pis en la ducha–, datos que nos favorecen –el 99% de la gente– exagerados con el «y yo más» corporativo –para mí, el 100%– o la mención a famosos –Joaquín y Mercedes Milá–. Este podría ser un reflejo de lo que es el trabajo de quienes nos dedicamos a la comunicación. Al menos, en el imaginario colectivo.

Como supondrás, el número que teníamos no ha sido premiado en esta ocasión. Solo ha sido un juego: lo hemos hecho porque no queríamos que nuestra carta navideña muriese en medio del colapso de estos días –cuando recibimos todos esos mensajes dulces, cursis o bienintencionados que se apiñan dándose codazos para felicitar la Navidad–, sobre todo en un año tan especial: nuestro 15 aniversario.

Nacer como consultora especializada en sostenibilidad en 2007 puede tener similitudes con lanzar una agencia digital a principios de los noventa, cuando solo los locos apostaban por el marketing digital. Hace quince años, desde nuestro particular oasis, empezamos a confiar en nuestra propia suerte. A lo largo de estos años hemos jugado al número del esfuerzo, al décimo de la perseverancia, a la pedrea del rigor, a la fortaleza ante las crisis, a la ilusión del cambio, a la pasión del propósito, al deseo del impacto… así hasta llenar el bombo. Y este año nos hemos dado cuenta de que todos esos boletos estaban premiados.

Ahora consolidamos un proyecto nativo sostenible, basado en valores y construido desde la absoluta convicción de que otra manera de hacer las cosas es posible. Hoy los números nos dan la razón, pero también nos llenan de emoción. Tanta que necesitamos compartir nuestra fortuna.

En enero de este año presentamos el IV Estudio Marcas con Valores 2022, culminando un trabajo de investigación social comenzado en 2015. Cada edición implica una amplia consulta a la ciudadanía y la participación de casi un centenar de expertos y líderes de opinión. Algunos estaréis leyendo estas líneas, así que aprovecho para daros las gracias por vuestra generosidad para co-inspirar con nosotros. También queremos de nuevo agradecer el inquebrantable apoyo de Estrella Galicia, Leroy Merlin, Quironsalud y Samsung para hacer posible y colaborativo este trabajo que nos permite pulsar la evolución de la consumocracia pero, sobre todo, nos ayuda a comprender el rol que han de asumir las marcas y compañías para generar de verdad un impacto positivo.

Ante la infoxicación que existe hoy en torno a la sostenibilidad, con contenidos que se mueven entre el esnobismo intelectual y la casposidad de lo obvio, en febrero lanzamos una nueva y original propuesta editorial: Igluu. Tras dos números impresos junto a los amigos de Yorokobu y una plataforma digital de contenidos actualizados, estamos felices de saber que hemos logrado crear una comunidad igluuinfluyente alrededor de una línea editorial valiente y transgresora.

En este nuevo año que se vislumbra, sabemos que tenemos grandísimos retos para mantener el espíritu rebelde y anticipador con el que ha nacido Igluu, que materializa el alma libre de 21gramos. Un proyecto diferente que queremos abrir y compartir con todo nuestro ecosistema: marcas mecenas, anunciantes, clientes, artistas, escritores, diseñadores, periodistas, compañeros de B Corp y, por supuesto, los igluusers que nos ayudan a llevarlo a cabo.

21gramos, Marcas con Valores e Igluu forman parte de un único ser vivo interdependiente que se nutre del mismo propósito: co-construir juntos una sociedad más justa, humana y sostenible. Solo este año, sería imposible valorar todo lo que hemos hecho: cuántos emails, videollamadas, revisiones de estándar GRI, matrices de materialidad, estrategias ESG, contenidos, infografías, convocatorias de prensa, entrevistas, guías para formación y sensibilización, planillos, producción audiovisual, piezas de diseño gráfico… Un listado casi infinito de entregables que solo han podido salir adelante gracias al trabajo bien hecho: las tres plataformas las conforman un mismo equipo de personas talentosas y comprometidas de las que me siento profundamente orgullosa. Ellas, junto a nuestros más de treinta clientes activos, son la verdadera fortuna intangible de 21gramos.

Hoy brindamos por crecer juntas, por tener salud y seguir trabajando en lo que nos hace felices con quienes nos hacen felices. Las niñas y niños de San Ildefonso nos lo han confirmado: no tendremos millones pero, un año más, nos ha tocado la lotería.

Que 2023 os traiga todo lo bueno que os merecéis.

Feliz Navidad.

Calienta, que sales: cuando la ética gana la partida

Gramers

Mundiales en países que no respetan los derechos humanos y CEOs obligados a dimitir por salir de fiesta con personas éticamente reprobables. Si la ética cada vez tiene más peso en la opinión de los aficionados en los deportes tradicionales y los esports, el próximo paso es que sean los clubes los encargados de ponerla en la balanza a la hora de tomar sus decisiones.

Por Antonio Pérez Mata, técnico de sostenibilidad en 21gramos e Impact Partnership Manager en Kawaii Kiwis (@kawaiikiwis).

El fenómeno no es nuevo: desde hace unos años, hemos observado cómo la sostenibilidad, la ética y los conceptos relacionados con ella han comenzado a influir en nuestras decisiones cotidianas. Ya no es solo que las empresas de todos los sectores busquen ser más sostenibles y comunicarlo –en algunas ocasiones, demasiado, incluso–, sino que la ciudadanía busca nuevos atributos verdes y socialmente responsables que se salen del binomio calidad precio. El entretenimiento asociado a la competición, tanto en los deportes tradicionales como en los esports tan en auge, no ha sido diferente al resto. Eso sí, con algunas particularidades.

Estas variables que entran en la ecuación afectan de manera muy diversa según en el ámbito del que hablemos y según lo tradicional o nueva que sea la competición, y también en función de la población que la disfruta. Mientras que en los deportes tradicionales el negocio ha ido avanzando pese al cuestionamiento ético de determinadas acciones –por ejemplo, el patrocinio de casas de apuestas o la relación estrecha con países y corporaciones que no respetan los derechos humanos–, en el caso de los esports nos encontramos con un público más susceptible de poner en la balanza la concienciación social. La reacción negativa de la masa crítica de jugadores ha propiciado la caída de patrocinios, cúpulas directivas o incluso CEOs.

Los videojuegos se mojan contra el acoso

Uno de los ejemplos más recientes de ello en el ámbito de los esports es el caso NEOM. Se trata de un polémico proyecto de ‘ciudad-Estado’ que está proyectándose para construirse en el noroeste de Arabia Saudí. Según explica The Guardian, para construir la megaciudad –que tendría un tamaño 33 veces superior al de Nueva York– se está persiguiendo y expulsando de la zona a la tribu de los Howeitat, originaria de distintas zonas de Arabia Saudí y Jordania.

El anuncio de que NEOM sería el patrocinador de la principal liga franquiciada de League of Legends (LEC) cayó como una bomba. De hecho, fue el anuncio y ruptura de patrocinio más rápido de la historia de los esports:  la reacción tanto de los empleados como de la comunidad de LOL propició la ruptura del acuerdo en menos de 24 horas. Además, ante semejante revuelo, Riot Games decidió establecer algo así como un Consejo de Acuerdos Globales y un Comité de Ética que contará con representantes del equipo Global de Esports de Riot, la división de impacto social Karma, equipos legales y agentes encargados de aspectos como la diversidad y la inclusión que reportarán directamente al vicepresidente senior Mark Sottosanti y a Brian Cho, jefe de desarrollo corporativo y comercial.

 Al mismo tiempo, la firma –una de las más importantes del mundo, con ingresos que superan con creces los mil millones de dólares– también anunció que ambos comités operarían por separado, y que el de ética participaría en la evaluación de los acuerdos, así como en las discusiones sobre la dirección de la empresa y las relaciones con socios globales a nivel internacional.

En nuestro país, un caso reciente ha tenido repercusiones muy sonadas a nivel internacional. Hablamos del que tiene por epicentro a Carlos Rodríguez ‘Ocelote’, ahora ex CEO de G2, una de las marcas más potentes y reconocibles del mundo de los esports –gracias, en gran medida, al trabajo del propio Ocelote–. En este caso, Rodríguez subió a sus redes sociales un vídeo con Andrew Tate, un polémico influencer conocido por su claro carácter misógino y sus declaraciones cosificando y denigrando a las mujeres. Frente a las críticas que las imágenes despertaron en la comunidad, el entonces CEO, respondió diciendo que él dibujaba en este asunto la línea, porque nadie podía «politizar» sus amistades. Eso encendió aún más los ánimos y, poco después, emitía un comunicado disculpándose y anunciando que se suspendía el sueldo durante dos meses.

Sin embargo, la cancelación no quedó ahí ni tampoco las consecuencias para G2. Apenas unos días después de la polémica, su equipo quedó fuera del circuito internacional de Valorant, un videojuego desarrollado por Riot Games, en el que son estos últimos quienes deciden qué equipos entran en la liga y cuáles no. Por hacer una analogía futbolística, es como si la UEFA dejase al Real Madrid fuera de la Champions a última hora por motivos desconocidos. Aunque no ha trascendido la razón oficial, nadie duda de que esto tuvo algo que ver y que Riot Games no quería verse salpicada por una nueva polémica, pese a que G2 era uno de los candidatos más claros a entrar por tradición y trayectoria. Al final, el asunto ha terminado con Ocelote dimitiendo y dejando la organización que él mismo fundó.

Al final, en un sector con tanto peso de los jóvenes y de sus opiniones en redes sociales, algo tan tradicional como la reputación ha tenido que reinventarse, pero está más presente que nunca. De hecho, relacionado con la gestión de las expectativas de la propia comunidad, hace poco KOI –el club fundado por Ibai– ha unido fuerzas con Rogue, un club presente en la LEC que multiplicará su influencia en el mercado.

Ante el acuerdo, uno de los primeros puntos que Ibai se ha apresurado a aclarar es que cualquier patrocinio que entre para financiar la unión de ambos clubes será supervisado por él mismo para que sus seguidores puedan estar tranquilos a nivel ético. Dicho de otra forma, en el caso de que haya bancos, aseguradoras, casas de apuestas o criptomonedas, por ejemplo, que quieran invertir, siempre será él quien tenga la última palabra sobre si se acepta o no.

¿Veremos algo así en los deportes de siempre?

Conforme los deportes tradicionales dependan cada vez más de las redes sociales y de las nuevas generaciones, es muy probable que se vean problemas y reacciones similares a las que se ven hoy en los esports y que afecten a la industria en menor o mayor medida. Sin embargo, hoy por hoy hay polémicas muy sonadas que siguen teniendo los dilemas éticos como protagonistas, aunque su resolución es algo distinta de los casos anteriores.

La transparencia de los casos anteriores no es habitual, por ejemplo. Uno de los casos más sonados recientemente fue el que tuvo como protagonistas a las jugadoras de la selección española de fútbol. Tras solicitar mayor despliegue técnico y denunciar situaciones dentro de la selección, cuestionando el trabajo del entrenador, la medida de presión no surtió efecto y finalmente el asunto se ha zanjado con todas las jugadoras excluidas de la convocatoria.

Sin embargo, quizá los más recientes son todos aquellos que tienen que ver con el próximo mundial de fútbol. Desde que Qatar fue anunciado como sede, se han sucedido innumerables polémicas, empezando por la manera en la que fue seleccionado y que abrió una investigación por corrupción que todavía sigue abierta. A eso, se suman las condiciones laborales de los trabajadores extranjeros y que han sido denunciadas por Amnistía Internacional y otras organizaciones –se calcula que han muerto unas 6.500 personas durante la construcción de los estados y recintos– o la situación que viven tanto las mujeres como el colectivo LGTBI en el país, donde la homosexualidad es ilegal y duramente castigada por la ley.

Aunque ninguna de las selecciones ha decidido no acudir al mundial debido a todo esto, se han sucedido reacciones que oscilan desde las declaraciones críticas de jugadores ya retirados diciendo que no irán a Qatar o ni siquiera lo seguirán por la tele por «vergüenza» –por ejemplo, dos históricos como Lahm o Cantona– a las protestas de la marca Hummel, patrocinadora de Dinamarca, que ha decidido hacer imperceptible su logo en la camiseta para reforzar el mensaje de que apoyan a su selección, pero no el mundial. Al mismo tiempo, los capitanes de ocho selecciones lucirán brazaletes arcoíris como protesta.

España ha decidido mantenerse al margen de esa acción, algo que, aunque ha suscitado rechazo, no puede decirse que sorprenda: la SuperCopa de España, de hecho, se celebra desde el año pasado en territorio saudí. La decisión, que no estuvo exenta de polémica en su momento, fue duramente criticada por primar el interés económico a los derechos humanos y por alejar el torneo de la población española.

No es algo que afecte solo al mundo del fútbol. Recientemente, se han hecho públicas las negociaciones que existen en baloncesto para llevar la Euroliga a los Emiratos Árabes Unidos. A través de este acuerdo, la competición pasaría de llamarse Turkish Airlines Euroleague y recibir 10 millones en ingresos a llamarse Emirates Airlines Euroleague, llevarse seis veces más. Eso sí, implicaría incluir un equipo con sede emiratí y llevar la hipotética final four a Dubai. Decisiones que, por supuesto, no han gustado entre la comunidad.

Con todo esto sobre la mesa, la conclusión es que aún queda mucho por avanzar. Pese a las similitudes a nivel competitivo que presentan tanto los deportes como los esports, la mayor presencia digital y joven de los segundos los convierte en un entorno mucho más propicio para que el público y los propios empleados articulen su descontento y provoquen ese cambio en patrocinios, organizaciones y estructuras de decisión interna con la finalidad de disfrutar de un ocio sano y sostenible en términos sociales, medioambientales y de propia gobernanza de las distintas organizaciones (clubes, desarrolladoras, patrocinadores…).

El deporte tradicional, según se va digitalizando y va calando a nuevos tipos de aficionados más conscientes y preocupados por estos temas, tendrá que empezar a tener en cuenta todos estos aspectos que ya son una prioridad para patrocinadores y socios comerciales. ¿Lograremos que cantar un gol sea más sostenible social y medioambientalmente que nunca?

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