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El presente de la ESG: cinco tendencias clave

Guadalupe Bécares

Por Laura Zamarriego

«No hay viento favorable para quien no sabe a dónde va». Las palabras de Séneca resonaron en el auditorio de la Real Fábrica de Tapices, sede del ‘ESG Spain 2023 – Corporate Sustainability Forum’, que logró, una vez más, reunir a centenares de personas implicadas en impulsar la sostenibilidad dentro de sus organizaciones.

Los diferentes ponentes y expertos coincidieron en la necesidad de una mayor ambición a la hora de combatir la emergencia climática, la pérdida de biodiversidad y la desigualdad. Unos desafíos que requieren de compromiso, liderazgo y buena gobernanza. También recorrieron las principales tendencias que marcarán el futuro próximo y que recogemos en este artículo.

La inteligencia artificial como aliada

 

Desde predecir qué va a ocurrir en un determinado edificio ante un posible riesgo climático, hasta lograr la inclusión de personas ciegas en el Camino De Santiago. Lo cierto es que la inteligencia artificial puede ser una gran aliada para el progreso y palanca de aceleración económica.

Dejar la tecnofobia y el tecnoptimismo a un lado es el camino más inteligente si queremos profundizar en los beneficios ambientales y sociales que puede ofrecernos la IA, posiblemente el cambio más relevante desde la introducción de la imprenta.

Transición energética: un reto irrenunciable

 

La transición energética (justa y viable) no es una opción. Es una transformación absolutamente necesaria para lograr los objetivos de descarbonización, que supone además una gran oportunidad en términos económicos y de reindustrialización: puede generar más de un millón de empleos cualificados y aumentar el 50% del valor de las compañías españolas.

Materialidad basada en la evidencia

 

Aunque Europa sigue a la cabeza de la presión regulatoria en materia de sostenibilidad, «los estándares de reporte deben ser más exigentes para superar los estándares globales», señaló Helena Viñes, consejera de la Comisión Nacional del Mercado de Valores y responsable de la Plataforma de Finanzas Sostenibles de la Comisión Europea.

De acuerdo con la nueva Directiva de Informes de Sostenibilidad Corporativa (CSRD), no solo se debe informar de los temas que supongan un impacto financiero para la empresa, sino también de aquellos que supongan un impacto material para su entorno y para el medioambiente. La subordinación de los estándares al principio de la doble materialidad es uno de los elementos clave que incorpora la directiva.

En la doble materialidad, el cambio climático es el único tema no susceptible de ser eliminado. «Es más fácil reportar cambio climático que no reportarlo», comentó Viñes. En este sentido, la evaluación de la materialidad de impacto debería basarse en la evidencia, y para ello, precisamente, existe la taxonomía.

Impulso decisivo a la G de la ESG

 

Para llevar a buen puerto todo lo anterior es fundamental el compromiso del consejo de administración, pero no solo: también garantizar su conocimiento profundo, riguroso y consistente en ESG. Es crucial, por tanto, apostar por la formación al más alto nivel.

En relación con lo anterior, no es de extrañar que, cada vez más, los directores y directoras de sostenibilidad quieran formar parte de esa mesa de toma de decisiones.

El modelo de gobernanza, en definitiva, es clave, y va más allá de lo transaccional. Se necesita una estructura coherente, una escucha activa hacia todos los grupos de interés y políticas y objetivos claros como señal evidente que permee a toda la empresa.

Hacer y contar (bien)

 

Con una nueva regulación contra el greenwashing a las puertas, la transparencia y una comunicación rigurosa y veraz, basada en el desempeño, adquieren aún mayor importancia.

En un contexto de saturación y ruido informativo, la ventana de oportunidad que se abre es enorme a la hora de contar, y hacerlo bien, a través de narrativas transformadoras y canales y formatos atractivos. Teniendo en cuenta que la ética y la estética van siempre de la mano. Y que esa autenticidad (o falta de ella) es percibida por una ciudadanía crítica y consciente de sus decisiones de consumo.

Forética, organización de referencia en sostenibilidad, tiene el propósito de seguir impulsando la integración de los aspectos sociales, ambientales y de buen gobierno en la estrategia y gestión de las organizaciones para lograr así sus objetivos, definidos en su Visión 2050. Lo recogen en este vídeo, en cuya conceptualización 21gramos ha tenido la oportunidad y el orgullo de colaborar.

Relevo generacional: el conocimiento del sénior, para el júnior

Guadalupe Bécares

Ante la llegada de la jubilación de la generación del ‘baby boom’ y la escasez de candidatos que los releven, las empresas deben trazar una hoja de ruta para la gestión y conservación del conocimiento interno.

Por Elene Igoa Iraola –investigadora predoctoral en la Universidad de Deusto– y Fernando Díez Ruiz –profesor asociado en la Universidad de Deusto–. 

¿Le queda poco para jubilarse? ¿Le ha pedido alguien en su organización que transmita su conocimiento a algún compañero más joven? Si no lo ha hecho, conviene que lea este artículo.

La situación no es sencilla. En los siguientes 30 años nos enfrentamos a una caída sistemática de la población mundial debido al declive demográfico que ya estamos experimentando y afectará especialmente a Occidente. Ningún país de la UE-27 alcanza el índice de fecundidad de 2,1 hijos por mujer, que garantizaría el reemplazo generacional y la estabilidad poblacional.

España es uno de los países con menor natalidad de toda Europa. Las razones son varias: precariedad laboral, problemas de acceso a la vivienda, conciliación de la vida familiar y profesional… Pero la verdad es que todo esto no solamente afecta a la sociedad sino que también afecta a las organizaciones.

La generación del baby boom se jubila

Hay una preocupación generalizada respecto a este tema. Dentro de las empresas se está dando un aumento exponencial de jubilaciones de trabajadores pertenecientes a la generación del baby boom. Esto significa que, de no hacer nada, en los próximos años desaparecerá una gran parte del conocimiento de los trabajadores sénior.

El volumen de jubilaciones hará necesaria la contratación de personal. El problema está en que no hay suficiente mano de obra ni talento en el mercado laboral. Estamos, pues, ante una clara situación de desequilibrio entre la oferta y la demanda de mano de obra: se necesitan trabajadores para cubrir puestos de trabajo y hay pocos candidatos en el mercado laboral. Así, las organizaciones tendrán que llevar a cabo una adaptación del ciclo laboral para afrontar el retiro de una gran parte de su plantilla.

A pesar de que la mayoría de las organizaciones son conscientes de esta problemática, no están actuando en consecuencia. Bien porque no lo consideran prioritario o porque no tienen los recursos necesarios.

Muchas de las que deciden actuar se dan cuenta de que no tienen identificados los puestos clave de sus áreas de trabajo, ni sus departamentos de recursos humanos cuentan con procedimientos para la transmisión de conocimientos.

Estas cuestiones dificultan la retención del know how de los trabajadores más experimentados, pues diseñar las estrategias necesarias requiere tiempo y esfuerzo. Como consecuencia, el procedimiento más común de las organizaciones es dejar pasar el tiempo hasta que haya que buscar una solución de último minuto.

Carrera de relevos

El conocimiento es uno de los recursos más importantes de las organizaciones y aporta valor tanto a la empresa como al trabajador. De ahí que su transferencia sea indispensable para preservar el conocimiento práctico, teórico y técnico acumulado por un trabajador sénior a lo largo de su carrera. Si no se lleva a cabo dicha transferencia, todo el saber hacer del trabajador que va a jubilarse –y que no puede explicarse mediante instrucciones escritas–, se pierde.

La pérdida del conocimiento del talento sénior tiene un impacto directo en la productividad, eficiencia y competitividad empresarial. Hay competencias que no son tangibles y que se aprenden pasando tiempo con el trabajador que va a jubilarse (analizando cómo actúa cuando un cliente no está satisfecho con un producto, las conversaciones que mantiene para asegurar una buena relación con sus compañeros de trabajo, los tratamientos adicionales que ha ideado para dar a un producto una terminación impecable…). Así, el relevo generacional ayuda a identificar los conocimientos clave de cada puesto de trabajo y fomenta su retención dentro de la organización.

Las empresas necesitan, pues, una hoja de ruta para adaptarse a este reto. La única solución viable ante el problema que se plantea con las jubilaciones y la escasez de candidatos es la gestión del conocimiento interno.

Preservar y reconocer el conocimiento acumulado

El relevo generacional es un paso primordial para retener dentro de la organización el conocimiento generado por sus empleados. El objetivo es mantener funcionando el conocimiento del trabajador que se jubila. Por otra parte, esta estrategia lo pone en el centro y le da la importancia que tiene.

Con la jubilación se cierra una etapa de la vida y, con el relevo generacional, el trabajador tiene la oportunidad de recopilar el conocimiento acumulado a lo largo de los años y dar valor a su experiencia. Para la empresa, además de ser un instrumento para retener el conocimiento, también debe servir para reconocer el papel del empleado sénior dentro de la organización. Así, si el trabajador se siente valorado, tenderá a compartir más su conocimiento y estará más involucrado con el proceso de relevo.

En definitiva, el relevo generacional es una herramienta necesaria para mantener la competitividad organizacional dentro de la empresa y reconocer el valor añadido de cada trabajador que está a punto de jubilarse.

Es hora de que las empresas comiencen a preocuparse por retener el conocimiento de los trabajadores en procesos de relevo generacional. Es tiempo de preguntar a los trabajadores: ¿qué es importante que permanezca en la empresa después de tu partida?

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

Escucha Cualitativa

La escucha cualitativa o el arte y oficio de la investigación social

Guadalupe Bécares

Además de los datos obtenidos de los análisis cuantitativos, dentro del proceso de investigación social es fundamental incorporar la escucha cualitativa. No basta con hacer entrevistas o grupos de discusión: es necesario un proceso profundo para empaparse de la conversación y mejorar la realidad de las organizaciones.

Por Ximena Sapaj, directora de Investigación e Inteligencia Social de 21gramos y del Estudio Marcas con Valores.

«La investigación es una operación de caza. Investigar viene de ‘üestigo’ –seguir las huellas que deja una presa en el camino–. Los dispositivos de investigación son dispositivos de depredación: son capturados los cuerpos (en la selección de la muestra, o en la reunión del grupo, o en la elección de una institución) y son capturadas las almas, las hablas (en la entrevista, en la discusión, en la asamblea)». [Jesús Ibáñez]

Las técnicas de investigación social constituyen un conjunto de dispositivos que contribuyen a la observación y conocimiento de lo social. En un momento de cambios rápidos, se requiere cada vez más innovación en su diseño y uso para dar mejor cuenta de la complejidad contenida en los procesos sociales que debemos estudiar. Cabe recordar que, cuando hablamos de escucha, en investigación aplicamos distintas metodologías –focus group, entrevistas, observaciones participantes, encuestas, entre otras– para entender una determinada realidad. En este artículo pondremos el foco sobre la perspectiva cualitativa de investigación social, es decir, precisamente la que realizamos a través de entrevistas, testimonios o focus group.

Mientras los investigadores cuantitativos basan sus análisis en cuestionarios o encuestas, en las técnicas cualitativas la escucha se da de forma directa con las personas de una comunidad, una empresa o un grupo social. En este proceso, auscultan –en su origen etimológico, «inclinar el oído»– directamente la opinión de diferentes personas, en un trabajo de artesanía que es un arte y un oficio.

Al emplear estas técnicas, lo que hacemos es escuchar de una forma sistematizada y controlada, dirigida al objetivo específico que queremos conseguir. Por eso, algunos autores denominan a este proceso «una escucha retenida en la que los discursos sociales circulantes son fijados para su análisis e interpretación».

¿Cómo se escucha?

Por desgracia, el análisis cualitativo no tiene los métodos de análisis tan desarrollados de los que disponen los análisis cuantitativos, cada vez más ayudados por programas de procesamiento de análisis estadístico. Nada así existe para las investigaciones cualitativas que transitan cada vez por el trabajo subjetivo y artesanal del analista, que a menudo se ve forzado a aprender haciendo, sin más guía que los aciertos y desvaríos del camino.

La perspectiva cualitativa es exclusiva del orden social y, por lo mismo, no cabe encontrar antecedentes en las ciencias naturales y sus modelos del saber metódico. Si el investigador cuantitativo puede asignar números, el cualitativo se mueve en el orden de los significados y sus reglas de significación: los códigos o significaciones.

Por definición, los instrumentos de este tipo de metodología tienden a la apertura, en el sentido de no regularse por cuestionarios. Los instrumentos cualitativos que utilizan modalidades conversacionales, como por ejemplo la entrevista en profundidad –como habla individual o como habla grupal– a través de grupos de conversación, como autobiografía o como testimonio, aplican una observación del orden del hablar del investigado.

Metodológicamente, lo que se busca es posibilitar una reproducción de la comunidad o colectivo de hablantes de una lengua común para su análisis y comprensión. Siempre se trata de alcanzar la estructura de la observación del otro: es el investigador con su oficio quien debe conocer, analizar y entender la realidad que estudia de la sociedad, el grupo o la organización. Para ello, debe preguntarse cuáles son los códigos que comparten en sus redes internas.

¿Qué permiten las técnicas cualitativas?

Si el conocimiento cuantitativo podría describirse como lo numerable, en el caso del conocimiento cualitativo opera como escucha del habla investigada para entender la realidad de los otros. De ella emerge un discurso del que debemos entender su estructura, su orden y su estabilidad. Su complejidad o sencillez es también información cualitativa, porque también refleja la perspectiva y visión del investigado.

El discurso obtenido tiene su texto, o textura, para indicar su orden. Por ello los estudios cualitativos pueden describirse, en general, como aptos para el estudio del discurso: es un texto que tiene estructura y despliega sus propios códigos. En ellos pueden buscarse las claves de interpretación que están siendo activadas por las significaciones –acciones, palabras, documentos, textos– y que permiten su comprensión.

Así, el investigador debe reconstruir la perspectiva observada, la del propio investigado, y solo así tendrá la certeza de que ha sido capaz de escuchar de forma profunda y estratégica.

En 21gramos, todos nuestros proyectos incluyen la escucha cualitativa porque es nuestra forma de entender el propio proceso de investigación social: solo así podemos entender las demandas de nuestros clientes y diseñar proyectos que respondan a sus necesidades reales. Por nuestra experiencia de años, la escucha profunda y estratégica que permiten estas técnicas de investigación es imprescindible para capturar el sentir y la perspectiva de las organizaciones e integrarlas en acciones transformadoras más fáciles de integrar en las personas que las conforman, porque han nacido de su propia visión.

¿Necesitas ayuda para poner en práctica la escucha activa dentro de tu organización? Contacta con nuestro equipo de Inteligencia Social y te ayudamos. 

Lgtbi

Ser o no ser (visible): el dilema de las personas LGTBI en el ámbito laboral

Guadalupe Bécares

«Ser activista por la visibilidad LGTBI en el trabajo sirve para ayudar a comprender otras realidades a las personas que están alrededor y, lo más importante, ayuda a brindar una sensación de seguridad a aquellas personas de nuestro entorno laboral que –tal vez– dudan sobre si lo son o si pueden contarlo».

Por Alonso Hidalgo, consultor de sostenibilidad en 21gramos.

Una entrevista de trabajo o los primeros días en una nueva empresa son momentos que a todas las personas nos generan diversas preguntas y expectativas. ¿Lo habré hecho bien? ¿Qué debería responder en esta situación? ¿Serán simpáticos mis nuevos compañeros? ¿Me valorará mi jefa? Sin embargo, hay personas a las que se añaden cuestiones extra. ¿Habrán visto algo diferente en mi tono de voz o en mi forma de moverme? ¿Y si intento caminar para que no lo noten? ¿Me aceptarán mis compañeros como realmente soy?

Estas últimas preguntas han cruzado la mente de toda persona LGTBI durante los primeros días en un nuevo ambiente laboral, en una entrevista de trabajo o incluso preparándose para una. Incluso entre miembros del colectivo se experimentan realidades diferentes: un hombre gay no verá las mismas situaciones de riesgo que una mujer lesbiana, una persona bisexual, trans o no binaria. También será determinante el sector para el que se esté postulando, porque no es lo mismo trabajar en la administración pública que en el sector privado, en una agencia de marketing que en el sector industrial o cultural.

Hay muchos factores a considerar al analizar la situación de cada colectivo e individuo que forma parte de la comunidad. Sin embargo, todas las personas que formamos parte de ella, sin excepción, nos hacemos una pregunta común al comenzar en un nuevo puesto de trabajo: «¿ser o no ser yo mismx?». Esta realidad se ve reflejada en La diversidad LGBT en el contexto laboral en España, un informe elaborado por la consultora Mpátika en el que se recoge que solo el 38% de las personas del colectivo están completamente fuera del armario en sus trabajos. Dicho de otra forma, existe un 62% de personas que tienen la necesidad de ocultar total o parcialmente su identidad de género u orientación sexual en su entorno laboral.

Esta situación de no expresión por la que transitamos las personas LGTBI durante nuestra vida laboral genera, en muchas ocasiones, un estado de estrés constante al querer pasar desapercibidos e integrarnos en el entorno heterosexual predominante. No obstante, a menudo la expresión de la orientación sexual e identidad de género se va dando a medida que se construyen espacios seguros en el trabajo. En la mayoría de los casos la confianza se produce gracias a la cotidianeidad que se vive con los compañeros y compañeras y con los jefes y jefas, o por la implementación de políticas de diversidad por parte de la empresa.

Esta realidad puede que llame la atención de muchas personas que no pertenezcan al colectivo, sobre todo considerando que España es reconocido internacionalmente como uno de los países más avanzados en cuanto a legislación y protección de derechos de las personas LGBTI en el entorno laboral. Por ejemplo, en 2020 se publicó el Real Decreto 901/2020, de 13 de octubre, por el que se establece que las empresas con más de cincuenta personas en plantilla están obligadas a contar con un Plan de Igualdad. Asimismo, este año se publicó la Ley 4/2023, de 28 de febrero, para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI.

La igualdad más allá de las leyes

No obstante, si bien en los últimos años se ha estructurado una legislación que garantiza cada vez más los derechos de la comunidad, no hay que olvidar que existe una realidad sociocultural que, a veces, camina más despacio que las leyes. En la sociedad española existen estereotipos, actitudes, emociones, lenguaje poco inclusivo y sesgos inconscientes anclados en nuestro imaginario que afectan a las personas que pertenecen a este colectivo.

Estos prejuicios, en gran medida, son los responsables del ocultamiento de la orientación sexual e identidad de género de las personas diversas en el ámbito laboral. Un estudio realizado en 2020 por la Unión General de Trabajadores (UGT) reflejó que un 86% de las personas considera que es necesario ocultar la orientación sexual en una entrevista de trabajo; y que un 90% de las personas LGBTI encuestadas consideran serlo un inconveniente en el acceso al empleo.

Por estas razones resulta importante no solo que se establezca una legislación que garantice los derechos de todas las personas, sino que también se promuevan iniciativas –tanto a nivel cívico como profesional y empresarial– para repensar los sesgos existentes en el imaginario colectivo. Es un camino que estamos comenzando a transitar y sabemos que los resultados tomarán tiempo, pero no debemos minimizar los avances que nos han permitido seguir mejorando hacia la construcción de una sociedad cada vez más igualitaria.

Este nuevo enfoque más diverso ha ido calando dentro de las empresas españolas. En la Memoria Anual 2022 de la Asociación Red Empresarial por la Diversidad e Inclusión LGBTI (REDI) se visibiliza un aumento del 37% en el número de empresas asociadas, pasando de 144 a 197. Así, se constata un incremento en el número de empresas y organizaciones que buscan implementar una visión estratégica de la diversidad e inclusión, enmarcadas dentro del ámbito de la sostenibilidad y los recursos humanos.

Ser visible en el trabajo: mi experiencia en primera persona

Si bien la decisión de visibilizarse como persona LGTBI en el trabajo corresponde a cada persona, hacerlo depende también del clima de respeto y confianza que se encuentra en el entorno profesional concreto.

Como creo que es importante hablar de ello, me gustaría compartir mi visión como un hombre homosexual en el mundo laboral. Hoy me siento plenamente cómodo con quién soy y con ser visible en mi trabajo. Sin embargo, esto no siempre fue así. Estudié Derecho como grado y mis primeras prácticas fueron en un despacho de abogados. Según mi experiencia, el del Derecho es un sector predominantemente machista y heteronormativo, donde las identidades que no cuadran con los patrones de conducta esperados o, al menos, mantengan las apariencias, difícilmente tienen un espacio.

En esta primera experiencia laboral tuve la necesidad de fingir, de ocultarme y de mostrarme de cierta manera, tanto con mis compañeros, compañeras, superiores y clientes. Si bien nuestra identidad no tiene por qué afectar a nuestra profesionalidad y desempeño, en muchos casos los estereotipos y sesgos de terceros pueden llegar a imponerse. Sin embargo, mientras fui adquiriendo experiencia y conociendo otros ámbitos laborales (como la administración pública y el sector empresarial), comencé a ganar más confianza en mí mismo y a saber qué busco en el lugar donde quiero trabajar.

Gracias a este proceso de autoconocimiento y también a los privilegios con los que conté en el camino –como tener una educación universitaria, una posición económica estable y ser hombre, homosexual, pero hombre, al fin y al cabo–, pude comenzar a valorar lo que cada ambiente laboral tenía para ofrecerme a nivel profesional y personal. Y así llegué a la conclusión de que, si quería encontrar el trabajo adecuado, tenía que dejar de ocultarme y ser visible en todo momento.

No ha sido un proceso sencillo. He tenido momentos tensos como, por ejemplo, cuando gerentes de otros departamentos no consideraron del todo fiable mi opinión profesional en un inicio por el simple hecho de ser un hombre gay. Sin embargo, conté con el respaldo de jefes y jefas líderes que me supieron guiar y celebrar mi forma de ser, así como con compañeros y compañeras que me brindaron el ambiente de confianza que necesitaba. Gracias a cada una de estas personas pude sentirme cómodo para decidir ser yo mismo en el trabajo. Con esa posición activista por la visibilidad LGTBI también se (re)educa a las personas que están alrededor y, lo más importante, se brinda una sensación de seguridad a aquellas personas que –tal vez– dudan sobre si lo son o si pueden contarlo.

En otras voces

Esta es mi experiencia, pero no es la única. Diego Pinto es un hombre bisexual, tiene 32 años y trabaja como comunicador para el desarrollo en Lima. Cuenta que ha pasado por diferentes situaciones de discriminación y violencia en distintos espacios laborales. «Desde querer sacarme del armario con preguntas muy invasivas hasta un hostigamiento verbal y físico por mi expresión de género», reconoce. Su situación es tristemente habitual en muchos países, incluidos Perú y España, donde persiste el prejuicio de que las personas LGTBI no somos profesionales, responsables, comprometidas, entre otras cosas.

Al inicio de su vida laboral, Diego recuerda que no estaba seguro de querer ser visible. «Constantemente vivía tratando de que no se me notase para poder mantenerme en mi lugar de prácticas. Sucede a menudo que ese miedo a ser descubiertos impacta negativamente en nuestro desempeño laboral, ya que estamos más enfocados en protegernos que en demostrar lo capaces que podemos llegar a ser», señala.

Hoy sí está convencido de que es necesario mostrarse visible. Abraza su orientación con orgullo, también en su empresa. Trabaja como Comunicador del Programa de Empoderamiento Económico de CARE Perú, una organización que respeta la diversidad y apuesta por la construcción de un espacio seguro. Nos cuenta que, junto con una amiga, han generado un espacio exclusivamente para personas del colectivo y están organizando por segundo año consecutivo actividades por el Mes del Orgullo. Además, como parte de su proceso de reivindicación, ha podido contratar personas trans como consultoras para algunos servicios.

De hecho, las personas trans son, dentro del colectivo, quienes más sufren la discriminación en el ámbito laboral, prejuicios que se multiplican cuando eres una persona migrante. Chebi Bouroncle es una mujer trans peruana de 33 años que vive en Barcelona, es psicóloga social y trabaja para la asociación ACATHI, que vela por los proyectos migratorios y derechos de las personas LGTBI migrantes y refugiadas. Ella cuenta que su camino hacia la inserción laboral ha sido más difícil que sus experiencias laborales en sí. «Está la dificultad de cómo revelar la identidad de género cuando tu documentación muestra nombres y géneros distintos. Además, el que te llamen por una identidad que no te representa es doloroso en cualquier ámbito», explica.

En su caso, Chebi indica que siempre coloca en su CV y en la carta de presentación una aclaración para evitar malentendidos: «Así me libro de las ‘sorpresas’ durante las entrevistas. Es una estrategia que seguí, pero considero que no debería de ser necesaria si viviésemos en una sociedad con menos prejuicios de género y menos centrado en la normatividad heterosexual». Desde su campo laboral, siempre ha estado interesada en reivindicar las identidades a las que pertenece de alguna u otra forma. «En mis dos experiencias laborales formales en Barcelona me facilitaron una oportunidad y ahora me dedico a trabajar en primera base con todo el colectivo al que pertenezco: el de personas LGTBI migrantes y refugiadas», cuenta satisfecha.

La experiencia de cada persona en el ámbito laboral es distinta, pero todas ellas tienen un momento común: decidir si ser o no visibles, si aclaramos una situación, si pasamos desapercibidos. La buena noticia es que cada vez son más los ambientes laborales donde podemos ser nosotros mismos y, con suerte, podemos ir iluminando el camino para las siguientes generaciones LGTBI que están por incorporarse ámbito laboral. Es un camino que apenas estamos comenzando a andar y que estará lleno de distintos retos, pero es fantástico saber que no estamos solos. Por eso, si no eres miembro del colectivo, tu apoyo en el entorno laboral puede significar mucho más de lo que crees. Si lo eres y te muestras visible en el trabajo, también te doy las gracias: te aseguro estás haciendo sentir menos solo a alguien de tu entorno.

El impacto real de los fondos recaudados con la Casilla Empresa Solidaria

Guadalupe Bécares

Marcando la Casilla Empresa Solidaria, las empresas, sin importar su tamaño o su sector, tienen la capacidad de ser agentes de cambio y motores de la transformación social: solo en 2022, gracias a los fondos recaudados, se financiaron más de 880 proyectos a nivel estatal con impacto directo en la vida de las personas más vulnerables.

Por Paquita Sauquillo, vocal de comunicación de la Plataforma del Tercer Sector y coordinadora de la campaña de Casilla Empresa Solidaria.

La Casilla Empresa Solidaria es una de las medidas más sencillas y eficaces que tienen las empresas de nuestro país para canalizar su solidaridad, para apoyar al Tercer Sector y para contribuir a la construcción de una sociedad más justa e inclusiva. En la Plataforma del Tercer Sector somos conscientes de que, cada vez más, las empresas españolas están tomando conciencia de la importancia de contribuir al bienestar social y al desarrollo sostenible y queremos ponérselo lo más fácil posible.

Desde que conseguimos que se estableciese este mecanismo en la declaración del Impuesto de Sociedades en 2018, la Casilla Empresa Solidaria ha ido ganando reconocimiento, aumentando año tras año la recaudación obtenida a través de este mecanismo y mejorando su conocimiento y valoración entre la sociedad y el sector empresarial.

En la primera campaña en la que la medida estaba disponible, la recaudación obtenida a través de la Casilla Empresa Solidaria superó los 33 millones de euros. En 2020, aumentó hasta más de 36 y en 2021, debido al efecto de la crisis provocada por la COVID, se redujo a 31. A pesar de los desafíos económicos y las incertidumbres, muchas empresas continuaron respaldando proyectos sociales y demostrando su compromiso con la sociedad. El año pasado, en 2022, la Casilla Empresa Solidaria alcanzó su récord, superando los 43 millones de euros de recaudación.

Sin embargo, a pesar de estos avances, es importante destacar que las cantidades recaudadas hasta ahora están lejos de representar el potencial total de recursos que podrían generarse. Con una mayor participación empresarial, se pueden alcanzar cifras aún más impactantes y transformadoras. Por ello, es fundamental que más empresas se sumen a esta iniciativa y marquen la Casilla Empresa Solidaria al presentar su Impuesto de Sociedades.

La trazabilidad del impacto

Sabemos que conocer la trazabilidad, el impacto y el destino de los fondos son aspectos esenciales para las empresas a la hora de decidir marcar la Casilla Empresa Solidaria y apoyar la campaña, y desde el Tercer Sector compartimos esta inquietud e interés. Cada día apostamos por impulsar los valores de transparencia y buen gobierno, apostamos por la rendición de cuentas y la medición de impacto. Por ello, es importante insistir en que los fondos recaudados tienen un impacto real y directo en la sociedad y en el planeta. A través de la Casilla Empresa Solidaria, se financian iniciativas que buscan generar un cambio positivo en la sociedad y mejorar la calidad de vida de las personas más vulnerables.

La recaudación de la Casilla Empresa Solidaria es fundamental para impulsar la transición social justa. Los fondos recaudados se destinan a proyectos sociales en diferentes ámbitos como la lucha contra la pobreza y la exclusión social, la atención a personas en situación de vulnerabilidad, la promoción de la igualdad de género, la protección del medio ambiente y la promoción de la educación y el empleo. Estos proyectos tienen un impacto transformador en la vida de las personas y contribuyen a construir una sociedad más justa y equitativa. Así, en 2022, gracias a los fondos recaudados se financiaron más de 880 proyectos a nivel estatal, desarrollados por 262 entidades. Y en 2021, a nivel autonómico, se financiaron más de 6.500 proyectos sociales, desarrollado por 2.148 entidades. Estas cifras demuestran el impacto real y la capacidad transformadora de la Casilla Empresa Solidaria, su transversalidad y diversidad. Pero, sobre todo, demuestran cómo las empresas, sin importar su tamaño o su sector, tienen la capacidad de ser agentes de cambio y motores de la transformación social.

Cabe destacar que el impacto de estos proyectos sociales no se limita a las personas directamente beneficiadas, sino que también genera un efecto multiplicador en la sociedad en su conjunto. La inversión en iniciativas sociales contribuye a la creación de empleo, impulsa el desarrollo económico local y fortalece los lazos comunitarios. Con cada empresa que se involucre, se abre una puerta más al progreso social y se multiplican las oportunidades para financiar proyectos que benefician directamente a la sociedad.

Marcar la Casilla Empresa Solidaria no solo implica un apoyo financiero a proyectos sociales, sino que también demuestra el compromiso de la empresa con la comunidad y su preocupación por generar un impacto positivo en la sociedad. Es una forma concreta y efectiva de traducir ese compromiso en acciones tangibles.

En 21gramos estamos orgullosos de contribuir a impulsar la Casilla Empresa Solidaria entre el tejido empresarial en España y este año hemos colaborado en el Estudio «El impacto para las empresas para regenerar el bienestar social». 

Emprendedores Sociales

Diez personas (e ideas) que ya están cambiando el mundo

Guadalupe Bécares

Como cualquiera que lanza una empresa, los emprendedores sociales buscan obtener beneficios y tener éxito comercial. Sin embargo, el objetivo final es otro: mejorar vidas, crear empleo y promover la sostenibilidad. Aquí algunos ejemplos de jóvenes españoles que han materializado sus sueños para transformar la sociedad.

Por Brezo Sintes, responsable de proyectos en 21gramos.

«Los problemas existen hasta que alguien se fija en ellos», predica Muhammad Yunus, el padre de las microfinanzas. Y esto es precisamente lo que define a la perfección a los emprendedores sociales. Son, por naturaleza, personas inconformistas que buscan un compromiso con aquello que no les gusta de la sociedad, haciendo su trabajo con pasión, pero también con la responsabilidad por el largo plazo.

Estos líderes sociales usan los negocios como una fuerza para el bien común y trabajan sin descanso para mejorar sus comunidades y la sociedad en su conjunto. Gracias a las habilidades comerciales adquiridas por sus experiencias laborales previas, estos activistas corporativos proporcionan bienes o servicios que mejoran vidas, crean empleos y promueven la sostenibilidad.

Afortunadamente, los tiempos están cambiando y hoy la lista de soluciones innovadoras a grandes desafíos sociales en España es interminable. Pero, por algo hay que empezar: aquí hay una pequeña muestra de diez buenas ideas que han nacido en la mente de las personas adecuadas, convencidas de que otra forma de hacer empresa es posible.

Kuvu: la plataforma de alojamiento compartido entre generaciones

Eduardo Fierro, Jon Ander Fernández y Haize Trueba son los jóvenes emprendedores, graduados de la metodología LEINN en la Universidad de Mondragón, que crearon Kuvu con el objetivo de actuar como agente de cambio en la sociedad y demostrar que la edad es solo un número. La idea surgió después de que Eduardo conviviese con sus dos abuelas al trasladarse a Bilbao para comenzar sus estudios, cuando el elevado precio de los arrendamientos le llevó a solicitar apoyo en distintos programas municipales para poder alquilar una vivienda.

En la plataforma de Kuvu, las personas mayores se dan de alta rellenando un formulario y poniendo información sobre su inmueble y sus preferencias a la hora de convivir. Esta información hace que les sea más fácil conectar y conocer a una persona joven con quien puedan encajar para tener una convivencia adecuada.

RobinGood: la primera comercializadora española de alimentos con alma

Luis Font trabajaba en la empresa de su familia y en una gran multinacional de alimentación. Le encantaba el mundo empresarial, pero también el social, así que en 2020 decidió crear un híbrido que se llama RobinGood, un proyecto rentable y que, además, ofrece un retorno a la sociedad a través de la comercialización de snacks y palitos de pan. El propósito es claro: crear oportunidades laborales, y aumentar la contratación de personas en riesgo de exclusión social a través del consumo consciente y responsable de productos 100% sociales, en cuya elaboración siempre participan estos colectivos.

Se ha convertido en la primera comercializadora española de alimentos artesanos y de proximidad que provienen de empresas sociales como El Rosal, Ordi, L’Olivera y ya está presente en los supermercados.

ComGo: tecnología blockchain que ayuda a acabar con la pobreza

Arancha Martínez con 24 años tenía claro que cambiar el mundo era posible. En 2008 viajó a India con un objetivo: ser parte activa del cambio. Su respuesta inmediata fue la creación de It-willbe.org, una ONG española de cooperación internacional que busca en la innovación y en la tecnología solución a los grandes retos sociales.

Como firme creyente de la tecnología como vía para maximizar el impacto de los proyectos sociales, lideró en 2017 la creación de ChildPPa para introducir la biometría más avanzada en el sector social para visibilizar y proteger a menores que vivían en las calles en países de desarrollo. Por si fuera poco, ese mismo año, cofundó ComGo, The Common Good Chain, la primera plataforma blockchain de gestión de proyectos solidarios y de trazabilidad del impacto social.

Apadrina un olivo: aceite y conservas vegetales para revitalizar la España vaciada

José Alfredo Martín tuvo la suerte de pasar gran parte de su infancia en los pueblos de sus padres en Ávila y Cáceres, donde guarda especial cariño por aquellos días donde lo único que importaba era a qué hora se comía y se cenaba. Al observar que este estilo de vida estaba cerca de extinguirse, le hizo reaccionar y unirse a Alberto, Adrián, Sira y Pablo para crear Apadrina Un Olivo, una solución para el pueblo de Oliete, en Teruel.

Hoy lidera este proyecto innovador dentro del ámbito rural para concienciar y además involucrar a la sociedad y empresas en la transformación de uno de los grandes retos del siglo XXI: el abandono de las áreas rurales. En esta empresa social están trabajando por recuperar los más de 100.000 olivos del pueblo gracias a la colaboración de los padrinos y madrinas y a la comercialización de productos agroecológicos como el aceite y las conservas vegetales.

Solar Crowd: invertir y financiar la energía solar

Eugenio García-Calderón es un ingeniero español que sueña con un mundo más sostenible, sano y equilibrado. Sabedor de que la energía solar representa una palanca de transformación social para alcanzar ese sueño, con 29 años ya ha impulsado 3 organizaciones: Light Humanity que da apoyo a emprendedores en energía solar, Comunidad Solar que impulsa Comunidades Solares en España y la más reciente, Solar Crowd que financia proyectos de energía solar en todo el mundo.

Esta última iniciativa, de tan solo un año de vida, pretende financiar energía solar a un millón de personas antes de 2030, especialmente a personas en situación de pobreza energética. Y lo hará financiando 2.000 proyectos a través de una plataforma de inversión colectiva entre particulares y empresas de energía solar. Por 50 euros, cualquier persona puede financiar un proyecto de energía y, a la vez tener, la trazabilidad de las personas impactadas, las toneladas de CO2 evitadas y la rentabilidad esperada. El impacto ha llegado más allá de España, sobre todo a Colombia, Brasil, Ecuador y Mozambique.

Rooral: volver al pueblo para teletrabajar

Juan Barbed y Ana-Amrein, son dos emprendedores sociales que están creando impacto a través de Rooral, una red de pueblos conscientes en zonas despobladas desde los que poder trabajar en remoto.

Juntos pretenden responder a una necesidad urgente de restablecer la necesaria conexión entre dos mundos cada vez más distantes, a través de un diálogo bidireccional entre lo urbano y lo rural. Para ello, crean espacios en los que nos regenerarse como personas y como comunidades, porque defienden que el entorno rural fomenta la creatividad, la productividad, la motivación y el bienestar. Así, cada participante puede estructurar su jornada laboral a su manera, aunque ofrecen cenas grupales a la semana, actividades artesanales, excursiones a la naturaleza o experiencias gastronómicas inspiradas en el producto local.

Crowdfarming: alimentos ecológicos directos del del campo

Los hermanos Gabriel y Gonzalo Úrculo hace más de diez años abandonaron sus respectivos trabajos para volver a labrar, sembrar y cultivar el huerto de su abuelo. Una  decisión determinante que en 2017 daría vida a lo que hoy es Crowdfarming, su propia cadena de suministro de alimentos que pone sobre la mesa los únicos dos actores necesarios: productor y consumidor.

Se podría calificar como «el Amazon agrícola» en el que los agricultores producen directamente bajo demanda de los consumidores. Es decir, planifican sus cosechas, lo que evita buena parte del desperdicio de alimentos en el que incurre hoy en día la cadena de suministro. La solución innovadora está en desintermediar la cadena de suministro de alimentos a través de una plataforma donde poder ofrecer y vender productos, logística para mover los paquetes, atención a los clientes.

Ayúdame 3D: brazos impresos en 3D para personas sin recursos

Bajo la premisa de que «ayudar es demasiado fácil como para no hacerlo», el joven madrileño Guillermo Martínez con 22 años diseñó e imprimió en su habitación la primera prótesis impresa en 3D dirigida a personas sin codo. Hoy, dirige una organización que ya ha ayudado a más de medio millón de personas en 55 países de todo el mundo con sus trésdesis, brazos impresos en 3D con movilidad prensil gracias a la articulación natural que tenga cada persona. El 25% de personas beneficiarias se encuentran en España.

Ayúdame 3D quiere dar una solución a las más de 83 millones de personas en el mundo que necesitan algún tipo de prótesis utilizando la tecnología para buscar soluciones para la gente que lo necesita. Para sostener económicamente el proyecto, la empresa lleva a cabo programas educativos de carácter social.

Hemper: moda regenerativa como alternativa a un sector textil contaminante

Con solo 24 años, Gloria Gubianas fue elegida Mujer emprendedora del año en España, por apostar por el slow fashion con Hemper.  La idea surgió en un viaje a Nepal donde conoció a una pequeña comunidad de artesanos del cáñamo, la principal inspiración de lo que hoy en día es esta empresa social.

Se trata de un proyecto de moda regenerativa que cuenta con el sello BCorp confecciona artesanalmente sus accesorios en Nepal por familias con recursos limitados. El cáñamo, la materia prima principal de los textiles que confeccionan, es una planta que cumple el papel de regeneración, absorbiendo más CO2 que la media.

Koiki: reparto sostenible de última milla e inclusión social

Esta empresa social fundada por el vasco Aitor Ojanguren rompe con el modelo clásico de distribución. Koiki nació en 2015 para ofrecer una solución al aumento de tráfico y contaminación derivados del crecimiento de las compras online, y la respuesta la encontró en el reparto de última milla empleando medios de transporte sostenibles.

Su foco es el trabajo con personas en riesgo de exclusión social que reparten los pedidos andando, en bicicleta, en patinete o en vehículos eléctricos. Para toda la logística, Koiki dispone de 60 microhubs activos en 18 provincias españolas. Desde su nacimiento, la actividad de Koiki no ha pasado inadvertida: una de las primeras entidades en impulsar esta empresa ha sido Fundación Repsol, que invierte en el desarrollo de empresas enfocadas en la transición energética que promueven la inclusión de colectivos vulnerables.

Escucha Activa

Inteligencia social, escucha activa, conciencia colectiva

Guadalupe Bécares

En un momento de ruido permanente, escuchar con atención e interés las conversaciones que se producen fuera de las compañías ayuda a comprender lo que pasa dentro de ellas. La inteligencia social es una tarea obligada para entender las dinámicas sociales y para impulsar la innovación y la transformación social.

Por Ximena Sapaj, directora de Investigación e Inteligencia Social de 21gramos y del Estudio Marcas con Valores.

Era el año 2015 y todo era distinto: no había debates sobre ChatGPT, ni sobre guerras internacionales, ni sobre pandemias que nos sonaban a ciencia ficción. Tras casi treinta años trabajando en investigación social en España, el azar cruzó en mi camino a 21gramos. Sobre la mesa, el encargo de participar y liderar el proceso de investigación que desembocaría en lo que sería el primer estudio de Marcas con Valores, que serviría para iniciar el camino del análisis del estado del consumo consciente en España. Este trabajo, un claro ejemplo de escucha profunda y un desafío personal y profesional, se tradujo en una experiencia altamente gratificante e inspiradora.

Ocho años después de ese momento, con muchos otros proyectos completados y con el quinto estudio de Marcas con Valores despegando, la perspectiva del tiempo me ha hecho ver lo que hemos avanzado, pero también el peso que la escucha ha tenido siempre en nuestro trabajo, la importancia que se le daba en los procesos. Ese cruce de caminos me llevó a encontrar un lugar donde se valoraba y se entendía el potencial de la investigación como fuente generadora de inteligencia social, como una herramienta idónea para aprehender y entender la realidad de las personas, de las organizaciones y los retos a los que se enfrenta la sociedad.

El psicólogo Pichón Riviere decía que todo encuentro real puede generar un proyecto, y en mi caso así fue. Mi vida se unió a 21gramos y nació el Departamento de Investigación e Inteligencia Social porque existía en ambos la convicción de que la escucha activa y consciente es una tarea obligada para entender las dinámicas sociales y una pieza clave para poder innovar y facilitar los procesos de  transformación cultural tan necesarios en el contexto actual. 

Qué es la escucha activa (y por qué es importante para tu organización)

Carl Rogers, psicólogo humanista estadounidense que ha tenido una gran influencia en la psicoterapia y la educación, fue uno de los primeros en desarrollar el concepto de escucha activa. Él la definía como una habilidad del ser humano para escuchar de una manera consciente –haciendo uso de nuestras capacidades cognitivas– y empática –empleando la inteligencia emocional–. Dicho de otra forma, es un proceso que implica estar totalmente concentrados en el mensaje que la otra persona intenta comunicarnos, con lo que necesita que hagamos un esfuerzo a nivel cerebral y emocional.

En 21 gramos entendemos que es un acto estrictamente humano que nos distingue de los seres vivos que simplemente oyen lo que sucede a su alrededor. A diferencia del oír, el escuchar no se agota en lo sensorial y el actuar, sino que está muy conectado a nuestras capacidades de entender, comprender e interpretar.

Escuchar está cargado de símbolos e imágenes y es un acto que no solo se apoya en el lenguaje verbal, sino que se enriquece y cobra distintos significados a través de otros y múltiples lenguajes. En definitiva, es un proceso humano que se da en relación con el resto e incluye el pensamiento, lo consciente, lo racional, lo emocional y lo razonable. Todos nacemos biológicamente con capacidades para comunicar y vivir relacionados y por tanto, con capacidades para construir y tejer redes entre nosotros.

Cómo practicar una escucha activa y profunda

Comprender mejor a los otros, sin juzgar y practicar la empatía es una herramienta esencial para transformar la realidad y trabajar por una sociedad más justa, humana y sostenible, algo que nos hace avanzar tanto en nuestra vida personal como profesional. Practicar una escucha activa requiere de atención, esfuerzo y voluntad, y es un proceso de aprendizaje y mejora continua. Aquí algunas claves para practicarla.

  • Cuidar la situación en que se escucha y explicar con claridad el porqué y el para qué, con transparencia y claridad.
  • Evitar distracciones y velar por un encuadre propiciador de la situación de escucha. 
  • Mantener un adecuado contacto visual, cara a cara, para demostrar que estamos sinceramente interesados por lo que nos dicen, con una postura corporal distendida y relajada.
  • Hacer preguntas relevantes para clarificar la información. De esta manera, las personas a quienes escuchamos perciben que sentimos interés por lo que nos quieren comunicar.
  • Resumir periódicamente lo que nos acaba de decir el interlocutor, un método eficaz para comunicar que estamos atentos a la conversación.
  • Dejar que el interlocutor se explaye y hable fluidamente. Para eso, el entrevistador debe saber estar en silencio y no interrumpir ni formular juicios sobre lo que nos hablan.
  • Empatizar de forma profunda con el interlocutor, sin centrarse en sus propios sentimientos u opiniones. Un buen oyente debe tratar de entender los puntos de vista del otro y ponerse en el lugar de sus sentimientos y emociones.
  • Evitar los juicios de valor prematuros sobre el mensaje del hablante, poniendo atención en el contenido del mensaje y no en su personalidad o apariencia.
  • Escuchar los hechos, pero también las emociones. Se deben observar atentamente los gestos, la expresión facial y el lenguaje corporal del que habla.
  • Manejar los tiempos. Un buen oyente tiene que esforzarse deliberadamente por dar una oportunidad a los demás oradores para que también expresen sus pensamientos y opiniones, intentando aprender de cada uno de ellos.

Realizar una escucha activa y profunda es una oportunidad de aprendizaje. «Escuchar es acoger la diferencia, es darle valor al punto de vista el otro, a la interpretación del otro, es en definitiva legitimar al otro», como decía el filósofo Humberto Maturana. Hacerlo da significado al mensaje y valora a quien lo emite, haciéndolo visible. No es un proceso fácil, ya que no produce respuestas, sino que construye preguntas. Y esa es precisamente la base de la inteligencia social: formular preguntas en búsqueda de respuestas compartidas.  

¿Necesitas ayuda para poner en práctica la escucha activa dentro de tu organización? Contacta con nuestro equipo de Inteligencia Social y te ayudamos. 

Esg Inversión De Impacto

ESG e inversión de impacto: es lo mismo… pero no es lo mismo

Guadalupe Bécares

Entre las principales categorías de inversión sostenible, podemos identificar dos grandes grupos: la inversión con criterios ESG (las siglas en inglés de environmental, social and governance) y la inversión de impacto. Conocer sus características, sus similitudes y diferencias es crucial para aclarar las conversaciones en torno a las finanzas sostenibles y, también, para ayudar a canalizar los fondos adecuadamente.

Por Brezo Sintes, responsable de proyectos en 21gramos.

Si algo se repite en el mundo de las finanzas es que «no existe inversión sin riesgo». En la toma de decisiones de los inversores, las variables riesgo y rentabilidad son cruciales y están directamente relacionadas entre sí: cuanto mayor sea la rentabilidad que esperan obtener al invertir su capital, mayor será el riesgo que deben asumir por su parte, y viceversa.

Hasta aquí, términos puramente económicos, pero ¿dónde quedan los sociales? Desde hace más de una década, las fronteras del binomio riesgo y rentabilidad están diluyéndose para dejar paso al ESG –las siglas en inglés de environmental, social and governance, es decir, ambiental, social y de gobernanza– y, más recientemente, al concepto de impacto. Su presencia cada vez mayor en los foros y conversaciones y su inclusión como indicador de gestión en las actividades empresariales nos da pistas del cambio de modelo socioeconómico que se avecina

Dicho de otra forma, invertir ya no es solo una búsqueda de obtener beneficios en función del riesgo que asumas. Un número cada vez mayor de inversores también quiere que su dinero financie a empresas tan comprometidas con la creación de un mundo mejor como con el crecimiento de su cuenta de resultados: bienvenidos al universo de las finanzas sostenibles, donde la rentabilidad financiera no está reñida con generar un impacto social y medioambiental positivo. «Financiar o invertir en proyectos sostenibles es más rentable para los agentes financieros, y esto genera un efecto dominó en todo el mundo empresarial», decíamos ya en uno de nuestros artículos, titulado El dinero es verde.

Precisamente los fondos de inversión son un buen indicador de que la transformación ha llegado. Pero, para que este nuevo modelo económico pueda consolidarse, es imprescindible medir su alcance, combinar la sostenibilidad financiera con el interés general, y alcanzar el equilibrio entre ambos factores.

Qué son los criterios ESG y por qué son importantes para los inversores

Este enfoque empezó a tener visibilidad tras el lanzamiento del Dow Jones Sustainability Index, el primer índice de sostenibilidad y la publicación de los Principios para la Inversión Responsable de las Naciones Unidas. Acuñado en 2004, surgió como un esfuerzo conjunto de la ONU, la Corporación Financiera Internacional (CFI) y el Gobierno suizo para apoyar la consideración por parte de la industria financiera de incluir estos criterios en la toma de decisiones, según explica Jaclyn Foroughi, cofundadora del fondo de inversión de impacto Brazen Impact para la revista Standford Social Innovation.

La inversión con criterios ESG complementa el análisis financiero tradicional, integrando los 3 factores (ambiental, social y de gobernanza) en los procesos de análisis y de selección de inversiones. Permite identificar los principales riesgos y oportunidades de una inversión en relación a la gestión de la misma, pero la rentabilidad financiera se mantiene como uno de los objetivos principales de este tipo de inversión.

  • El criterio medioambiental incluye todo aquello relacionado con el impacto medioambiental que tiene la operación de la empresa, bien sea directa o indirectamente. Es decir, su consumo de energía, huella de carbono, contaminación de sus insumos y la implementación de normas medioambientales.
  • El criterio social se refiere al impacto que la empresa tiene en la sociedad y en sus relaciones laborales, tales como proveedores, empleados, clientes.
  • El criterio de buen gobierno es todo lo concerniente al gobierno corporativo de la empresa, por ejemplo, políticas de transparencia, códigos de conducta, diversidad e inclusión en sus Consejos de Administración.

El proceso de análisis se incorpora a la empresa ya existente, que podrá certificarse en una o más de estas categorías dependiendo de su sector y objeto. Con toda esta exhaustiva información, los inversores escogen el criterio que se alinea mejor con sus valores personales y empresariales.

¿Qué hay detrás de la inversión de impacto?

La inversión de impacto, por otra parte, no se acuñó hasta 2007, cuando la Fundación Rockefeller, junto con otros filántropos, inversores y empresarios, puso nombre a las inversiones realizadas con la intención de generar un impacto social o medioambiental medible, a la vez que se obtiene un rendimiento financiero –normalmente, en compañías no cotizadas, invirtiendo en su capital o en su deuda–. Este grupo fundaría más tarde la Global Impact Investing Network (GIIN), la principal red de profesionales que promueven el movimiento, la investigación y la divulgación en torno a la inversión de impacto.

Se habla de cuatro factores principales en su definición: Intencionalidad + Impacto + Medición + Retornos. La empresa o fondo en el que se invierte tiene que contar con unos sistemas de medición claros para cuantificar el impacto que se busca generar, intrínsecamente ligado al modelo de negocio de la compañía.

Durante mucho tiempo se ha asociado la inversión de impacto con la filantropía, donde se priorizaron los objetivos de impacto sobre la generación de retornos financieros. Sin embargo, la creciente preocupación de los inversores, los gobiernos y la sociedad por la envergadura de cuestiones relacionadas con el cambio climático, el incremento de la desigualdad, o el envejecimiento poblacional, ha favorecido la involucración del tejido empresarial y la creación de un nuevo capitalismo que busca el conocido como triple impacto: la generación de retorno económico, social o ambiental al mismo tiempo.

Lo que más valor aporta este tipo de inversión respecto a otras más tradicionales es su foco en la medición del impacto generado. Este probablemente sea uno de los mayores retos al existir una gran variedad de instrumentos de medición y no existir una estandarización. Los más utilizados por los inversores son la Teoría del Cambio, los ODS y métricas no estandarizadas, seguidos por las cinco dimensiones del Impact Management Project (IMP) y las métricas IRIS+ del GIIN.

El alcance de ambos tipos de inversión en España

Según el estudio La inversión sostenible y responsable en España 2022 de Spainsif y DWS, la integración ESG sigue en auge en España. Los datos aportados muestran que los activos de este tipo o sostenibles alcanzan los 379.618 millones de euros; de ellos, 234.896 millones de euros fueron correspondientes a entidades nacionales y 144.721 millones a activos de organizaciones internacionales comercializados en España. Ello supone que el 49% del mercado es local y el 53% del mercado internacional, más avanzado en esta materia.

Así, podemos decir que la inversión de impacto se consolida en España con un fuerte crecimiento del 33% de los fondos de capital privado en 2021 respecto a 2020, según el informe La inversión de impacto en España en 2021 de SpainNAB. De manera agregada, el tamaño de la inversión de impacto en España a diciembre de 2021 se consolida en torno a los 2.400 millones de euros, un 18% corresponde a capital privado.

Estas cifras esperanzadoras refuerzan la tendencia al alza de la inversión sostenible debido al interés creciente de los inversores y los desarrollos normativos de la UE. «El resultado se puede apreciar tanto en el crecimiento del volumen de los activos gestionados con criterios de sostenibilidad, como en el desarrollo de nuevos productos financieros creados bajo esta perspectiva», asegura Joaquín Garralda, presidente de Spainsif para FundsPeople.

Similitudes y diferencias de las inversiones ESG y de impacto

Pese a que la inversión de impacto y los criterios ESG son uno de los temas más sonados en el mundo empresarial, la falta de regulación específica para el sector y la similitud que existe entre ambas prácticas genera confusiones a la hora de diferenciarlos: ambas inversiones tienen características en común, pero en su esencia son prácticas distintas.

Por un lado, la ESG fue introducida por el sector público y por otro, la inversión de impacto evolucionó gracias a los esfuerzos del sector privado. Como resultado, los criterios ESG son una guía para la comprensión pública de los factores medioambientales, sociales y de gobernanza, mientras que la naturaleza lucrativa del impacto sirve de incentivo para actuar a favor de estos intereses y dirigir el capital hacia ellos.

Según explican desde Arcano, la gran diferencia entre estos dos conceptos se puede aclarar usando dos palabras: proceso y producto.

  • La inversión de impacto es la inversión en una empresa o proyecto concebido para dar respuesta a un determinado reto social o medioambiental. El sello distintivo de este tipo de inversión es que tienen que medir el impacto.
  • La inversión ESG trata de incorporar al proceso de análisis de inversión las preocupaciones medioambientales, sociales y de buen gobierno.

Sin embargo, pese a estos matices en la práctica, ambos son imprescindibles para el futuro de la economía de impacto. Los grandes retos a los que nos enfrentaremos son de carácter socioeconómico –desempleo, pérdida de poder adquisitivo, aumento del riesgo de pobreza, desigualdad de oportunidades educativas, brecha digital…–  y, para paliarlos, la Unión Europea ya se está adelantando con la taxonomía social. Esta se centra precisamente en estas nuevas fronteras de la ‘S’ de la ESG y es uno de los mecanismos más innovadores a la hora de promover nuevas respuestas enfocadas en entender y mejorar el impacto social desde un punto de vista empresarial.

«Las diferentes crisis globales que se han producido en los últimos años han puesto de manifiesto la necesidad de incorporar un componente de sostenibilidad en los modelos de negocio», explica Lara Viada, partner en el fondo de impacto Creas, en la revista Capital and Corporate.

A raíz de la pandemia sanitaria derivada del Covid-19 se impulsó la implantación de criterios ESG y un mayor respeto por los ODS. Con la nueva realidad del conflicto de Ucrania y la escalada de precios de la energía, la necesidad de apostar por un modelo energético sostenible e independiente agudiza una tendencia que ya existía desde hace años.

Como novedad, la inversión de impacto continúa su desarrollo imparable en el país. «Aunque el volumen de inversión de estos fondos con compromiso aún no llega al de otras regiones como los países nórdicos, Reino Unido o Francia, el ecosistema nacional crece con la llegada de nuevas gestoras que abogan por el trinomio rentabilidad-riesgo-impacto y, nuevos inversores que ven esto como una oportunidad de diversificar su capital», asegura Viada.

No solo han crecido los fondos y las empresas que nacen con vocación de impacto, también los empresarios e inversores tradicionales empiezan a incorporar el impacto en su estrategia y a buscar un propósito mayor que la mera búsqueda de rentabilidad, marcando la evolución del capitalismo tradicional a futuro.

One Health

Salud humana y ambiental: una cuestión de equilibrio

Guadalupe Bécares

De una u otra forma, todas las crisis que vivimos –y que viviremos– están atravesadas, de una u otra forma, por la degradación de los ecosistemas y los efectos derivados del cambio climático. Propiciar el bienestar desde una mirada global y una perspectiva «one health» puede ser la palanca de cambio que active la verdadera regeneración de la vida en el planeta.

Por Marta González-Moro, CEO de 21gramos.

Contemplar un atardecer. Sentir el viento en la cara. Escuchar las olas romper contra las rocas. El canto de los pájaros o el crepitar del fuego en una chimenea. La naturaleza cura. Cura el alma y cura el cuerpo. Lo decía Hipócrates allá por el siglo V a.C. y lo mantienen los más recientes estudios científicos.

Cuando experimentamos el contacto con la naturaleza disminuyen el estrés y la ansiedad, mejora nuestra función cognitiva –la capacidad de atención, la memoria o la orientación– y aumenta nuestra sensación de felicidad. Según algunas investigaciones, basta dedicar 20 minutos al día a pasear por el campo, un parque o cualquier lugar que nos brinde la sensación de estar en la naturaleza para reducir de manera eficiente los niveles de cortisol. Por ejemplo, las llamadas «píldoras de naturaleza», también conocidas como «baños de bosque» o Shinrin Yoku, concepto acuñado en los años ochenta por la Agencia Forestal de Japón con el doble objetivo de promover este hábito saludable en una población urbana elevadamente estresada y preservar los extensos bosques que cubren la superficie del país.

Una teoría (empírica) que ha empezado a asomar en Occidente. Conscientes de que vivir cerca de árboles y zonas verdes tiene correlación con una mejor salud mental y un menor consumo de medicamentos, cada vez más hospitales, escuelas o sedes empresariales acogen jardines o huertos; los bosques se transforman en centros de bienestar; nacen los entornos terapéuticos; se aboga por el diseño biofílico… y emerge toda una industria en torno al wellness o, un paso más allá, al wellbeing.

El silvicultor urbano Cecil Konijnendijk propuso la regla 3-30-300 para crear ciudades más saludables, esa que se cumple cuando desde nuestra ventana o balcón divisamos al menos tres árboles, vivimos en un barrio con un 30% de cubierta vegetal y nos encontramos a menos de 300 metros de un parque. Los investigadores del ISGlobal emplearon esta fórmula para tomar la temperatura, en sentido literal y figurado, a Barcelona, con una conclusión dramática: solo el 4,7% de la población cumplía con los tres preceptos. Unos resultados que, mucho me temo, no superarían buena parte de las ciudades que habitamos y que, no olvidemos, también nos habitan –aunque a veces ese olvido «todo lo destruya», que cantaría Carlos Gardel–.

El poder curativo de la naturaleza convive, en efecto, con su poder devastador o desestabilizador, en buena parte alimentado por las presiones humanas. Calentamiento global. Contaminación atmosférica. Incendios y deforestación. Sequías e inundaciones cada vez más frecuentes e intensas. Pérdida de biodiversidad. Propagación de enfermedades. Escasez de alimentos. Tensiones geopolíticas. Pobreza. Migraciones. Guerras.

Todas las grandes crisis que agitan actualmente el mundo están atravesadas, en mayor o menor medida, por la degradación de los ecosistemas naturales y los efectos derivados del cambio climático. Nada que no sepamos pero, por si fuera poco, el último aviso data de solo unos días: «la ventana para asegurar un futuro habitable se cierra», aseguran los expertos responsables del último informe del IPCC. Aún tenemos tiempo, pero este se agota. Y no podemos esperar a ver cómo cae el último grano de arena del reloj.

La sociedad homeostática

La salud humana y ecosistémica son una sola. Esa visión One Health coreada por Naciones Unidas es una certeza que, parece, asumimos desde la traumática vivencia de la pandemia, cuando las fronteras entre realidad y distopía se diluyeron y fuimos testigos de nuestra fragilidad y de los riesgos a los que nos expone una naturaleza maltrecha.

Desde la majestuosa y colorista Pandora del universo Avatar hasta la apocalíptica y devastada Norteamérica presentada en Last of us, los modernos relatos ficticios nos recuerdan que somos parte de un supraorganismo que lo conecta todo. Caen como sal en unas heridas aún sin cicatrizar del todo y nos invitan a seguir reflexionando sobre las grandes cuestiones de la humanidad, que no es más –ni menos– que la suma de todos nosotros aquí y ahora.

En este sentido, en nuestro IV Estudio Marcas con Valores nos adentrábamos en la sociedad homeostática, entendiendo esta como un ecosistema vivo que necesita estabilizar de nuevo sus desajustes sociales, económicos y medioambientales. «Emulando el proceso biológico por el que los seres vivos logran hacer frente a graves alteraciones, es el momento de que la sociedad despliegue y acelere los mecanismos que le permitan autorregularse ante los evidentes desequilibrios. Sabiendo que todos somos seres interdependientes que no podemos vivir sin los otros», decíamos entonces.

Redefinición y repriorización del bienestar

Algunos datos esgrimidos de este último Estudio consolidaban la tendencia creciente que se viene vislumbrando desde hace tiempo: la repriorización de la salud y del bienestar físico y emocional por parte de una ciudadanía cada vez más consciente y consecuente entre lo que piensa y lo que hace. El 63% de los ciudadanos afirma, por ejemplo, que viviría más lejos del trabajo para estar en un entorno menos contaminado. Y el 68%, que optaría por trabajar o cobrar menos a cambio de tener más tiempo libre. Otros análisis como el 2023 Edelman Trust Barometer coinciden: el 69% elige sus trabajos basándose en que las empresas estén alineadas con sus creencias y valores.

Sin duda, las reglas están cambiando en nuestra forma de relacionarnos con el trabajo y con la vida, sin obviar que lo primero ocupa gran parte de lo segundo en términos de tiempo material. Ello ha abierto paso a grandes debates y cuestionamientos en torno al mundo laboral que cada vez ocupan más espacio en la agenda y conversación pública, como la digitalización y teletrabajo, la jornada laboral de cuatro días o el derecho a la desconexión.

El papel de las organizaciones del siglo XXI es responder y facilitar estas transiciones desde la empatía y a través de una cultura y un liderazgo comprometidos. Anticipándose, transformándose y tomando partido ante estos retos desde el desempeño y desde una visión que sitúe la salud y el cuidado de las personas y de su entorno en el centro de nuestras decisiones.

Propiciar el bienestar desde una mirada holística, entendiendo la salud humana y la salud del planeta como un sistema, es crucial para crear impacto positivo en todas las esferas: la política (y geopolítica), la empresa, la industria, el consumo o la educación. Asumir y trasladar este enfoque a nuestras decisiones y realidades particulares redundará en el bienestar de las personas que nos rodean, de nuestro entorno más inmediato y en el nuestro propio.

Ser B: el círculo virtuoso del activismo corporativo

Guadalupe Bécares

Por Marta González-Moro, CEO y socia fundadora de 21gramos

En 2019 celebramos con orgullo que 21gramos se sumaba a la familia B Corp. Nuestro cumplimiento con los más altos estándares en términos de desempeño social y ambiental, transparencia y responsabilidad empresarial nos convertía en la primera consultora de comunicación en obtener la certificación en España.

Pero lo más motivador nunca fue haber coronado una cima, sino saber que el camino continuaba al otro lado de la montaña. Con fuerzas renovadas y extraordinarios compañeros de viaje.

Convertirnos en B Corp supuso sin duda un punto de inflexión para emprender un proceso de mejora continua que, en escasos cuatro años, nos ha llevado a incrementar nuestras métricas de impacto en un 50%, una inyección de energía para seguir persiguiendo el propósito de construir una sociedad mejor para todxs. Más justa, más humana y más sostenible.

La evaluación de impacto de 2022 muestra que estamos por encima de la media de la puntación global de las B Corp, y por encima también en cada una de las dimensiones analizadas con respecto a nuestro país o compañías del mismo sector o tamaño, despuntando especialmente en gobernanza y medio ambiente. Un círculo virtuoso que nos hace cada día mejores, y que nos ha validado como B Way Partners para guiar a otros en este proceso de certificación o acompañarlos en la búsqueda de la excelencia del desempeño en sostenibilidad. En ese papel de sherpas que una vez nos atribuyó uno de nuestros clientes, nos reconocemos.

«No ha sido fácil, aunque nos hemos dejado la piel», que diría Revolver en esa canción cuyo título, 21gramos, parece un ejercicio de antropología convergente. Pero esta evaluación tan exigente pone números a lo que somos y hacemos desde hace ya más de 15 años: el 100% de nuestros proyectos impacta positivamente en el entorno en, al menos, una de las cinco áreas B Corp. Igualmente cabe señalar que nuestras ambiciosas medidas de reducción y compensación de emisiones implementadas tanto en nuestra oficina como en nuestros desplazamientos y eventos nos han permitido ampliar nuestros objetivos de descarbonización, acortando además el horizonte temporal y pasando de Net Zero en 2030 a Net Positive en 2022.

Pero si algo diferencia a 21gramos es su talento comprometido. «Personas primero» no es solo una declaración de intenciones, sino una realidad desplegada en un marco de actuación trazable. Como socia fundadora de esta compañía puedo asegurar que, si algo me ha enseñado el camino recorrido todos estos años, es que cuando las mejores personas para el mundo te acompañan en la ardua travesía de hacer un negocio al mismo tiempo rentable y responsable, el viaje se convierte en una fuente infinita de recompensas tras el descarte constante de atajos cortoplacistas. Lealtad al propósito y compromiso al desempeño definen nuestra cultura compartida en un equipo diverso, plural y sí, por qué no decirlo, activista.

Es entonces cuando se produce la paradoja de la incredulidad: aquellos que, desde la barrera, cuestionan e incluso subestiman la capacidad de las organizaciones no ya para mejorar la realidad que las rodea, sino la suya propia. La falta de ética, de voluntad o de liderazgo suele alimentar esta querencia a juzgar al otro, sin caer en la cuenta de que el veredicto final suele estar en manos de aquellos que te acompañan en el día a día. De tu gente.

Formar parte de la comunidad B Corp es liderar con el ejemplo: hacer antes que decir. Es asumir como propio el activismo corporativo, es creer firmemente que se puede hacer empresa y mejorar esta sociedad sin encasillarse en ideologías y huyendo de prejuicios excluyentes. Porque nadie, ni personas, ni empresas ni gobiernos, somos 100% sostenibles. El valor reside precisamente ahí, en la profunda sencillez de que todo, siempre, se puede hacer mejor.

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