huella de carbono

Todo lo que siempre quiso saber de la huella de carbono (y no se atrevió a preguntar)

La conquista de la ASG avanza a pasos agigantados y afecta cada vez a más empresas en España. Aunque la obligación de reportar información relacionada con los indicadores de sostenibilidad no es para todas las empresas, muchas se adelantan a esta obligatoriedad y descubren que tener estos indicadores en cuenta supone una evolución de su modelo de negocio y su transparencia, aumentando su competitividad en un mercado cada vez más teñido de verde.

Por Antonio Pérez, técnico de sostenibilidad en 21gramos

Entre todos los conceptos relacionados con la sostenibilidad, uno tiene especial relevancia: la huella de carbono. Es, además de uno de los términos más populares o conocidos para la gran mayoría, uno de los más interesantes –y complejos– en el plano corporativo. ¿Cómo medir la huella de carbono de una compañía? ¿Cómo reportarla internamente y presentarla a los grupos de interés? ¿Cuál es la mejor forma de gestionarla?

Los que ya se hayan enfrentado a esa misión, sabrán lo crucial que es apreciar las diferencias entre los alcances 1, 2 y 3, que clasifican, atendiendo a su procedencia directa o indirecta, las emisiones de CO2 que genera una compañía y también conocerán la nueva agrupación que hace de estas emisiones la ISO 14001.

Alcance 1: emisiones directas procedentes de una fuente que es propiedad o es controlada por la organización. Pueden incluir las emisiones de CO2 derivadas del consumo de combustible por parte de la organización (vehículos, calefacción, etc.)

Alcance 2: emisiones indirectas derivadas de la generación de la electricidad, calefacción, refrigeración y vapor adquiridos, comprados y consumidos por la organización.

Alcance 3: emisiones indirectas no incluidas en las emisiones indirectas de generación de energía (alcance 2), que se producen por la actividad de la organización (aguas arriba o aguas abajo) pero que son propiedad y están bajo el control de un agente externo.

La huella de carbono exige tener muy controlado lo que hace la propia organización, por supuesto, pero también lo que pasa fuera de ella. Por ejemplo, dependiendo del tipo de actividad, las emisiones indirectas –aquellas que provienen de la cadena de valor de la compañía, vinculadas al alcance 3– son muy superiores al resto de alcances. Vemos el caso de una compañía dedicada a combustibles, cuyas emisiones de alcance 3 son doce veces superiores a las asociadas al alcance 1 y 2 debido al uso que se da a los productos que vende.

Esto hace esencial contar con la colaboración de los distintos grupos de interés, para poder realizar un cálculo ajustado y adecuado. Una interlocución, imprescindible en las compañías del S. XXI, que empieza, además, a ser ineludible debido a las fuertes exigencias de la nueva legislación.

¡Que no cunda el pánico! Muchos proveedores han avanzado trabajo, calculando la huella de carbono de los productos o servicios que ofrecen, algo que, a su vez, les facilita la contratación en grandes empresas. Aquí es donde surgen las complicaciones: si yo soy una empresa pequeña o mediana que quiere iniciarse en esto, ¿Cómo tener controlado aquello que depende del uso que hagan nuestros clientes de nuestros productos? ¿O cómo valorar el impacto verde de las inversiones económicas de la propia compañía?

La importancia del orden y la organización en la medición de la huella de carbono

Como vamos a manejar un gran volumen de información técnica, es fundamental tener los datos organizados y ordenados para facilitar su control y seguimiento a lo largo del año. Los necesitaremos no solo para reportar de forma anual en las memorias de sostenibilidad, gestión y los EINF, sino también para tener un control mensual que permita la toma de decisiones ágiles, además de para incluirlos en el reporte interno para la propia organización o las organizaciones inversoras.

Para poder gestionar esta ingente cantidad de información, existen multitud de herramientas y plataformas que nos pueden facilitar –o complicar– la visión de estos indicadores, por ejemplo, el consumo de agua en metros cúbicos para controlar sus emisiones, el consumo de gasoil en calefacción o el consumo de combustible usado por los comerciales de la empresa en sus desplazamientos. Para utilizarlas, necesitamos tener claro cuáles son los indicadores a recopilar, de dónde vienen los datos o quién es el responsable de recopilarlos y reportarlos, entre otras cosas. Y, para la implantación de este proceso, la asesoría es fundamental.

Una vez ordenada la información, podemos valorar la mejor herramienta para gestionar estos datos de forma eficiente y sencilla. Si te imaginas esas plataformas como algo con miles de términos técnicos y datos que rellenar, no te asustes, que tenemos una buena noticia: hoy en día existen programas muy sencillos o herramientas diseñadas ad hoc para los cálculos de cada compañía, adaptándose a su realidad y sus particularidades.

Aunque pueda parecer muy complicado, el primer paso para medir la huella de carbono es no dejar que los datos te ahoguen. Al contrario, puedes utilizarla como una tabla para surfear el mercado y obtener con ella una ventaja competitiva para mejorar, de paso, el desempeño de tu compañía.

¿Necesitas asesoramiento para medir la huella de carbono en tu empresa? Contacta con nuestro equipo y te ayudamos.

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