Por Elena González del Pino, directora técnica ESG.
Incorporar la sostenibilidad en el mundo empresarial ya no se trata solo de seguir la corriente, sino de asumir un papel activo. Y lo más importante: hacerlo a tiempo. Así, la llegada del conocido paquete Ómnibus, impulsado por la Comisión de la Unión Europea, el pasado mes de febrero volvió a sacudir el panorama regulatorio europeo en materia de sostenibilidad y, por tanto, el panorama de las empresas, marcando de manera definitiva un antes y un después en su actividad.
Como suele pasar, hay sentimientos encontrados. Si bien es cierto que busca simplificar las obligaciones de información en la región, hay quienes temen que la modificación de las obligaciones de sostenibilidad acaben siendo contraproducentes y generando inconsistencias, incertidumbre regulatoria y retrasos en las inversiones en sostenibilidad.
Sin embargo, en el Ecosistema21g hemos recibido el primer paquete de simplificación Ómnibus con una actitud positiva, incluso entusiasmados. Y te contamos por qué.
Es un aliento que alimenta la convicción propia
Este paquete representa el impulso que las empresas necesitan para integrar la sostenibilidad en su gestión, un enfoque que no solo las hace más responsables, sino también más competitivas. Lo necesitan para emprender este camino por su propia convicción, gestionando sus recursos y con sus tiempos. Tan solo es necesaria una hoja de ruta eficaz: hablamos del Plan Estratégico de Sostenibilidad.
Es una herramienta diseñada para ti
En el Ecosistema21g creemos en la singularidad de cada empresa. Por ello, diseñamos un plan de acción que se adapta a su tamaño, madurez en ESG, recursos, sector y geografía. A fin de cuentas, el plan transmite la esencia y el propósito único de cada organización, permitiendo que los equipos se vean reflejados en él. Es un plan claro, eficiente y útil que ayuda a comprender la ventaja competitiva que confiere un modelo económico sostenible.
Conecta la sostenibilidad con la competitividad e innovación
Estamos convencidos de que sostenibilidad y competitividad van de la mano, especialmente en un contexto de impasse ESG y guerras comerciales arancelarias. En nuestro V Estudio Marcas con Valores 2024, La sostenibilidad ante el espejo, un 80% de las compañías encuestadas respondió que integrar la sostenibilidad en su compañía era percibido como un incentivo para la innovación, mientras que solo el 25% declaró que «la sostenibilidad es vista principalmente como un coste». Este enfoque sigue vigente en 2025, como lo demuestra el nuevo Pacto Industrial limpio de la Comisión Europea, que busca fortalecer la competitividad, fomentar la innovación y preservar la seguridad económica de las empresas europeas, siempre en un marco de sostenibilidad.
Han pasado más de tres décadas
El camino hacia la convicción sostenible ha sido largo. Más de tres décadas han pasado desde que la Teoría de los Grupos de Interés de Edward Freeman, el Informe Brundtland de Naciones Unidas y la Teoría de la Triple Cuenta de Resultados de John Elkington señalaran que el desarrollo económico global necesita cambiar hacia una visión de largo plazo. Y es más: este desarrollo debe considerar no solo la viabilidad económica de las empresas, sino también la equidad social y la salud medioambiental, asegurando un ecosistema viable y vivible para todos.
Por los riesgos medioambientales y sociales
El Manifiesto de Davos en 2020 impulsó este modelo económico y el Foro Económico Mundial nos advierte anualmente que los riesgos más severos a largo plazo son los medioambientales; sin ir más lejos, los eventos climáticos extremos y la pérdida de biodiversidad. A corto plazo, estos riesgos tienen repercusiones económicas y sociales, como desigualdad y migraciones. Recientes estadísticas* indican que España perdió un 1,8% del PIB en 2022 debido al cambio climático y que el golpe de la DANA en la provincia valenciana ronda los 22.000 millones de euros, más de un tercio del PIB de la región.
Así, los riesgos medioambientales derivan en riesgos reputacionales y pérdidas económicas significativas, contribuyendo a una crisis climática que también es social. Por eso, resulta clave incorporar en los planes estratégicos una evaluación de riesgos climáticos (físicos y de transición) como recomiendan marcos como el TCFD, anticipando escenarios futuros.
Porque necesitamos herramientas efectivas
Ante desafíos como estos, las empresas de cualquier tamaño necesitan herramientas que les permitan identificar, priorizar y mitigar riesgos e impactos negativos derivados de aspectos medioambientales, sociales y regulatorios. También identificar e impulsar oportunidades presentes en esta nueva revolución industrial y aumentar su reputación, generando beneficios mutuos para las personas y las comunidades donde operan. Esto implica no solo la gestión reactiva de riesgos, sino un liderazgo proactivo que posicione a la sostenibilidad como motor de innovación, eficiencia y diferenciación.
Así, necesitamos un enfoque holístico de triple cuenta de resultados que enfatice la interconexión entre las personas y el impacto positivo, medible y trazable. Este debe alinearse con marcos internacionales como los ODS, la Agenda 2030, el Pacto Verde Europeo y estándares de reporte como GRI o ESRS para asegurar coherencia y comparabilidad. Una metodología que integra la precisión del hard data con la inteligencia del warm data*. Así entendemos nosotros la Hoja de Ruta hacia la Competitividad en el siglo XXI.
¿Y cuál es nuestro enfoque?
Lo tenemos claro: para implementar un Plan Estratégico de Sostenibilidad eficaz es fundamental contar con el compromiso firme de la Alta Dirección, que debe traducirse en gobernanza clara, asignación de recursos y alineamiento con el propósito corporativo.
Te contamos cómo lo hacemos:
- Fase 1 l Diagnóstico e investigación: crucial para diseñar una hoja de ruta ESG a medida, que sea accionable y factible. A través de la investigación social de fuentes secundarias (interna de la empresa, competidores, sectorial y macro), identificamos grupos de interés, sus expectativas y priorización, además de analizar la cadena de valor y el propósito de la compañía. Si no se dispusiera de uno reciente, recomendamos incluir también una evaluación inicial de riesgos ESG.
- Fase 2 l Diseño de Líneas Estratégicas: partiendo del Análisis de Doble Materialidad (en su defecto, investigación social y análisis del mapa de riesgos que nos permita identificar impactos, riesgos y oportunidades ESG), realizamos entrevistas cualitativas con grupos de interés prioritarios para ilustrar un análisis DAFO tanto de la situación de partida de la empresa cómo dinámico en el tiempo de duración del Plan Estratégico de Sostenibilidad. Este análisis y su evolución, realizado en contraste con la compañía, nos permite identificar las Líneas de Actuación y Proyectos e inscribirlas en el tiempo, según las prioridades estratégicas.
- Fase 3 l Diseño de la Hoja de Ruta Estratégica y Cuadro de Mandos: para los distintos proyectos identificados, definimos objetivos SMART (por sus siglas en inglés: específicos, medibles, alcanzables, relevantes y con un plazo determinado) y desarrollamos un plan de acción con iniciativas concretas para cumplirlos, incluyendo indicadores clave de desempeño (KPIs) para medir su progreso, la asignación de responsabilidades a personas concretas y sus plazos de ejecución. Asimismo siempre incorporaremos mecanismos de gobernanza para asegurar la transversalidad del plan, como comités ESG.Además, como empresa BCorp, recurrimos a los estándares del Movimiento B como brújula para determinar tanto los objetivos de resultado como su impacto y relevancia respecto a competidores que utilizan la herramienta. En esta etapa es muy importante el contraste con los equipos y responsables implicados.
- Fase 4 l Comunicación del Plan Estratégico de Sostenibilidad: esta Hoja de Ruta tiene que ser ilusionante. Por ello, el Plan tiene que acompañarse por un plan de comunicación creativo que conecte con las personas y los grupos de interés más relevantes, que celebre sus logros y sus impactos, que les impulse en los retos, que cohesione al equipo y que hable el idioma de la empresa -qué es y qué quiere ser-. Este plan de comunicación, que contempla tanto audiencias internas como externas, debe prestar especial atención a la transparencia y la rendición de cuentas.
- Fase 5 l Evaluación y mejora continua: el Plan Estratégico de Sostenibilidad está vivo, por lo que requiere una planificación de evaluaciones periódicas que prevea el ajuste y la mejora del plan según sea necesario, para que siga siendo útil, veraz y eficiente.
Cuando integran la sostenibilidad en el corazón de su estrategia, las empresas no solo se adaptan a un mundo en constante transformación, sino que también se convierten en agentes de cambio, capaces de generar un impacto positivo y duradero en sus comunidades. Además, anticipan riesgos regulatorios y reputacionales, mejoran su resiliencia y fortalecen su licencia social para operar.
Se trata de todo un viaje que empieza con la decisión de escuchar, aprender y actuar, y termina en un legado de responsabilidad y prosperidad. Con valentía y determinación, abracemos esta hoja de ruta hacia un futuro donde el éxito no solo se mida en beneficios económicos, sino -y sobre todo- en el bienestar de las personas y del planeta.
El momento de actuar es ahora 🙂