Por Laura Zamarriego, directora de narrativas y relaciones institucionales de 21gramos
El semáforo se puso en verde, pero decidimos no cruzar. A nuestros pies, una grúa se esforzaba en arrancar de cuajo una cabina telefónica. Aquel artilugio emblemático, desconchado y forrado de carteles de anuncios, parecía resistirse a su final, haber echado raíces sobre el asfalto valenciano. ¿De cuántos secretos, llamadas urgentes, excusas, te-quieros, broncas, crónicas y silencios incómodos habría sido testigo aquella máquina del tiempo, símbolo del paisaje urbano durante casi cien años?
Lo evocador de la escena que presenciamos ayer –y el hecho de que sacáramos rápidamente el móvil para inmortalizarla– me hizo recordar aquella otra de La gran belleza.
– ¿Qué tienes en contra de la nostalgia, eh?
– Es la única distracción posible para quien no cree en el futuro.
Aunque el personaje de la película de Sorrentino solo tiene razón a medias. Ciertos estímulos nostálgicos, siempre en bajas dosis, nos permiten tomar consciencia del paso del tiempo, y reflexionar –nunca será suficiente– sobre qué significa en realidad el progreso. Aquel estandarte desgajado de la acera es, sin duda, historia de la innovación en las comunicaciones.
De eso, precisamente, de innovación en la comunicación, íbamos a conversar minutos después en una reunión con un nuevo cliente. La escena de la cabina probablemente nos inspiró y ayudó a argumentar por qué creemos en la importancia de romper ciertos esquemas a la hora de crear narrativas transformadoras.
Con enfoques renovados, diferenciales. Con rigor. Con voces expertas e influyentes. A través de formatos atractivos de fácil consumo. Trascendiendo la comunicación interna y externa a una tercera dimensión, más fluida hacia las diferentes audiencias. Y sin olvidar que la ética y la estética van siempre de la mano (de nuevo, la gran belleza, esta vez en minúsculas).
Desde el «hacer, antes que parecer». Con humildad y valentía. Desde la imperfección que supone querer ser cada día mejores. Y desde la asunción de que los grandes desafíos que afrontamos son comunes: la lucha contra la emergencia climática, la transición energética y la descarbonización, la protección y regeneración de la biodiversidad, la lucha contra la despoblación, la igualdad de oportunidades, la digitalización y la conectividad, la economía circular, la movilidad sostenible… ¿Acaso podríamos abordar todo ello sin el empuje legislativo, sin el compromiso de las empresas, sin alianzas público-privadas, sin la ciudadanía y los consumidores?
Si algo he aprendido en los distintos entornos en los que he trabajado –medios de comunicación, institución gubernamental, consultoría– es que solo hay una manera de avanzar: desde el diálogo y la colaboración. Aunque muchas veces cueste romper inercias y tumbar muros.
Después de presenciar la escena de la cabina, leí en la prensa que se había iniciado la retirada de los 15.000 teléfonos públicos que quedan desplegados por todo el territorio español. Solo espero que dejen algunos de recuerdo… para saber quiénes fuimos, quiénes somos y, sobre todo, quiénes queremos ser.