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Emprendedores Sociales

Diez personas (e ideas) que ya están cambiando el mundo

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Como cualquiera que lanza una empresa, los emprendedores sociales buscan obtener beneficios y tener éxito comercial. Sin embargo, el objetivo final es otro: mejorar vidas, crear empleo y promover la sostenibilidad. Aquí algunos ejemplos de jóvenes españoles que han materializado sus sueños para transformar la sociedad.

Por Brezo Sintes, responsable de proyectos en 21gramos.

«Los problemas existen hasta que alguien se fija en ellos», predica Muhammad Yunus, el padre de las microfinanzas. Y esto es precisamente lo que define a la perfección a los emprendedores sociales. Son, por naturaleza, personas inconformistas que buscan un compromiso con aquello que no les gusta de la sociedad, haciendo su trabajo con pasión, pero también con la responsabilidad por el largo plazo.

Estos líderes sociales usan los negocios como una fuerza para el bien común y trabajan sin descanso para mejorar sus comunidades y la sociedad en su conjunto. Gracias a las habilidades comerciales adquiridas por sus experiencias laborales previas, estos activistas corporativos proporcionan bienes o servicios que mejoran vidas, crean empleos y promueven la sostenibilidad.

Afortunadamente, los tiempos están cambiando y hoy la lista de soluciones innovadoras a grandes desafíos sociales en España es interminable. Pero, por algo hay que empezar: aquí hay una pequeña muestra de diez buenas ideas que han nacido en la mente de las personas adecuadas, convencidas de que otra forma de hacer empresa es posible.

Kuvu: la plataforma de alojamiento compartido entre generaciones

Eduardo Fierro, Jon Ander Fernández y Haize Trueba son los jóvenes emprendedores, graduados de la metodología LEINN en la Universidad de Mondragón, que crearon Kuvu con el objetivo de actuar como agente de cambio en la sociedad y demostrar que la edad es solo un número. La idea surgió después de que Eduardo conviviese con sus dos abuelas al trasladarse a Bilbao para comenzar sus estudios, cuando el elevado precio de los arrendamientos le llevó a solicitar apoyo en distintos programas municipales para poder alquilar una vivienda.

En la plataforma de Kuvu, las personas mayores se dan de alta rellenando un formulario y poniendo información sobre su inmueble y sus preferencias a la hora de convivir. Esta información hace que les sea más fácil conectar y conocer a una persona joven con quien puedan encajar para tener una convivencia adecuada.

RobinGood: la primera comercializadora española de alimentos con alma

Luis Font trabajaba en la empresa de su familia y en una gran multinacional de alimentación. Le encantaba el mundo empresarial, pero también el social, así que en 2020 decidió crear un híbrido que se llama RobinGood, un proyecto rentable y que, además, ofrece un retorno a la sociedad a través de la comercialización de snacks y palitos de pan. El propósito es claro: crear oportunidades laborales, y aumentar la contratación de personas en riesgo de exclusión social a través del consumo consciente y responsable de productos 100% sociales, en cuya elaboración siempre participan estos colectivos.

Se ha convertido en la primera comercializadora española de alimentos artesanos y de proximidad que provienen de empresas sociales como El Rosal, Ordi, L’Olivera y ya está presente en los supermercados.

ComGo: tecnología blockchain que ayuda a acabar con la pobreza

Arancha Martínez con 24 años tenía claro que cambiar el mundo era posible. En 2008 viajó a India con un objetivo: ser parte activa del cambio. Su respuesta inmediata fue la creación de It-willbe.org, una ONG española de cooperación internacional que busca en la innovación y en la tecnología solución a los grandes retos sociales.

Como firme creyente de la tecnología como vía para maximizar el impacto de los proyectos sociales, lideró en 2017 la creación de ChildPPa para introducir la biometría más avanzada en el sector social para visibilizar y proteger a menores que vivían en las calles en países de desarrollo. Por si fuera poco, ese mismo año, cofundó ComGo, The Common Good Chain, la primera plataforma blockchain de gestión de proyectos solidarios y de trazabilidad del impacto social.

Apadrina un olivo: aceite y conservas vegetales para revitalizar la España vaciada

José Alfredo Martín tuvo la suerte de pasar gran parte de su infancia en los pueblos de sus padres en Ávila y Cáceres, donde guarda especial cariño por aquellos días donde lo único que importaba era a qué hora se comía y se cenaba. Al observar que este estilo de vida estaba cerca de extinguirse, le hizo reaccionar y unirse a Alberto, Adrián, Sira y Pablo para crear Apadrina Un Olivo, una solución para el pueblo de Oliete, en Teruel.

Hoy lidera este proyecto innovador dentro del ámbito rural para concienciar y además involucrar a la sociedad y empresas en la transformación de uno de los grandes retos del siglo XXI: el abandono de las áreas rurales. En esta empresa social están trabajando por recuperar los más de 100.000 olivos del pueblo gracias a la colaboración de los padrinos y madrinas y a la comercialización de productos agroecológicos como el aceite y las conservas vegetales.

Solar Crowd: invertir y financiar la energía solar

Eugenio García-Calderón es un ingeniero español que sueña con un mundo más sostenible, sano y equilibrado. Sabedor de que la energía solar representa una palanca de transformación social para alcanzar ese sueño, con 29 años ya ha impulsado 3 organizaciones: Light Humanity que da apoyo a emprendedores en energía solar, Comunidad Solar que impulsa Comunidades Solares en España y la más reciente, Solar Crowd que financia proyectos de energía solar en todo el mundo.

Esta última iniciativa, de tan solo un año de vida, pretende financiar energía solar a un millón de personas antes de 2030, especialmente a personas en situación de pobreza energética. Y lo hará financiando 2.000 proyectos a través de una plataforma de inversión colectiva entre particulares y empresas de energía solar. Por 50 euros, cualquier persona puede financiar un proyecto de energía y, a la vez tener, la trazabilidad de las personas impactadas, las toneladas de CO2 evitadas y la rentabilidad esperada. El impacto ha llegado más allá de España, sobre todo a Colombia, Brasil, Ecuador y Mozambique.

Rooral: volver al pueblo para teletrabajar

Juan Barbed y Ana-Amrein, son dos emprendedores sociales que están creando impacto a través de Rooral, una red de pueblos conscientes en zonas despobladas desde los que poder trabajar en remoto.

Juntos pretenden responder a una necesidad urgente de restablecer la necesaria conexión entre dos mundos cada vez más distantes, a través de un diálogo bidireccional entre lo urbano y lo rural. Para ello, crean espacios en los que nos regenerarse como personas y como comunidades, porque defienden que el entorno rural fomenta la creatividad, la productividad, la motivación y el bienestar. Así, cada participante puede estructurar su jornada laboral a su manera, aunque ofrecen cenas grupales a la semana, actividades artesanales, excursiones a la naturaleza o experiencias gastronómicas inspiradas en el producto local.

Crowdfarming: alimentos ecológicos directos del del campo

Los hermanos Gabriel y Gonzalo Úrculo hace más de diez años abandonaron sus respectivos trabajos para volver a labrar, sembrar y cultivar el huerto de su abuelo. Una  decisión determinante que en 2017 daría vida a lo que hoy es Crowdfarming, su propia cadena de suministro de alimentos que pone sobre la mesa los únicos dos actores necesarios: productor y consumidor.

Se podría calificar como «el Amazon agrícola» en el que los agricultores producen directamente bajo demanda de los consumidores. Es decir, planifican sus cosechas, lo que evita buena parte del desperdicio de alimentos en el que incurre hoy en día la cadena de suministro. La solución innovadora está en desintermediar la cadena de suministro de alimentos a través de una plataforma donde poder ofrecer y vender productos, logística para mover los paquetes, atención a los clientes.

Ayúdame 3D: brazos impresos en 3D para personas sin recursos

Bajo la premisa de que «ayudar es demasiado fácil como para no hacerlo», el joven madrileño Guillermo Martínez con 22 años diseñó e imprimió en su habitación la primera prótesis impresa en 3D dirigida a personas sin codo. Hoy, dirige una organización que ya ha ayudado a más de medio millón de personas en 55 países de todo el mundo con sus trésdesis, brazos impresos en 3D con movilidad prensil gracias a la articulación natural que tenga cada persona. El 25% de personas beneficiarias se encuentran en España.

Ayúdame 3D quiere dar una solución a las más de 83 millones de personas en el mundo que necesitan algún tipo de prótesis utilizando la tecnología para buscar soluciones para la gente que lo necesita. Para sostener económicamente el proyecto, la empresa lleva a cabo programas educativos de carácter social.

Hemper: moda regenerativa como alternativa a un sector textil contaminante

Con solo 24 años, Gloria Gubianas fue elegida Mujer emprendedora del año en España, por apostar por el slow fashion con Hemper.  La idea surgió en un viaje a Nepal donde conoció a una pequeña comunidad de artesanos del cáñamo, la principal inspiración de lo que hoy en día es esta empresa social.

Se trata de un proyecto de moda regenerativa que cuenta con el sello BCorp confecciona artesanalmente sus accesorios en Nepal por familias con recursos limitados. El cáñamo, la materia prima principal de los textiles que confeccionan, es una planta que cumple el papel de regeneración, absorbiendo más CO2 que la media.

Koiki: reparto sostenible de última milla e inclusión social

Esta empresa social fundada por el vasco Aitor Ojanguren rompe con el modelo clásico de distribución. Koiki nació en 2015 para ofrecer una solución al aumento de tráfico y contaminación derivados del crecimiento de las compras online, y la respuesta la encontró en el reparto de última milla empleando medios de transporte sostenibles.

Su foco es el trabajo con personas en riesgo de exclusión social que reparten los pedidos andando, en bicicleta, en patinete o en vehículos eléctricos. Para toda la logística, Koiki dispone de 60 microhubs activos en 18 provincias españolas. Desde su nacimiento, la actividad de Koiki no ha pasado inadvertida: una de las primeras entidades en impulsar esta empresa ha sido Fundación Repsol, que invierte en el desarrollo de empresas enfocadas en la transición energética que promueven la inclusión de colectivos vulnerables.

Escucha Activa

Inteligencia social, escucha activa, conciencia colectiva

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En un momento de ruido permanente, escuchar con atención e interés las conversaciones que se producen fuera de las compañías ayuda a comprender lo que pasa dentro de ellas. La inteligencia social es una tarea obligada para entender las dinámicas sociales y para impulsar la innovación y la transformación social.

Por Ximena Sapaj, directora de Investigación e Inteligencia Social de 21gramos y del Estudio Marcas con Valores.

Era el año 2015 y todo era distinto: no había debates sobre ChatGPT, ni sobre guerras internacionales, ni sobre pandemias que nos sonaban a ciencia ficción. Tras casi treinta años trabajando en investigación social en España, el azar cruzó en mi camino a 21gramos. Sobre la mesa, el encargo de participar y liderar el proceso de investigación que desembocaría en lo que sería el primer estudio de Marcas con Valores, que serviría para iniciar el camino del análisis del estado del consumo consciente en España. Este trabajo, un claro ejemplo de escucha profunda y un desafío personal y profesional, se tradujo en una experiencia altamente gratificante e inspiradora.

Ocho años después de ese momento, con muchos otros proyectos completados y con el quinto estudio de Marcas con Valores despegando, la perspectiva del tiempo me ha hecho ver lo que hemos avanzado, pero también el peso que la escucha ha tenido siempre en nuestro trabajo, la importancia que se le daba en los procesos. Ese cruce de caminos me llevó a encontrar un lugar donde se valoraba y se entendía el potencial de la investigación como fuente generadora de inteligencia social, como una herramienta idónea para aprehender y entender la realidad de las personas, de las organizaciones y los retos a los que se enfrenta la sociedad.

El psicólogo Pichón Riviere decía que todo encuentro real puede generar un proyecto, y en mi caso así fue. Mi vida se unió a 21gramos y nació el Departamento de Investigación e Inteligencia Social porque existía en ambos la convicción de que la escucha activa y consciente es una tarea obligada para entender las dinámicas sociales y una pieza clave para poder innovar y facilitar los procesos de  transformación cultural tan necesarios en el contexto actual. 

Qué es la escucha activa (y por qué es importante para tu organización)

Carl Rogers, psicólogo humanista estadounidense que ha tenido una gran influencia en la psicoterapia y la educación, fue uno de los primeros en desarrollar el concepto de escucha activa. Él la definía como una habilidad del ser humano para escuchar de una manera consciente –haciendo uso de nuestras capacidades cognitivas– y empática –empleando la inteligencia emocional–. Dicho de otra forma, es un proceso que implica estar totalmente concentrados en el mensaje que la otra persona intenta comunicarnos, con lo que necesita que hagamos un esfuerzo a nivel cerebral y emocional.

En 21 gramos entendemos que es un acto estrictamente humano que nos distingue de los seres vivos que simplemente oyen lo que sucede a su alrededor. A diferencia del oír, el escuchar no se agota en lo sensorial y el actuar, sino que está muy conectado a nuestras capacidades de entender, comprender e interpretar.

Escuchar está cargado de símbolos e imágenes y es un acto que no solo se apoya en el lenguaje verbal, sino que se enriquece y cobra distintos significados a través de otros y múltiples lenguajes. En definitiva, es un proceso humano que se da en relación con el resto e incluye el pensamiento, lo consciente, lo racional, lo emocional y lo razonable. Todos nacemos biológicamente con capacidades para comunicar y vivir relacionados y por tanto, con capacidades para construir y tejer redes entre nosotros.

Cómo practicar una escucha activa y profunda

Comprender mejor a los otros, sin juzgar y practicar la empatía es una herramienta esencial para transformar la realidad y trabajar por una sociedad más justa, humana y sostenible, algo que nos hace avanzar tanto en nuestra vida personal como profesional. Practicar una escucha activa requiere de atención, esfuerzo y voluntad, y es un proceso de aprendizaje y mejora continua. Aquí algunas claves para practicarla.

  • Cuidar la situación en que se escucha y explicar con claridad el porqué y el para qué, con transparencia y claridad.
  • Evitar distracciones y velar por un encuadre propiciador de la situación de escucha. 
  • Mantener un adecuado contacto visual, cara a cara, para demostrar que estamos sinceramente interesados por lo que nos dicen, con una postura corporal distendida y relajada.
  • Hacer preguntas relevantes para clarificar la información. De esta manera, las personas a quienes escuchamos perciben que sentimos interés por lo que nos quieren comunicar.
  • Resumir periódicamente lo que nos acaba de decir el interlocutor, un método eficaz para comunicar que estamos atentos a la conversación.
  • Dejar que el interlocutor se explaye y hable fluidamente. Para eso, el entrevistador debe saber estar en silencio y no interrumpir ni formular juicios sobre lo que nos hablan.
  • Empatizar de forma profunda con el interlocutor, sin centrarse en sus propios sentimientos u opiniones. Un buen oyente debe tratar de entender los puntos de vista del otro y ponerse en el lugar de sus sentimientos y emociones.
  • Evitar los juicios de valor prematuros sobre el mensaje del hablante, poniendo atención en el contenido del mensaje y no en su personalidad o apariencia.
  • Escuchar los hechos, pero también las emociones. Se deben observar atentamente los gestos, la expresión facial y el lenguaje corporal del que habla.
  • Manejar los tiempos. Un buen oyente tiene que esforzarse deliberadamente por dar una oportunidad a los demás oradores para que también expresen sus pensamientos y opiniones, intentando aprender de cada uno de ellos.

Realizar una escucha activa y profunda es una oportunidad de aprendizaje. «Escuchar es acoger la diferencia, es darle valor al punto de vista el otro, a la interpretación del otro, es en definitiva legitimar al otro», como decía el filósofo Humberto Maturana. Hacerlo da significado al mensaje y valora a quien lo emite, haciéndolo visible. No es un proceso fácil, ya que no produce respuestas, sino que construye preguntas. Y esa es precisamente la base de la inteligencia social: formular preguntas en búsqueda de respuestas compartidas.  

¿Necesitas ayuda para poner en práctica la escucha activa dentro de tu organización? Contacta con nuestro equipo de Inteligencia Social y te ayudamos. 

Inteligencia Artificial

Tú también eres una inteligencia artificial. Y eso no es una buena noticia.

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Crear textos para las marcas con ChatGPT puede parecer una distopía pero, ¿se diferencian tanto de los que llevan años produciendo? Ahora que las marcas están llamadas a transformarse y transformar el mundo, sus contenidos tienen que ayudarles en esa misión. Y ello pasa por volver a lo que nos hace humanos.

Por Luis Aguilar, director de proyectos en 21gramos.

Llegas tarde si todavía no has publicado en LinkedIn nada relacionado con la inteligencia artificial. Te falta calle, bro, si aún no te has posicionado en tu miedo ludita o en tu euforia cyberpunk. Para cuando quieras contar algo, se habrá vuelto a poner de moda el metaverso. Espabila, tendrás que publicar algo aunque no sepas qué. Lo mejor de todo es que no tienes por qué ser tú quien lo escriba. La propia IA puede hacerlo por ti. Solo tienes que pedírselo. Dale a la IA las instrucciones de lo que quieres (el prompt) y lo hará. 

Venga, entra en OpenAI.com, pulsa en Try ChatGPT, regístrate y, sin dar muchas explicaciones, que para eso está la máquina, dile que escriba un texto con una opinión sobre sí misma. Borra un par de cosas y, en otro prompt, pídele una entradilla en primera persona que se ajuste a LinkedIn y que introduzca «tu opinión». Para terminar despídete de la IA con un «hasta luego, gracias», que es de bien nacido ser agradecido. Copia y pega en el espacio en blanco de tu nueva publicación. ¿Alguien notará que lo ha hecho una máquina? ¿O ese texto se parece sospechosamente a los que llevamos años produciendo los humanos?

La IA es, en realidad, la enésima revolución industrial. Lo que ocurre es que no es lo mismo automatizar el atornillamiento de la pieza de un coche o cambiar los bueyes por los tractores que cambiar el sentido y el significado de una marca a través de contenido hecho por una máquina. Hace 250 años, Ned Ludd organizó ya motines contra ellas porque destruían empleos y tareas que, hasta entonces, solo los humanos podían ejecutar. Si hoy fuese él quien organizase las revueltas, su «ludismo» no se basaría –o, al menos no solo–, en el argumento de la destrucción de puestos de trabajo. A un par de siglos vista, probablemente defendería el valor de las personas frente a la velocidad, la automatización y la efectividad, dando peso a la reflexión, la unicidad de lo imperfecto y lo emocional que lleva intrínseco su producto. Sean camisetas o sea branded content. 

Porque, ahora, los departamentos de marketing y comunicación también son una fábrica. Imagina a uno de ellas en el mismo punto de partida, en una mañana soleada de viernes, por ejemplo, pensando cómo posicionarse sobre, no sé, la subida de precios de los alimentos por culpa de la sequía. El responsable de turno entra en OpenAI, suelta un prompt, la máquina le devuelve un texto, borra un par de cosas, copia y pega en las redes, en su blog, en su newsletter y lanza un filete, otro más, a una piscina llena de cocodrilos. Aparentemente, todo en orden: se automatiza la creación de contenidos, están al día de la actualidad y se han ahorrado, si no algún puesto, unas cuantas horas de sus plumillas. Pero, espera: ¿es esto branded content? Sí, lo es, pero no del que te mereces leer.

Este punto, meter ChatGPT en la ecuación de crear contenidos es la distopía –o no– que se nos viene encima, pero no cambiará lo que ya lleva ocurriendo desde hace mucho tiempo: periodistas con varios posgrados en SEO sacando contenido para empresas como churros, encerrados en un sótano-taller-coworking día y noche, escribiendo artículos como si fueran cajas al final de una cadena de montaje industrial. Branded content lanzado al mundo en cantidades ingentes, flotando entre nosotros y molestando, casi tanto como el banner pop up, por esa incapacidad de generar valor, de contar algo más que un folleto con forma de artículo de las diez mejores cosas no te puedes perder. No nos engañemos: son fórmulas robotizadas que pueden ser replicadas y perpetuadas por la inteligencia artificial, que incluso las posicionará mejor. Unos contenidos fast food que, estén creados o no por humanos, se alejan del contenido de calidad que aporta algo a las marcas, por supuesto, pero también –y ahí está la diferencia– a quienes lo leen. 

Lo que nosotros llamamos periodismo corporativo es un proceso que se aleja de la producción en cadena. Nosotros entendemos la creación de contenido como un ejercicio para informar sobre cuestiones de actualidad y de interés o trascendencia pública, desde el rigor, el espíritu crítico y la capacidad interpretativa y expresiva, para favorecer el progreso de la sociedad mediante el conocimiento y el diálogo. Atributos que no tiene una máquina pero que, en muchos casos, también han perdido las marcas y quienes crean contenido para ellas. Detrás de ello, a menudo, el FOMO: el miedo a perderse algo, a no estar haciendo suficiente branded content, a no posicionarse sobre un tema, a no tener un podcast, un Twitch, un Tiktok.

Es fácil –y humano– caer en la tentación de crear contenido de forma compulsiva. Ese miedo a no estar nos acelera y nos aleja de la reflexión, difumina la marca y sus narrativas y acaba por colocar al contenido, por mucho SEO y SEM que tenga, en un impacto intrascendente. El contenido se convierte en algo que nadie se sienta a consumir, en una publicación más para manchar un feed o una bandeja de entrada, en algo que solo busca que un usuario permanezca más tiempo en una página. Y, aunque no lo consideremos siempre, es ese usuario el que importa. De eso va este texto: es mucho más valioso el tiempo que dedicamos a las personas que el que invertimos en escribir un prompt, y por eso también es más valioso el periodismo corporativo que el enfocado solo en el clickbait

Hace años que la norma en comunicación pasaba por industrializar la creación de contenidos. Basta echar un vistazo retrospectivo a LinkedIn: ya había publicaciones compulsivas antes de que se llenase de reflexiones sobre las maravillas y desgracias de ChatGPT. Ahora que ha llegado a nuestras vidas, no se trata de ser neoluditas e ir contra las máquinas, sino de reivindicar la quietud necesaria para crear contenido de valor, desde y para la reflexión. Si las compañías abogan cada vez más por volver al fuego lento, a la agricultura ecológica que prima los ciclos naturales frente a la química artificial, al yoga y la meditación, al silencio, al tener menos ropa pero que dure más de una temporada, al paseo en bicicleta, a los viajes con calma, ¿por qué la producción de su contenido va al contrario? Las tendencias de consumo indican con claridad que ha llegado el momento de poner a las personas en el centro, de ser conscientes y valorar sus propios procesos. Crear contenido es uno de ellos: ahora que las marcas tienen la responsabilidad de transformar el mundo, hacer periodismo corporativo es la única forma de contarlo.

Intentemos no parecernos a las máquinas: ser humano es y será siempre lo más innovador.

Esg Inversión De Impacto

ESG e inversión de impacto: es lo mismo… pero no es lo mismo

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Entre las principales categorías de inversión sostenible, podemos identificar dos grandes grupos: la inversión con criterios ESG (las siglas en inglés de environmental, social and governance) y la inversión de impacto. Conocer sus características, sus similitudes y diferencias es crucial para aclarar las conversaciones en torno a las finanzas sostenibles y, también, para ayudar a canalizar los fondos adecuadamente.

Por Brezo Sintes, responsable de proyectos en 21gramos.

Si algo se repite en el mundo de las finanzas es que «no existe inversión sin riesgo». En la toma de decisiones de los inversores, las variables riesgo y rentabilidad son cruciales y están directamente relacionadas entre sí: cuanto mayor sea la rentabilidad que esperan obtener al invertir su capital, mayor será el riesgo que deben asumir por su parte, y viceversa.

Hasta aquí, términos puramente económicos, pero ¿dónde quedan los sociales? Desde hace más de una década, las fronteras del binomio riesgo y rentabilidad están diluyéndose para dejar paso al ESG –las siglas en inglés de environmental, social and governance, es decir, ambiental, social y de gobernanza– y, más recientemente, al concepto de impacto. Su presencia cada vez mayor en los foros y conversaciones y su inclusión como indicador de gestión en las actividades empresariales nos da pistas del cambio de modelo socioeconómico que se avecina

Dicho de otra forma, invertir ya no es solo una búsqueda de obtener beneficios en función del riesgo que asumas. Un número cada vez mayor de inversores también quiere que su dinero financie a empresas tan comprometidas con la creación de un mundo mejor como con el crecimiento de su cuenta de resultados: bienvenidos al universo de las finanzas sostenibles, donde la rentabilidad financiera no está reñida con generar un impacto social y medioambiental positivo. «Financiar o invertir en proyectos sostenibles es más rentable para los agentes financieros, y esto genera un efecto dominó en todo el mundo empresarial», decíamos ya en uno de nuestros artículos, titulado El dinero es verde.

Precisamente los fondos de inversión son un buen indicador de que la transformación ha llegado. Pero, para que este nuevo modelo económico pueda consolidarse, es imprescindible medir su alcance, combinar la sostenibilidad financiera con el interés general, y alcanzar el equilibrio entre ambos factores.

Qué son los criterios ESG y por qué son importantes para los inversores

Este enfoque empezó a tener visibilidad tras el lanzamiento del Dow Jones Sustainability Index, el primer índice de sostenibilidad y la publicación de los Principios para la Inversión Responsable de las Naciones Unidas. Acuñado en 2004, surgió como un esfuerzo conjunto de la ONU, la Corporación Financiera Internacional (CFI) y el Gobierno suizo para apoyar la consideración por parte de la industria financiera de incluir estos criterios en la toma de decisiones, según explica Jaclyn Foroughi, cofundadora del fondo de inversión de impacto Brazen Impact para la revista Standford Social Innovation.

La inversión con criterios ESG complementa el análisis financiero tradicional, integrando los 3 factores (ambiental, social y de gobernanza) en los procesos de análisis y de selección de inversiones. Permite identificar los principales riesgos y oportunidades de una inversión en relación a la gestión de la misma, pero la rentabilidad financiera se mantiene como uno de los objetivos principales de este tipo de inversión.

  • El criterio medioambiental incluye todo aquello relacionado con el impacto medioambiental que tiene la operación de la empresa, bien sea directa o indirectamente. Es decir, su consumo de energía, huella de carbono, contaminación de sus insumos y la implementación de normas medioambientales.
  • El criterio social se refiere al impacto que la empresa tiene en la sociedad y en sus relaciones laborales, tales como proveedores, empleados, clientes.
  • El criterio de buen gobierno es todo lo concerniente al gobierno corporativo de la empresa, por ejemplo, políticas de transparencia, códigos de conducta, diversidad e inclusión en sus Consejos de Administración.

El proceso de análisis se incorpora a la empresa ya existente, que podrá certificarse en una o más de estas categorías dependiendo de su sector y objeto. Con toda esta exhaustiva información, los inversores escogen el criterio que se alinea mejor con sus valores personales y empresariales.

¿Qué hay detrás de la inversión de impacto?

La inversión de impacto, por otra parte, no se acuñó hasta 2007, cuando la Fundación Rockefeller, junto con otros filántropos, inversores y empresarios, puso nombre a las inversiones realizadas con la intención de generar un impacto social o medioambiental medible, a la vez que se obtiene un rendimiento financiero –normalmente, en compañías no cotizadas, invirtiendo en su capital o en su deuda–. Este grupo fundaría más tarde la Global Impact Investing Network (GIIN), la principal red de profesionales que promueven el movimiento, la investigación y la divulgación en torno a la inversión de impacto.

Se habla de cuatro factores principales en su definición: Intencionalidad + Impacto + Medición + Retornos. La empresa o fondo en el que se invierte tiene que contar con unos sistemas de medición claros para cuantificar el impacto que se busca generar, intrínsecamente ligado al modelo de negocio de la compañía.

Durante mucho tiempo se ha asociado la inversión de impacto con la filantropía, donde se priorizaron los objetivos de impacto sobre la generación de retornos financieros. Sin embargo, la creciente preocupación de los inversores, los gobiernos y la sociedad por la envergadura de cuestiones relacionadas con el cambio climático, el incremento de la desigualdad, o el envejecimiento poblacional, ha favorecido la involucración del tejido empresarial y la creación de un nuevo capitalismo que busca el conocido como triple impacto: la generación de retorno económico, social o ambiental al mismo tiempo.

Lo que más valor aporta este tipo de inversión respecto a otras más tradicionales es su foco en la medición del impacto generado. Este probablemente sea uno de los mayores retos al existir una gran variedad de instrumentos de medición y no existir una estandarización. Los más utilizados por los inversores son la Teoría del Cambio, los ODS y métricas no estandarizadas, seguidos por las cinco dimensiones del Impact Management Project (IMP) y las métricas IRIS+ del GIIN.

El alcance de ambos tipos de inversión en España

Según el estudio La inversión sostenible y responsable en España 2022 de Spainsif y DWS, la integración ESG sigue en auge en España. Los datos aportados muestran que los activos de este tipo o sostenibles alcanzan los 379.618 millones de euros; de ellos, 234.896 millones de euros fueron correspondientes a entidades nacionales y 144.721 millones a activos de organizaciones internacionales comercializados en España. Ello supone que el 49% del mercado es local y el 53% del mercado internacional, más avanzado en esta materia.

Así, podemos decir que la inversión de impacto se consolida en España con un fuerte crecimiento del 33% de los fondos de capital privado en 2021 respecto a 2020, según el informe La inversión de impacto en España en 2021 de SpainNAB. De manera agregada, el tamaño de la inversión de impacto en España a diciembre de 2021 se consolida en torno a los 2.400 millones de euros, un 18% corresponde a capital privado.

Estas cifras esperanzadoras refuerzan la tendencia al alza de la inversión sostenible debido al interés creciente de los inversores y los desarrollos normativos de la UE. «El resultado se puede apreciar tanto en el crecimiento del volumen de los activos gestionados con criterios de sostenibilidad, como en el desarrollo de nuevos productos financieros creados bajo esta perspectiva», asegura Joaquín Garralda, presidente de Spainsif para FundsPeople.

Similitudes y diferencias de las inversiones ESG y de impacto

Pese a que la inversión de impacto y los criterios ESG son uno de los temas más sonados en el mundo empresarial, la falta de regulación específica para el sector y la similitud que existe entre ambas prácticas genera confusiones a la hora de diferenciarlos: ambas inversiones tienen características en común, pero en su esencia son prácticas distintas.

Por un lado, la ESG fue introducida por el sector público y por otro, la inversión de impacto evolucionó gracias a los esfuerzos del sector privado. Como resultado, los criterios ESG son una guía para la comprensión pública de los factores medioambientales, sociales y de gobernanza, mientras que la naturaleza lucrativa del impacto sirve de incentivo para actuar a favor de estos intereses y dirigir el capital hacia ellos.

Según explican desde Arcano, la gran diferencia entre estos dos conceptos se puede aclarar usando dos palabras: proceso y producto.

  • La inversión de impacto es la inversión en una empresa o proyecto concebido para dar respuesta a un determinado reto social o medioambiental. El sello distintivo de este tipo de inversión es que tienen que medir el impacto.
  • La inversión ESG trata de incorporar al proceso de análisis de inversión las preocupaciones medioambientales, sociales y de buen gobierno.

Sin embargo, pese a estos matices en la práctica, ambos son imprescindibles para el futuro de la economía de impacto. Los grandes retos a los que nos enfrentaremos son de carácter socioeconómico –desempleo, pérdida de poder adquisitivo, aumento del riesgo de pobreza, desigualdad de oportunidades educativas, brecha digital…–  y, para paliarlos, la Unión Europea ya se está adelantando con la taxonomía social. Esta se centra precisamente en estas nuevas fronteras de la ‘S’ de la ESG y es uno de los mecanismos más innovadores a la hora de promover nuevas respuestas enfocadas en entender y mejorar el impacto social desde un punto de vista empresarial.

«Las diferentes crisis globales que se han producido en los últimos años han puesto de manifiesto la necesidad de incorporar un componente de sostenibilidad en los modelos de negocio», explica Lara Viada, partner en el fondo de impacto Creas, en la revista Capital and Corporate.

A raíz de la pandemia sanitaria derivada del Covid-19 se impulsó la implantación de criterios ESG y un mayor respeto por los ODS. Con la nueva realidad del conflicto de Ucrania y la escalada de precios de la energía, la necesidad de apostar por un modelo energético sostenible e independiente agudiza una tendencia que ya existía desde hace años.

Como novedad, la inversión de impacto continúa su desarrollo imparable en el país. «Aunque el volumen de inversión de estos fondos con compromiso aún no llega al de otras regiones como los países nórdicos, Reino Unido o Francia, el ecosistema nacional crece con la llegada de nuevas gestoras que abogan por el trinomio rentabilidad-riesgo-impacto y, nuevos inversores que ven esto como una oportunidad de diversificar su capital», asegura Viada.

No solo han crecido los fondos y las empresas que nacen con vocación de impacto, también los empresarios e inversores tradicionales empiezan a incorporar el impacto en su estrategia y a buscar un propósito mayor que la mera búsqueda de rentabilidad, marcando la evolución del capitalismo tradicional a futuro.

Ser B: el círculo virtuoso del activismo corporativo

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Por Marta González-Moro, CEO y socia fundadora de 21gramos

En 2019 celebramos con orgullo que 21gramos se sumaba a la familia B Corp. Nuestro cumplimiento con los más altos estándares en términos de desempeño social y ambiental, transparencia y responsabilidad empresarial nos convertía en la primera consultora de comunicación en obtener la certificación en España.

Pero lo más motivador nunca fue haber coronado una cima, sino saber que el camino continuaba al otro lado de la montaña. Con fuerzas renovadas y extraordinarios compañeros de viaje.

Convertirnos en B Corp supuso sin duda un punto de inflexión para emprender un proceso de mejora continua que, en escasos cuatro años, nos ha llevado a incrementar nuestras métricas de impacto en un 50%, una inyección de energía para seguir persiguiendo el propósito de construir una sociedad mejor para todxs. Más justa, más humana y más sostenible.

La evaluación de impacto de 2022 muestra que estamos por encima de la media de la puntación global de las B Corp, y por encima también en cada una de las dimensiones analizadas con respecto a nuestro país o compañías del mismo sector o tamaño, despuntando especialmente en gobernanza y medio ambiente. Un círculo virtuoso que nos hace cada día mejores, y que nos ha validado como B Way Partners para guiar a otros en este proceso de certificación o acompañarlos en la búsqueda de la excelencia del desempeño en sostenibilidad. En ese papel de sherpas que una vez nos atribuyó uno de nuestros clientes, nos reconocemos.

«No ha sido fácil, aunque nos hemos dejado la piel», que diría Revolver en esa canción cuyo título, 21gramos, parece un ejercicio de antropología convergente. Pero esta evaluación tan exigente pone números a lo que somos y hacemos desde hace ya más de 15 años: el 100% de nuestros proyectos impacta positivamente en el entorno en, al menos, una de las cinco áreas B Corp. Igualmente cabe señalar que nuestras ambiciosas medidas de reducción y compensación de emisiones implementadas tanto en nuestra oficina como en nuestros desplazamientos y eventos nos han permitido ampliar nuestros objetivos de descarbonización, acortando además el horizonte temporal y pasando de Net Zero en 2030 a Net Positive en 2022.

Pero si algo diferencia a 21gramos es su talento comprometido. «Personas primero» no es solo una declaración de intenciones, sino una realidad desplegada en un marco de actuación trazable. Como socia fundadora de esta compañía puedo asegurar que, si algo me ha enseñado el camino recorrido todos estos años, es que cuando las mejores personas para el mundo te acompañan en la ardua travesía de hacer un negocio al mismo tiempo rentable y responsable, el viaje se convierte en una fuente infinita de recompensas tras el descarte constante de atajos cortoplacistas. Lealtad al propósito y compromiso al desempeño definen nuestra cultura compartida en un equipo diverso, plural y sí, por qué no decirlo, activista.

Es entonces cuando se produce la paradoja de la incredulidad: aquellos que, desde la barrera, cuestionan e incluso subestiman la capacidad de las organizaciones no ya para mejorar la realidad que las rodea, sino la suya propia. La falta de ética, de voluntad o de liderazgo suele alimentar esta querencia a juzgar al otro, sin caer en la cuenta de que el veredicto final suele estar en manos de aquellos que te acompañan en el día a día. De tu gente.

Formar parte de la comunidad B Corp es liderar con el ejemplo: hacer antes que decir. Es asumir como propio el activismo corporativo, es creer firmemente que se puede hacer empresa y mejorar esta sociedad sin encasillarse en ideologías y huyendo de prejuicios excluyentes. Porque nadie, ni personas, ni empresas ni gobiernos, somos 100% sostenibles. El valor reside precisamente ahí, en la profunda sencillez de que todo, siempre, se puede hacer mejor.

B Corp

¿Quieres ser B Corp? Así es el proceso para certificarse

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El proceso para obtener el sello B Corp requiere esfuerzo, pero merece la pena para formar parte del movimiento que une a las mejores empresas para el mundo. Como empresa B certificada, y parte de la comunidad oficial de consultoras europeas B Corp Way, en 21gramos conocemos las claves para conseguirlo y podemos ayudarte. Aquí te contamos cómo.

Por el equipo especializado en B Corp de 21gramos.

Además de ser la segunda letra del abecedario, hace años que la B es un símbolo de la excelencia empresarial. El movimiento B Corp no para de crecer: tras ocho años en España, más de doscientas empresas ya forman parte de él, superando los 8.200 millones de facturación agregada. A nivel mundial, la cifra pasa con creces de las 6.000 compañías.

Como se recoge en la memoria anual publicada hace apenas unos días, B Corp ha consolidado una nueva visión empresarial que demuestra que trabajar por ser mejores empresas con las personas y el planeta no está reñido con el rendimiento económico. Al revés: de media, las compañías españolas que forman parte de este movimiento mejoran sus resultados económicos en un 31% y sus plantillas crecen un 32% al año.

Con estos datos sobre la mesa, ¿a quién no le va a gustar una certificación B Corp? Solo el año pasado, más de 8.000 empresas utilizaron la Evaluación de Impacto B, aunque solo 200 de ellas lograron la puntuación necesaria para lograr el sello. Los estándares son altos: al fin y al cabo, se trata de demostrar con hechos que eres una mejor empresa para el mundo, firmando la Declaración de Interdependencia y adquiriendo legalmente el compromiso de tener en cuenta en las decisiones no solo a los accionistas, sino a los trabajadores, clientes, proveedores, la comunidad y el medio ambiente.

Aunque el proceso no es sencillo, hay herramientas que contribuyen a completarlo con éxito. Por supuesto, también hay agentes que pueden –podemos– ayudar a conseguirlo. Y el resultado merece la pena.

B Good Day 2022
B Good Day 2022 | B Corp

Cómo obtener la certificación B Corp

El primer paso para obtener la certificación es saber en qué estado nos encontramos. Para ello, B Corp cuenta con una herramienta propia de Evaluación de Impacto (EIB) –o B Impact Assessment, BIA, por sus siglas en inglés–, que permite a todas las empresas medir, gestionar y mejorar el desempeño social y ambiental.

Aunque no es la única vía para entrar a formar parte de la Comunidad B, esta herramienta es fundamental porque proporciona un marco estandarizado e intuitivo para conocer a fondo el impacto que una empresa tiene en todos y cada uno de sus grupos de interés. Es una herramienta exclusiva para obtener la certificación B Corp pero, independientemente de que el proceso se complete o no, esta herramienta gratuita, online y confidencial puede usarse como una guía para evaluar y conocer el propio estado en que se encuentra una compañía y en qué grado cumple o no ciertos estándares de transparencia, desempeño social y medioambiental o responsabilidad legal.

estándares de evaluación de impacto b corp

Como aquí ya os hablamos de qué ventajas tiene el BIA y cómo se asocia y se complementa con otros estándares (GRI, SASB, Carbon Disclosure Project, Down Jones Sustainability Index…), nos centraremos en el propio proceso a seguir para obtener la certificación B Corp. Se ha de cumplir tres requisitos básicos:

  • En materia de desempeño social y ambiental, se ha de pasar la Evaluación de Impacto (EIB) y obtener una puntuación verificada superior de más de 80 puntos (sobre 200).
  • En materia de rendición de cuentas y responsabilidad, es necesario adoptar un marco legal que considere a todos los grupos de interés. Además de firmar la declaración de Interdependencia, se les exige legalmente que tengan en cuenta en la toma de decisiones no solo a sus accionistas sino también a sus trabajadores, clientes, proveedores, comunidad y medio ambiente.
  • En materia de transparencia, es necesario realizar un Informe de Impacto B y publicar la puntuación en el directorio de Empresas B Corp.

Estos estándares no son una Biblia tallada en piedra. Al contrario, está previsto que evolucionen y cambien. «A medida que crece el movimiento de Empresas B, B Lab debe seguir actualizando las herramientas y estrategias que usamos para diferenciar de forma eficaz a las empresas líderes y ayudar a que todas las empresas mejoren su impacto», explicaban desde B Lab cuando en diciembre de 2020 anunciaron una revisión de los requisitos de desempeño dentro del proceso para obtener la certificación. Aunque ya se conoce una versión preliminar de los nuevos estándares y de las diez temáticas que abordarán, está previsto que se lancen en diferentes etapas que abarcarán a distintos grupos de Empresas B a lo largo del año 2024.

estándares de evaluación b corp 2024

Quién puede acompañarte en el proceso

La herramienta de evaluación de impacto es gratuita y accesible a todo el mundo, pero el proceso para obtener la certificación tiene sus propias particularidades: es necesario un análisis profundo y, siendo realistas, la complejidad de las estructuras y dinámicas empresariales pueden dificultar entrar en la dinámica participativa del ecosistema B Corp o incluso completar la evaluación. Aunque depende del tamaño, lo habitual es tener que hacer decenas de versiones de la EIB hasta lograr pasar de los 80 puntos… y solo alrededor del 3 % de las empresas que la realizan consiguen finalmente certificarse.

Conocer en detalle el backstage técnico de la herramienta puede ayudar simplificar al máximo los trámites, pero una de las mejores decisiones cuando quieres obtener la certificación B Corp es acudir a organizaciones que pertenezcan al movimiento y dominen al detalle el proceso. Específicamente para ello se creó B Corp Way, una plataforma que permite a las empresas de cualquier sector conectar con consultoras B Corp que tienen los conocimientos necesarios para adaptarse a sus necesidades y acompañarlas en su camino.

En España solo hay seis agencias certificadas como partners dentro del B Corp Way y 21gramos somos una de ellas. Además de haber obtenido el sello en el 2019 –año en que también obtuvimos el reconocimiento de Best For The World–, estamos validados por B Lab Europe como un acompañante para todas aquellas organizaciones que quieran entrar en el movimiento B: podemos acompañar a las empresas en el proceso de certificación y asesorarlas durante la EIB. ¿Cómo? Con un proceso completo de consultoría, análisis y propuesta de estrategias y activaciones de comunicación que te ayuden a identificar todos los puntos necesarios para iniciar el proceso, para llevarlo a cabo con éxito y comunicarlo de la mejor forma posible.

  • Organizamos sesiones para inspirar a los equipos para que sean partícipes de lo que significa pertenecer al movimiento B Corp.
  • Ordenamos y analizamos la documentación de tu compañía.
  • Contrastamos la información con los responsables internos.
  • Alineamos y recopilamos las evidencias necesarias para la certificación y ayudamos a cumplimentar la documentación.
  • Acompañamos durante la cola de evaluación, verificación y mejora.
  • Elaboramos estrategias de comunicación y visibilización del logro de la certificación o recertificación.
  • Recomendamos mejoras y estrategias de desempeño ESG.

Pasar la evaluación de impacto, certificarse o recetificarse es, además de un proceso para conocerse, un proceso para mejorarse. La mayoría de B Corps mejoran como empresa a lo largo del tiempo: por ejemplo, Patagonia pasó de certificarse con 107 puntos en 2012 a recertificarse con 152 en 2020, o Ben and Jerry’s, que subió de 87 a 110. Aunque no necesitamos hablar de otros para conocer en primera mano lo que la evaluación ayuda a mejorar: nosotros mismos podemos decir con orgullo que en 2019 nos certificamos con 82 puntos y acabamos de recertificarnos con 123.

Marta González-Moro, CEO de 21gramos, durante la moderación de una de las sesiones del B Good Day 2022.

Más allá de los números: una comunidad y un movimiento con impacto

Sin embargo, números aparte, uno de los aspectos que más y mejor definen B Corp es el movimiento que aglutina a su alrededor: pasas a formar parte de una comunidad de empresas que, aunque pertenecen a diferentes sectores o ámbitos, comparten intereses y objetivos comunes. La propia declaración de interdependencia y los principios incorporados a los estatutos hacen que todas las compañías que forman parte del movimiento tengan ya unas bases comunes y conecten en torno a aspectos como la toma de decisiones, la conciencia climática o la justicia social.

La colaboración hace que lleguemos más rápido y más lejos y que nuestras acciones tengan más impacto. En España, por ejemplo, desde la comunidad B Corp se ha logrado que el Congreso reconozca e introduzca en la legislación la figura jurídica de las Sociedades de Beneficio e Interés Común (SBIC), demostrando que los esfuerzos compartidos tienen un reflejo y peso en las decisiones que afectan a todos. Además a nivel europeo, existen acciones y  asociaciones como la B Corp Climate Collective, la Interdependence Coalition o la Beauty Coalition, que demuestran el poder de la interdependencia y la capacidad colectiva para hacer frente a los retos glocales.

b corp sbic
Miembros de B Corp frente al Congreso para reclamar la declaración de SBIC.

En 21gramos podemos hablar en primera persona de los beneficios y el impacto generado al tejer redes de colaboración que ayudan a sensibilizar y a hacer tangible el movimiento B Corp y sus compromisos a nivel local. Somos miembros del grupo impulsor de la Comunidad B de Madrid desde el año 2020, que funcionó como el primer piloto europeo de Comunidades B locales. Pertenecer a este movimiento nos ayuda a conectar con quienes tenemos cerca, inspirarnos con el ejemplo de quienes nos rodean y explorar vías de impacto incluso con gente que no nos planteábamos aliarnos: el ODS 17 también está en tomarse unas #SerBezas y escuchar a personas que te inspiran para ser la mejor empresa para el mundo. #MuchoPorHacer

Comunidad B
Nuestro compañero Rubén González-Román, junto a sus compañeras de la Comunidad B de Madrid.

¿Necesitas ayuda para iniciar tu proceso de certificación o recertificación B Corp? ¿Tienes dudas sobre cómo hacerlo en tu empresa? Podemos ayudarte. Escríbenos

La comunicación, la innovación, la belleza… y una cabina telefónica

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Por Laura Zamarriego, directora de narrativas y relaciones institucionales de 21gramos

El semáforo se puso en verde, pero decidimos no cruzar. A nuestros pies, una grúa se esforzaba en arrancar de cuajo una cabina telefónica. Aquel artilugio emblemático, desconchado y forrado de carteles de anuncios, parecía resistirse a su final, haber echado raíces sobre el asfalto valenciano. ¿De cuántos secretos, llamadas urgentes, excusas, te-quieros, broncas, crónicas y silencios incómodos habría sido testigo aquella máquina del tiempo, símbolo del paisaje urbano durante casi cien años?

Lo evocador de la escena que presenciamos ayer –y el hecho de que sacáramos rápidamente el móvil para inmortalizarla– me hizo recordar aquella otra de La gran belleza. 

– ¿Qué tienes en contra de la nostalgia, eh?

– Es la única distracción posible para quien no cree en el futuro.

Aunque el personaje de la película de Sorrentino solo tiene razón a medias. Ciertos estímulos nostálgicos, siempre en bajas dosis, nos permiten tomar consciencia del paso del tiempo, y reflexionar –nunca será suficiente– sobre qué significa en realidad el progreso. Aquel estandarte desgajado de la acera es, sin duda, historia de la innovación en las comunicaciones.

cabina comunicación
Valencia, 19 enero de 2023.

De eso, precisamente, de innovación en la comunicación, íbamos a conversar minutos después en una reunión con un nuevo cliente. La escena de la cabina probablemente nos inspiró y ayudó a argumentar por qué creemos en la importancia de romper ciertos esquemas a la hora de crear narrativas transformadoras.

Con enfoques renovados, diferenciales. Con rigor. Con voces expertas e influyentes. A través de formatos atractivos de fácil consumo. Trascendiendo la comunicación interna y externa a una tercera dimensión, más fluida hacia las diferentes audiencias. Y sin olvidar que la ética y la estética van siempre de la mano (de nuevo, la gran belleza, esta vez en minúsculas).

Desde el «hacer, antes que parecer». Con humildad y valentía. Desde la imperfección que supone querer ser cada día mejores. Y desde la asunción de que los grandes desafíos que afrontamos son comunes: la lucha contra la emergencia climática, la transición energética y la descarbonización, la protección y regeneración de la biodiversidad, la lucha contra la despoblación, la igualdad de oportunidades, la digitalización y la conectividad, la economía circular, la movilidad sostenible… ¿Acaso podríamos abordar todo ello sin el empuje legislativo, sin el compromiso de las empresas, sin alianzas público-privadas, sin la ciudadanía y los consumidores?

Si algo he aprendido en los distintos entornos en los que he trabajado –medios de comunicación, institución gubernamental, consultoría– es que solo hay una manera de avanzar: desde el diálogo y la colaboración. Aunque muchas veces cueste romper inercias y tumbar muros.

Después de presenciar la escena de la cabina, leí en la prensa que se había iniciado la retirada de los 15.000 teléfonos públicos que quedan desplegados por todo el territorio español. Solo espero que dejen algunos de recuerdo… para saber quiénes fuimos, quiénes somos y, sobre todo, quiénes queremos ser.

Laura Zamarriego

Laura Zamarriego se reincorpora a la dirección editorial de 21gramos

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Tras dos años en el Gabinete de Comunicación del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, la periodista vuelve a la consultora de la que formó parte hasta 2020.

21gramos, primera agencia especializada en sostenibilidad en certificarse como B Corp en España, refuerza así el equipo de comunicación y nuevas narrativas, uno de sus pilares estratégicos.

Madrid, enero 2023. La consultora de comunicación especializada en sostenibilidad 21gramos ha anunciado el fichaje de Laura Zamarriego en su área de contenidos estratégicos. La periodista, con sólida trayectoria en el campo de la sostenibilidad y ponente en congresos y conferencias como el Congreso Nacional del Medio Ambiente (CONAMA), no es una desconocida para 21gramos: formó parte de la agencia hasta el año 2020 cuando recibió la llamada del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico para incorporarse como asesora en el Gabinete de Comunicación.

Allí ha permanecido desde entonces, asumiendo labores de relación con periodistas y medios de comunicación especializados; redacción de intervenciones, tribunas y argumentarios, coordinación editorial de campañas de publicidad institucional o moderación y organización de eventos.

Hoy la periodista se reincorpora como directora de Narrativas y de Relaciones Institucionales para coordinar la estrategia editorial  de la agencia, desde la consultoría especializada a los proyectos de comunicación e inteligencia social que realizan con sus clientes. Además, también estará involucrada en Igluu magazine –revista pionera del lifestyle consciente lanzada por 21gramos en febrero del año pasado– y en el próximo estudio de Marcas con Valores, investigación de referencia en el ámbito de la consumocracia que ya prepara su quinta edición.

«Estoy muy agradecida tanto a la vicepresidenta Teresa Ribera como a todo el equipo del Ministerio por estos dos intensos años de trabajo, en los que se han alcanzado importantísimos avances en materia energética y ambiental, y de los que me llevo aprendizajes de un valor incalculable. Volver a 21gramos es para mí un gran reto, pero lo encaro con ilusión: sé que vuelvo a casa y que voy a trabajar con un equipo con una enorme calidad profesional y humana», explica Zamarriego.

Por su parte, en la consultora también están muy satisfechos con la reincorporación de la periodista, que abre nuevos horizontes en su estrategia de comunicación editorial y refuerza sus relaciones institucionales. «Además de la satisfacción personal por contar de nuevo con ella, su vuelta es una excelente noticia profesional tanto para 21gramos como para todos nuestros clientes. Tras quince años, seguimos apostando, y más fuerte que nunca, por los contenidos editoriales, transformadores y de calidad que ayuden a conseguir nuestro propósito: construir juntos una sociedad más justa, humana y sostenible», afirma Marta González-Moro, CEO de 21gramos, impulsora de Marcas con Valores y editora de Igluu.

Sobre 21gramos

21gramos, fundada en 2007, es un referente en consultoría de marca y transformación ética empresarial. Desde hace quince años, es una compañía líder en investigación sobre las tendencias y la evolución de las marcas en España, siendo la primera consultoría de comunicación y sostenibilidad en obtener el certificado B Corp.

Además, la agencia es la impulsora de Marcas con Valores®, un movimiento colaborativo cuyo fin es generar espacios de conocimiento compartido y foros de co-inspiración sobre las marcas que conectan y conversan desde los valores. Entre sus proyectos de inteligencia social, destaca su estudio bianual que, desde 2015, se sitúa como un referente en materia de consumocracia.

En 21gramos también editan la revista Igluu, un proyecto editorial pionero en el lifestyle consciente lanzado en 2021 con la firme intención de inspirar a quienes aspiran a disfrutar de un nuevo estilo de vida consciente, saludable, optimista, colaborativo y plural, capaz de redefinir y asentar las nuevas bases del siglo XXI.

Suerte Lotería 21gramos

Una cuestión de suerte

suerte lotería 21gramos

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Por Marta González-Moro, CEO de 21gramos, impulsora de Marcas con Valores y editora de Igluu.

Queridxs co-inspiradores,

Increíble. Teníamos un pálpito. Probablemente mucha gente lo tiene. Pero en 21gramos sabíamos que esta vez sí. Que este era el año de la suerte. Y nuestro deseo se ha cumplido.

Hace unas semanas, en el programa de Joaquín (el del Betis), Mercedes Milá le recordaba que ella, como el 99% de los españoles, hacía pipí en la ducha. Traer a colación su célebre anécdota escatológica puede considerarse inoportuno, pero es que solo hay algo que supere ese abrumador dato científico arrojado por Milá: el 100% de las personas que viven en este país ha soñado alguna vez con que le tocase la lotería.

Hasta aquí un ejercicio práctico de clicbait: un titular de rabiosa actualidad –nos ha tocado la lotería–, un tema soez –hacer pis en la ducha–, datos que nos favorecen –el 99% de la gente– exagerados con el «y yo más» corporativo –para mí, el 100%– o la mención a famosos –Joaquín y Mercedes Milá–. Este podría ser un reflejo de lo que es el trabajo de quienes nos dedicamos a la comunicación. Al menos, en el imaginario colectivo.

Como supondrás, el número que teníamos no ha sido premiado en esta ocasión. Solo ha sido un juego: lo hemos hecho porque no queríamos que nuestra carta navideña muriese en medio del colapso de estos días –cuando recibimos todos esos mensajes dulces, cursis o bienintencionados que se apiñan dándose codazos para felicitar la Navidad–, sobre todo en un año tan especial: nuestro 15 aniversario.

Nacer como consultora especializada en sostenibilidad en 2007 puede tener similitudes con lanzar una agencia digital a principios de los noventa, cuando solo los locos apostaban por el marketing digital. Hace quince años, desde nuestro particular oasis, empezamos a confiar en nuestra propia suerte. A lo largo de estos años hemos jugado al número del esfuerzo, al décimo de la perseverancia, a la pedrea del rigor, a la fortaleza ante las crisis, a la ilusión del cambio, a la pasión del propósito, al deseo del impacto… así hasta llenar el bombo. Y este año nos hemos dado cuenta de que todos esos boletos estaban premiados.

Ahora consolidamos un proyecto nativo sostenible, basado en valores y construido desde la absoluta convicción de que otra manera de hacer las cosas es posible. Hoy los números nos dan la razón, pero también nos llenan de emoción. Tanta que necesitamos compartir nuestra fortuna.

En enero de este año presentamos el IV Estudio Marcas con Valores 2022, culminando un trabajo de investigación social comenzado en 2015. Cada edición implica una amplia consulta a la ciudadanía y la participación de casi un centenar de expertos y líderes de opinión. Algunos estaréis leyendo estas líneas, así que aprovecho para daros las gracias por vuestra generosidad para co-inspirar con nosotros. También queremos de nuevo agradecer el inquebrantable apoyo de Estrella Galicia, Leroy Merlin, Quironsalud y Samsung para hacer posible y colaborativo este trabajo que nos permite pulsar la evolución de la consumocracia pero, sobre todo, nos ayuda a comprender el rol que han de asumir las marcas y compañías para generar de verdad un impacto positivo.

Ante la infoxicación que existe hoy en torno a la sostenibilidad, con contenidos que se mueven entre el esnobismo intelectual y la casposidad de lo obvio, en febrero lanzamos una nueva y original propuesta editorial: Igluu. Tras dos números impresos junto a los amigos de Yorokobu y una plataforma digital de contenidos actualizados, estamos felices de saber que hemos logrado crear una comunidad igluuinfluyente alrededor de una línea editorial valiente y transgresora.

En este nuevo año que se vislumbra, sabemos que tenemos grandísimos retos para mantener el espíritu rebelde y anticipador con el que ha nacido Igluu, que materializa el alma libre de 21gramos. Un proyecto diferente que queremos abrir y compartir con todo nuestro ecosistema: marcas mecenas, anunciantes, clientes, artistas, escritores, diseñadores, periodistas, compañeros de B Corp y, por supuesto, los igluusers que nos ayudan a llevarlo a cabo.

21gramos, Marcas con Valores e Igluu forman parte de un único ser vivo interdependiente que se nutre del mismo propósito: co-construir juntos una sociedad más justa, humana y sostenible. Solo este año, sería imposible valorar todo lo que hemos hecho: cuántos emails, videollamadas, revisiones de estándar GRI, matrices de materialidad, estrategias ESG, contenidos, infografías, convocatorias de prensa, entrevistas, guías para formación y sensibilización, planillos, producción audiovisual, piezas de diseño gráfico… Un listado casi infinito de entregables que solo han podido salir adelante gracias al trabajo bien hecho: las tres plataformas las conforman un mismo equipo de personas talentosas y comprometidas de las que me siento profundamente orgullosa. Ellas, junto a nuestros más de treinta clientes activos, son la verdadera fortuna intangible de 21gramos.

Hoy brindamos por crecer juntas, por tener salud y seguir trabajando en lo que nos hace felices con quienes nos hacen felices. Las niñas y niños de San Ildefonso nos lo han confirmado: no tendremos millones pero, un año más, nos ha tocado la lotería.

Que 2023 os traiga todo lo bueno que os merecéis.

Feliz Navidad.

Cómo medir el impacto social: aprender, desaprender y reaprender

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En palabras del Nobel Joseph Stiglitz, «si medimos lo incorrecto, hacemos lo incorrecto». Que las corporaciones conozcan cómo medir el impacto social es fundamental para que sean más eficientes a nivel interno, pero sobre todo para que generen un mayor bienestar allá donde operan. En 21gramos hemos desarrollado una metodología propia para conseguirlo.

Por Ximena Sapaj, directora de Inteligencia Social de 21gramos.

La literatura del mundo corporativo nos brinda pruebas que el término impacto es ya un tema cotidiano que forma parte de nuestro vocabulario del día a día: impacto ambiental, impacto social, impactos positivos o negativos de determinadas prácticas, acciones o iniciativas…

Tanto en la gestión de la sostenibilidad –que forma ya parte imprescindible de la agenda de las empresas– como en la forma de entender la economía desde el impacto existe un acuerdo unánime en que el modelo socioeconómico actual debe modificarse para evitar y, en la medida de lo posible, prevenir los efectos dañinos que ha generado, como la aceleración del cambio climático o el incremento de la desigualdad.

Esta nueva forma de entender la economía –refrendada por expertos de la talla de Thomas Piketty, Kate Raworth, Amartya Sen o Joseph Stiglitz– permite poner las variables medioambientales y sociales al mismo nivel, contrarrestrando la supremacía de la perspectiva economicista. Así, según las tesis de Mariana Mazzucato, la economía del impacto está basada, por un lado, en la teoría del valor (cómo se crea, intercambia y distribuye) y, por otro, en el concepto del capital (social, natural, humano, manufacturado y financiero). Dicho de otra forma, en cómo se interrelacionan entre sí el valor y el capital para la creación del bienestar y la riqueza.

La lógica que subyace a la economía de impacto es que una economía próspera y sostenible se basa en una sociedad mayoritariamente igualitaria y estable, que depende de recursos naturales renovables y es capaz de conservar ecosistemas saludables. Es, a su vez, una economía de mercado: se basa en la efectividad y la eficiencia del mismo, en entornos de emprendimiento y competitividad; y permite a los individuos y las organizaciones tener libertad para seguir sus propias ideas y proyectos. Su singularidad reside en que espera, de manera simultánea, satisfacer sus deseos y tener un impacto positivo sobre la sociedad y el planeta.

Así, esta nueva propuesta supone una transformación del modelo actual, pues implica que el sistema económico debe dirigirse hacia los impactos que permitirán que las personas y el planeta prosperen en el futuro.

Lo que no se mide no se puede mejorar

El nuevo contexto verde, en todas sus dimensiones y niveles, ha impulsado la proliferación de nuevos marcos, herramientas y metodologías de medición de impacto. Lo que antes sonaba como un término dirigido exclusivamente al Tercer Sector, en el lado opuesto a asuntos como la rentabilidad financiera y el ánimo de lucro, hoy ya tiene su sitio en la gestión de las empresas.

Como agentes cada vez más relevantes y proactivos en la mejora de la sociedad, las corporaciones han iniciado el uso de metodologías para mejorar el desempeño de sus iniciativas capaces de tener impacto social. Tampoco su comunicación puede desligarse de él, porque solo teniéndolo en cuenta se pueden valorar los esfuerzos realizados y contar los progresos y los logros, el objetivo que persiguen sus acciones.

Los datos y las pruebas generadas por las evaluaciones se convierten así en un medio para informar a los grupos de interés y en una herramienta clave para rendir cuentas. En un momento en el que tanto la sociedad como los demás agentes económicos exigen información y transparencia, la evaluación de impacto ofrece pruebas sobre el desempeño y ayuda a determinar si un programa o iniciativa ha logrado los resultados deseados. «Una mayor y mejor información a la hora de valorar los impactos sociales de proyectos e iniciativas empresariales permite una mayor eficiencia en la toma de decisiones y mejor posición en la gestión de expectativas y resultados», explican desde Forética, organización referente en sostenibilidad y responsabilidad social empresarial en España.

Qué es medir el impacto social

Uno de los principales problemas a los que nos enfrentamos a la hora de hablar y medir el impacto social es que no existe una definición común. Eso sí, la mayoría de ellas hablan de conceptos similares. Por ejemplo:

  • «El impacto social se define como el efecto neto de una actividad sobre una comunidad y el bienestar de individuos y familias». (Center for Social Impact, Australia).
  • «El impacto social hace referencia a los efectos que una intervención propuesta tiene sobre la comunidad en su conjunto». (Ministerio de Asuntos Exteriores, España).

Así, una evaluación de impacto parte de la necesidad de conocer los resultados atribuibles a un determinado proyecto, con el objetivo principal de aportar información para descubrir qué actuaciones funcionan y cuáles no, calibrando si se está impactando positiva o negativamente o si se consigue el efecto deseado. En este punto, es importante aclarar que por impacto social no se entiende solo el impacto sobre la población objetivo de la actuación, sino sobre la sociedad en general, teniendo en cuenta que a largo plazo puede tener tanto efectos deseados como no deseados.

Medir el impacto social es complejo, ya que intenta dar respuesta a preguntas sobre las causas y efectos de las acciones, dimensionando la magnitud de estos últimos a través de los datos que revelan cómo ha funcionado algo. Es decir, esta evaluación permite obtener evidencias sobre qué programas funcionan, qué programas no lo hacen y cómo mejorarlos para optimizar los resultados y los recursos invertidos. Dicho de otra forma, medir es un ejercicio de reflexión, de toma de conciencia del desempeño, que permite poner en valor una acción y contar con un lenguaje común para poder comunicarlo a los grupos de interés.

Todo ello tiene ventajas y beneficios evidentes para las organizaciones que lo ponen en práctica. En primer lugar, permite gestionar mucho mejor los proyectos, al evaluar su eficacia y eficiencia. Además, es una potente herramienta de comunicación: contar qué se ha hecho y qué ha supuesto algo de forma coherente y consistente, con datos, permite hacer un seguimiento de los logros y favorece la motivación del equipo, ya que les muestra el impacto de su trabajo.

Sin embargo, en 21gramos creemos que hay otro gran beneficio que no siempre obtiene el foco: la medición de impacto es un proceso de aprendizaje para las propias organizaciones, un hito que les permite aprender, desaprender y reaprender sus procesos, ayudándoles a ser mejores para sí mismas y para los demás.

Hacia la creación de aprendizajes compartidos

Actualmente, se está avanzando en diferentes metodologías y herramientas de medición de impacto social que pueden guiar a las empresas y apoyarlas en sus estrategias. Sin embargo, será el próximo paso el que marcará la diferencia: sistematizar los logros y compartir las buenas y malas prácticas con otras organizaciones para que toda la sociedad pueda beneficiarse de lo aprendido.

¿Por qué? Porque la evaluación de impacto contribuye a generar conocimiento compartido: saber cómo funciona un programa constituye en sí mismo un aprendizaje sumamente relevante a la hora de diseñarlos. Así, reunir y comparar mediciones de impacto en programas de naturaleza similar permite acumular y sistematizar evidencia, pero también plantear nuevos objetivos, replantear los iniciales y redistribuir los recursos para gestionarlos de forma más eficiente.

Conocer las evaluaciones de impacto de los demás y sus aprendizajes nos permiten tomar decisiones mejor fundamentadas y ajustar posibles cambios para reorientar la dirección estratégica. Al mismo tiempo, la medición nos ofrece un juicio sobre los resultados logrados de un programa o proyecto desde una óptica científica, aportando datos convincentes sobre su efectividad y el impacto resultante en su público objetivo.

«Realizar este ejercicio representa una oportunidad para la compañía, supone una herramienta para el creciente activismo de los inversores, cada vez más deseosos de que su capital se transforme en mejoras sociales, y también responde a las demandas de una sociedad cada vez más interesada en conocer el impacto de la actividad empresarial», explican en una publicación de la Cátedra CaixaBank de Responsabilidad Social Corporativa del IESE.

En cualquier caso, el informe recuerda que las propias empresas son las primeras interesadas en conocer de una forma detallada, cuantificable y sólida el impacto que su labor tiene en la sociedad. Sobre todo, aquellas que comunican su compromiso con los objetivos globales que marca la Agenda 2030: no hay mayor prueba de que nuestras acciones son coherentes y consistentes que los datos que demuestran que hay un impacto real tras el relato.

Una best practice en la medición del impacto: el caso de Stay Healthy

La Fundación Quironsalud tiene como fin fundacional la promoción de la salud y los hábitos de vida saludable en todas sus formas. Uno de sus emblemas es el proyecto Stay Healthy, un programa educativo cocreado junto a 21gramos que tiene como objetivo promover los hábitos saludables entre los adolescentes para que tomen conciencia de las consecuencias futuras derivadas de mantener rutinas poco recomendables en su día a día. Tras la irrupción de la covid-19, el programa tuvo que adaptarse a los nuevos entornos virtuales y a las nuevas demandas de escolares, familias y profesorado que, por ejemplo, demandaban mayor formación en campos como la adicción a las nuevas tecnologías, la salud mental o la interdependencia entre la salud personal y medioambiental. 

En el programa realizado en el curso 2021-2022 se hizo una evaluación del impacto para saber cuál era su alcance y cómo mejorar la efectividad y número de acciones. Por ello, se optó por una perspectiva holística que combinase análisis (para recopilar, analizar e integrar datos) y escucha profunda. ¿Cómo? Con una metodología propia desarrollada por 21gramos.

Se trata de una metodología mixta que permite tener una visión más completa y rica de la medición de impacto que trasciende a los datos: tan relevante es poder calcular la inversión monetaria en recursos como la posibilidad de entender a los beneficiarios del programa, sus vivencias, sus impresiones y sentimientos. Así, esta metodología propia se basa en dos pilares fundamentales:

  • La nomenclatura LBG: para todas las fuentes de datos, se utiliza la London Benchmarking Group (LBG), que toma como referencia la cuantificación de las contribuciones realizadas en tiempo o en dinero, para poner cifras a sus logros. Por ejemplo, cuántos beneficiarios han sido alcanzados o qué mejoras en su vida pueden esperarse.
  • La nomenclatura IS21: una fuente de datos ad hoc creada por 21gramos aplicando factores sociodemográficos, culturales, motivacionales o psicoemocionales extraídos en un proceso de escucha a los diferentes colectivos implicados y también de análisis en RRSS y plataformas de divulgación.

Con todo ello, se ha conseguido una visión panorámica que permite descifrar tanto los recursos económicos aportados al programa como su impacto real en las personas implicadas: alumnado, docentes, profesionales médicos… Pronto, te contaremos más sobre este proyecto. ¡Permanece en antena!

¿Quieres saber más sobre cómo se ha desarrollado el proyecto? ¿Quieres medir el impacto de un proyecto en tu compañía? Contacta con nuestro equipo y te ayudamos. 

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