Por Marta González-Moro, CEO de 21gramos.
Parece una palabra normal y corriente, pero no lo es. Según las recopilaciones académicas, hay más de 250 definiciones que intentan explicar su poliédrico significado así que, solo con esa cifra, ya podemos hacernos una idea de cuánto se ha discutido sobre ella: es una palabra que lo empapa y lo trasciende todo porque cada persona tiene su propia manera de entenderla. Hablamos de cultura.
Aunque cultus era en su origen el cuidado del campo –raíz que aún pervive, por ejemplo, en la actual agricultura– y en la adoración a los dioses –a quienes seguimos rindiendo culto–, los romanos fueron los primeros en aplicarlo de forma personal: los humanos, como la tierra, se cultivaban para crecer intelectualmente, en el ejercicio de sus deberes ciudadanos, en la búsqueda de la belleza… y, en definitiva, se trabajaban a sí mismos para ser mejores individual y colectivamente.
Así, hoy la cultura sigue vinculándonos a la tierra, pero también define el modo en que nos comportamos, pensamos, creamos y nos proyectamos como grupo social. Porque la cultura es lo que está en los museos y lo que se vive en las calles, es lo que permanece cuando todo alrededor cambia y lo que creamos de manera original; es la música que escuchamos pero también el humor que nos hace reír, son los contenidos en redes sociales y las obras maestras de la literatura. Vayamos donde vayamos, la magia de la cultura nos invade y su luz nos habita.
«La cultura debe ser considerada como el conjunto de los rasgos distintivos espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o a un grupo social y que abarca, además de las artes y las letras, los modos de vida, las maneras de vivir juntos, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias», sostiene la Unesco. Una perspectiva que hemos hecho nuestra en 21gramos tanto a nivel teórico como práctico, porque en estos 17 años de andadura han cambiado muchas cosas, pero hay una que se mantiene: somos cultura y, sobre todo, hacemos cultura.
Cuando en 2007 iniciamos nuestro camino como consultora y agencia de comunicación especializada en sostenibilidad, decidimos llamar a nuestra aventura como esa liviana aunque importante cantidad de materia que nos imprime un carácter único: 21 gramos son los que –se supone– pesa el alma, el núcleo irreductible de nuestra personalidad, esa parte de nuestro ser que, por muy ínfima que parezca, es la esencia que nos define. Sin embargo, en estos años, nos hemos dado cuenta de que ser es importante… pero no suficiente. Como decía Galeano, en muchas ocasiones, «somos lo que hacemos para cambiar lo que somos».
21gramos es un ecosistema vivo y complejo. A lo largo de todo este tiempo hemos ido evolucionando y transformándonos hasta llegar a lo que hoy somos: un equipo transversal, diverso y colaborativo formado por expertos en marca, comunicación y consultoría de sostenibilidad. Pero, sobre todo, un grupo de personas que tienen la convicción de que otra manera de hacer las cosas es posible. Somos talento comprometido. A través de todos nuestros proyectos hacemos posible nuestro propósito: construir una sociedad más justa, humana y sostenible.
Porque desde nuestro movimiento Marcas con Valores generamos espacios colaborativos para las marcas que aspiran a conectar y conversar desde los valores. Hoy, 5.000 coinspiradores y seis estudios bianuales avalan el proyecto.
Porque con cada artículo de Igluu avanzamos en narrativas transformadoras e inspiramos a la ciudadanía a adoptar un estilo de vida consciente, optimista, saludable, colaborativo y plural.
Porque participando activamente como empresa en la comunidad B Corp colaboramos en la aceleración del cambio sistémico en el que creemos.
Porque trabajando cada día mano a mano con nuestros clientes, en 21gramos contribuimos a la transformación y generamos impacto medible y trazable.
Todas esas facetas forman parte intrínseca de lo que somos. Hace unos meses, iniciamos un proceso para replantearnos qué lugar ocupamos, qué deseábamos cambiar, qué podíamos hacer mejor. Tras reflexionar profundamente de nuevo, nos hemos dado cuenta de que queremos seguir haciendo lo mismo: crear cultura para crear impacto.
Porque, en definitiva, la cultura es la forma en la que entendemos el mundo: dibuja lo que pensamos, lo que hacemos y cómo lo transmitimos a los demás. Es decir, recoge el legado de lo que fuimos, la realidad de lo que somos y el anhelo de lo que queremos ser.
«La cultura no se hereda, se conquista», decía el filósofo André Malraux. Estos años hemos trabajado incansablemente para crear una nueva cultura corporativa cimentada en el rigor periodístico, la creatividad, la consciencia y el objetivo compartido de regeneración. Y vamos a seguir trabajando para conseguirlo. Aún queda mucho por hacer y el horizonte aún parece lejano, pero creando cultura juntxs os invitamos a seguir avanzando hasta alcanzarlo.